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Cadernos do Arquivo Municipal

versão On-line ISSN 2183-3176

Cadernos do Arquivo Municipal vol.ser2 no.4 Lisboa dez. 2015

 

ARTIGO

Una ciudad entre dos reinos: Ceuta entre Portugal y la Monarquía Hispánica (1640-1665)1

A city between two kingdoms: Ceuta among Portugal and Spain (1640-1665)

Uma cidade entre dois reinos: Ceuta entre Portugal e a Monarquia Hispânica (1640-1665)

 

Antonio José Rodríguez Hernández*

UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, España

 

RESUMEN

Ceuta se mantuvo fiel a Felipe IV tras lo sucedido en Portugal durante la crisis de 1640. Las causas y motivaciones de esa fidelidad, así como los esfuerzos de Madrid para defender y premiar a la ciudad por su lealtad, son analizadas en este trabajo, al mismo tiempo que se compara con lo ocurrido en Tánger, especialmente en 1643. También se analiza en este texto la llegada de la primera guarnición castellana, y la evolución de la misma hasta 1665. Presencia militar que en ese periodo no influyó tan decisivamente a la progresiva castellanización de la ciudad, como se ha pensado tradicionalmente, ya que más bien conformó una sociedad mixta hispano-portuguesa ante la continua naturalización de los soldados castellanos que llegaban a Ceuta.

 

PALABRAS CLAVE

Ceuta / Tánger / Ejército / Abastecimiento / Siglo XVII / Lealtad

 

ABSTRACT

Ceuta remained loyal to Philip IV after the facts happened in Portugal during the crisis of 1640. The reasons and motivations of this loyalty, as well as the efforts of Madrid to defend and to reward the city for his loyalty, are analyzed in this work. At the same time, we also compared this with what happened in Tangiers in 1643. In this work, we also analyze the arrival of the first Castilian garrison, and his evolution until 1665. A military presence that in this period did not influence so decisively to the progressive castellanización of the city, it has been thought traditionally. In fact it seems that in Ceuta it conformed a mixed Hispanic-Portuguese society, in the face the continuous naturalization of the Castilian soldiers who arrives to Ceuta.

 

KEYWORDS

Ceuta / Tangiers / Army / Supply / 17th Century / Loyalty

 

RESUMO

Ceuta permaneceu leal a Felipe IV depois do que aconteceu em Portugal durante a crise de 1640. As causas e motivações daquela lealdade, bem como os esforços de Madrid para defender e recompensar a cidade de Ceuta pela sua fidelidade, são analisados neste trabalho, ao mesmo tempo que se compara com o que sucedeu em Tânger, especialmente em 1643. Também é analisado neste texto a chegada da primeira guarnição castelhana e a sua evolução até 1665. Presença militar que, nesse período, não influenciou tão decisivamente a castelhanização progressiva da cidade, como tem sido tradicionalmente defendido, mas contribuiu para formar uma comunidade mista hispânico-portuguesa em face da contínua naturalização dos soldados castelhanos que chegavam a Ceuta.

 

PALAVRAS-CHAVE

Ceuta / Tânger / Exército / Provisão / Século XVII / Lealdade

 

 

A lo largo de la segunda mitad del siglo XVII la ciudad de Ceuta experimentó un complejo proceso de transformación, y que tendrá una manifiesta relevancia para su devenir histórico entre Portugal y España. Dentro de esta evolución un momento clave fueron las décadas de 1640 y 1650, periodo en el que Ceuta se convierte en el único bastión que Felipe IV conserva del Imperio Portugués. En este texto analizaremos esta época en profundidad, intentando comprender los problemas por los que atravesó la ciudad de Ceuta, para analizar las dificultades defensivas y de abastecimiento, y profundizar en lo que significó la llegada de los primeros contingentes de soldados castellanos, a la vez que la cuestión de la fidelidad de Ceuta y los miedos y temores de España que esa fidelidad no fuera sincera. De manera particular analizaremos el año 1643, y lo que sucedió en Tánger, para poder comparar y explicar el giro de acontecimientos de ese año, y lo que éste significó.

Para realizar este trabajo hemos utilizado una metodología precisa, centrada en el acopio de fuentes documentales inéditas. Tras analizar la bibliografía ya existente, hemos utilizado fundamentalmente la documentación inédita custodiada en el Archivo General de Simancas. Unas fuentes que son poco conocidas hasta el momento, y difíciles de consultar –debido a su dispersión por multitud de secciones y legajos–, pero que son sin duda reveladoras para comprender mejor lo ocurrido en la ciudad de Ceuta en esa etapa de transición de ciudad portuguesa a presidio español.

 

1. LA LEALTAD DE CEUTA EN 1640

Cuando en 1580 Felipe II se aseguró el trono de Portugal invadiendo el país hasta conquistar Lisboa2, no todos los territorios lo aceptaron rápidamente como soberano legítimo. En las plazas africanas de Portugal no hubo unanimidad, y Tánger y Mazagán en un principio optaron por jurar fidelidad al Prior do Crato. En cambio, Ceuta y Arcila se decantaron por Felipe II. El motivo de ello era que ambas habían padecido la dejadez del gobierno portugués, y en esos momentos se encontraban en peligro, al necesitar alimentos y pertrechos3. La clave del rápido y pacífico reconocimiento de lealtad de todas las plazas africanas portuguesas en 1580 se debió a que España se encargó de abastecerlas de todo lo necesario, sin tocar un ápice de su estructura administrativa y política, evitando las interferencias, algo que intentará volver a practicar en el siglo XVII.

Tras la proclamación de João IV como rey de Portugal en diciembre de 1640, la reacción de las plazas africanas portuguesas no fue unánime4. Mazagán juraría fidelidad a los Braganza sólo unos meses después, a mediados de 16415, en parte ante la falta de socorros. Algo que ocurría a pesar de que los españoles intentaron reconfigurar la red de suministros para que todas las plazas norteafricanas no pasaran hambre, ya que hasta el momento los víveres eran proveídos y pagados por Lisboa, aunque en muchos casos el grano se enviaba desde Andalucía, al ser el lugar más próximo. Allí se podían conseguir grandes cantidades6. Otra cuestión que pudo influir en la determinación de las plazas de Ceuta y Tánger fueron los rumores de que el duque de Braganza pretendía entregar esas plazas al rey de Marruecos7 a cambio de medios, grano y caballos para luchar contra España8. Noticia que no sabemos hasta qué punto se conoció, y se dio por cierta, si bien fue una cuestión recurrente durante los años siguientes9.

La historiografía española ha estudiado fugazmente lo ocurrido en Ceuta tras los sucesos de Lisboa de diciembre de 1640. Siempre se ha pensado que el gobernador Francisco de Almeida decidió ganar tiempo sin decantarse por uno u otro bando hasta conocer mejor lo que ocurría en la Corte y en los más estrechos círculos de poder. Parte de la historiografía dedicada al tema afirma que esta actitud le costó el puesto, siendo sustituido por el marqués de Miranda de Anta, primer gobernador de origen castellano, lo que mejoró la situación10. Realmente no parece que las cosas fueran tan sencillas. Las noticias del alzamiento llegaron a las plazas africanas a finales de diciembre de 1640, causando cierto estupor entre sus habitantes. Rápidamente la mayor parte de la población ceutí tomó partido, reconociendo a Felipe IV como su legítimo rey, como nos cuenta un historiador de la ciudad11. Muchos escribieron a la Corte cartas formales de apoyo –desde el gobernador a los adalides más reconocidos de la plaza–, alegando la calidad de sus servicios personales al monarca y afirmando incluso que morirían por el Rey en un claro alegato de fidelidad12. Mientras tanto, los enviados bragancistas que debían exponer la situación a las ciudades de Ceuta y Tánger fueron apresados en Gibraltar en enero, lo que cortó de raíz el problema13.

Otro hecho que evitó cualquier adhesión bragancista fue que en Lisboa se nombró como nuevos gobernadores de Ceuta y Tánger14 a dos nobles que cambiaron de bando y juraron fidelidad a Felipe IV: el tercer conde de Tauroca, D. Duarte Luís de Meneses, y Juan Suárez de Alarcón, conde de Torres Vedras. En un primer momento éstos desembarcaron en Ayamonte, e informaron de su determinación a las autoridades españolas. Si bien el barco cargado de trigo que los acompañaba siguió su rumbo hasta Ceuta, ellos se desviaron a Gibraltar. Días después, el conde de Tauroca intentó trasladarse a Tánger, donde su padre y abuelos habían sido gobernadores, pero ante la falta de noticias su barco fue recibido a cañonazos por la ciudad ya que se pensaba que era el nuevo gobernador nombrado por el gobierno portugués, por lo que Tauroca debió volver a Gibraltar15. Un hecho que manifiesta la determinación de Tánger, y que no significaba que el rey no confiara en Tauroca, ya que fue uno de los nobles portugueses a los que recompensó con honores y nuevos nombramientos en los años siguientes16.

En Ceuta, en principio se sospechó que el gobernador, Francisco de Almeida, pudiera estar implicado en alguna trama para entregar la plaza, algo que parece inexacto según los restos documentales. La carta que despachó a su hijo que se encontraba en Lisboa a finales de diciembre nada decía de una traición, como se comprobó tras ser abierta en Sevilla por varios secretarios y escribanos que formaron una junta particular para descubrir la posible traición17. El problema realmente era otro. Almeida había terminado su trienio, y en Lisboa ya se había nombrado sustituto, temiéndose que éste pudiera llegar, produciéndose un cambio en la situación de la plaza. Esto se debía evitar, de ahí la rápida llegada del marqués de Miranda de Anta18. Almeida no fue un traidor y por ello terminaría sus días en Madrid, intentando recuperarse al haber perdido toda su hacienda en Portugal, pretendiendo continuamente que el rey le realizase concesiones económicas y le encomendase nuevos puestos19.

La llegada del primer gobernador de origen castellano a la plaza no fue una medida planificada. Realmente el elegido por Madrid era un portugués afecto a Felipe IV, el conde de Torres Vedras. Pero, tras su nombramiento, éste decidió quedarse en la Corte a resolver distintos asuntos, con la clara intención de medrar. De hecho estuvo muy activo en sus propuestas a la Corona, llegando incluso a ofrecer que de Ceuta se sacara una compañía de escopeteros a caballo para el ejército que debía reconquistar Portugal, ante la calidad de las tropas de la plaza. Idea que nunca se consolidó en las juntas de gobierno madrileñas, ante su falta de realismo, ya que en Ceuta no había las suficientes tropas para su defensa, por lo que no tenía sentido sacarlas de allí20. Mientras tanto el marqués de Miranda de Anta fue nombrado gobernador interino, si bien no se trataba de una persona experimentada en los asuntos de gobierno, ni conocía la ciudad, lo que generaría importantes problemas durante su mandato21.

La lealtad ceutí hacia Felipe IV realmente no pareció peligrar durante ese periodo. Pocos fueron los que se pronunciaron hacia los Braganza, y los pocos que lo hicieron fueron descubiertos incluso antes de que el marqués de Miranda llegase a Ceuta. Uno de los sectores más críticos contra Felipe IV, y el que se mostraría más propenso a la desafección fue el clero regular. Un sector que en muchos casos estaba formado por personas de procedencia portuguesa, y que estuvo siempre en comunicación con Portugal, lo que hizo que en varias ocasiones recibiera órdenes de sus superiores en Lisboa para que procurasen la entrega de la ciudad. De hecho en julio de 1641 se descubrió un complot urdido por dos frailes del convento de la Santísima Trinidad de Ceuta, que abandonaban la ciudad con cartas y manifiestos que apoyaban una insurrección a favor de los Braganza. A pesar de todo, no parece que éstos tuvieran muchos seguidores22.

Los problemas y dudas en torno a la lealtad tenían su justificación, pero en general todas ellas fueron rápidamente resueltas, y la ciudad optó por seguir fiel a Felipe IV. La élite de la ciudad, si bien de origen portugués, era natural de Ceuta23, por lo que a lo que aspiraba era a su propia supervivencia. La ciudad dependía enormemente del aprovisionamiento exterior, llegando la mayoría de los pertrechos de Andalucía a través de Gibraltar24. Casi todos los ceutíes dependían en cierta manera de la Real Hacienda, ya que figuraban en las nóminas estatales, al ser soldados o servidores del rey, además de beneficiarse de las pensiones que daba la Corona en forma de tenzas y moradías. De esta manera la vinculación de la economía ceutí con la península era clara –antes y después del movimiento secesionista portugués–, por lo que también el dinero y el mantenimiento de este sistema de pensiones influyeron en la fidelidad de Ceuta25, algo a lo que también ayudó que la monarquía española reconociera la autonomía de la ciudad.

Estos condicionantes afectaron claramente a la lealtad de la ciudad. Aunque en ocasiones algunos autores hayan puesto su énfasis en la sumisión de la ciudad a Felipe IV, al decantarse la élite local por permanecer fiel sin optar nunca por aclamar a João IV26, este hecho no parece suficiente para justificar lo ocurrido. Para otros, como el contemporáneo conde de Ericeira, Ceuta y Tánger quedaron en Castilla de lo que fue causa la próxima vecindad y la duda de lo que en adelante pudiera suceder”27. Algo que no basta para explicar lo ocurrido, ya que posiblemente los estómagos, las rentas28 y el mantenimiento de los privilegios contaron mucho en esta inicial declaración de adhesión, y es posible que lo que más contribuyera a la fidelidad fue la actuación de las autoridades madrileñas, que dispensaron distintas mercedes a la ciudad e intentaron en todo momento congraciarse con ella, nombrándola primeramente muy noble y muy leal ciudad en 164129, además de establecer numerosos indultos y compensaciones30.

Durante 1641 lo más importante para Tánger y Ceuta –como para la recién formada Junta de Portugal31–, fue que las plazas estuvieran bien asistidas. La provisión de grano no era nada fácil, y arreglar esa situación, y abastecer adecuadamente las ciudades de Ceuta y Tánger era sin duda la clave32. Muchas de las instancias enviadas desde ambas ciudades insistían en la necesidad de mejorar el suministro de alimentos para evitar que en algunos momentos sus habitantes pasaran hambre33. Por ello las autoridades españolas intentaron enviar grano con urgencia, ajustando que todos los gastos corrieran a cargo de las arcas castellanas, formalizándose un nuevo asiento. Pero el sistema estaba lejos de ser perfecto, ante los distintos avisos que durante 1641 llegaron afirmando que en Tánger se pasaba hambre, y que durante días los moradores sólo se sustentaban comiendo pan y agua, empezando a aparecer las enfermedades34.

Todavía en 1641 no se pensó en enviar una guarnición castellana a Ceuta, ya que se necesitaban todos los reclutas disponibles para otros conflictos. Además, en los ejércitos españoles había un importante número de los soldados portugueses, estando éstos muy bien integrados en el ejército, por lo que no se sospechaba de ellos35. El mantenimiento de las plazas de Tánger y Ceuta quedó en aquellos momentos en manos del duque de Medina Sidonia, que debía aprovisionarlas, además de atender a su defensa. Pese a las órdenes, Medina Sidonia era consciente de la dificultad de la empresa, ya que ni se fiaba de los soldados naturales ni de las milicias andaluzas, las únicas tropas que podría tener a su disposición en caso de tener que enviar un socorro urgente con motivo de un ataque musulmán o portugués36.

 

2. LOS PROBLEMAS DE ABASTECIMIENTO DE CEUTA Y TÁNGER DURANTE 1643

Durante el año 1643 la situación cambió y por distintos motivos Tánger optó por tomar partido a favor de la Casa de Braganza, siendo necesario profundizar en la motivación de ese cambio. La provisión de ambas plazas siempre había sido complicada, incluso durante el dominio portugués. En 1641 se pudo reconstruir sin problemas el sistema de provisión, que dependió de dos nuevos asientos concertados con hombres de negocios portugueses, ante el claro dominio de éstos sobre los arrendamientos de impuestos castellanos37. Conocemos estos asientos, que se concertaron por tres años, aunque los asentistas no cumplieron con sus contratos. En ambos casos se mantuvo el sistema de provisión anterior, que además de aportar trigo para la población, debía enviar ropas y dinero para los sueldos de los soldados, y las pensiones y mercedes concedidas a la población, e incluso para proveer armas y municiones. Además, –en el caso de Tánger– también se debían entregar anualmente algunos mantenimientos en forma de vino, aceite y otros alimentos para ayudar a completar la dieta de los naturales, al ser una ciudad de mayor tamaño que Ceuta38.

 

 

El sistema no era perfecto39, y tenía una debilidad. Al proveerse las plazas por las arcas castellanas, eso suponía un enorme problema. En Castilla los impuestos se cobraban en vellón, pero parte de las consignaciones monetarias que se enviaban a Ceuta y Tánger debían ser en plata, si bien los géneros podían pagarse en vellón en España y enviarse a Ceuta. Además, el sistema construido para enviar provisiones a los presidios españoles al norte de África no estaba preparado para este nuevo compromiso. Por un lado porque Ceuta y Tánger eran ciudades a las que se enviaba gran cantidad de dinero –además de trigo– mientras que a la mayoría de las guarniciones españolas del norte de África –compuestas casi exclusivamente por soldados– se les enviaba trigo, y raciones alimenticias, pero poco dinero, ya que la mayoría de los géneros necesarios para su mantenimiento eran proveídos directamente por la monarquía, que los restaba de sus sueldos. Todo ello hacía que la provisión fuera más cara. Pero el mayor problema fue sin duda el incumplimiento de los contratos por parte de los asentistas.

El trigo era un producto de primera necesidad que en ocasiones mantenía importantes oscilaciones, por lo que para comprarlo a buen precio –y de manera ventajosa–, había que tener dinero en efectivo para adquirirlo cuando la demanda era baja, en los lugares de Andalucía en donde se vendía a mejor precio, ya que de un lugar a otro el coste podía encarecerse hasta en un 20%, y oscilar entre los 18 y 22 reales de vellón por fanega, debiéndose sumar el importe del transporte. A la altura de 1643 era imposible obtener el dinero a crédito para realizar las compras a tiempo por parte de la administración, ante la enorme deuda contraída de 60.000 ducados debido a la provisión de los años pasados. Sólo en 1642 se habían despachado 300.000 fanegas de bizcocho y trigo para alimentar a las tropas de la Armada, Cataluña y el norte de África, debido a la gran cantidad de compromisos bélicos y de aprovisionamiento que debían afrontar las autoridades militares andaluzas40. De hecho en 1643 se ordenó el envío de 100.000 fanegas de trigo y cebada desde Sevilla para proveer a los ejércitos de Cataluña41, ante la particularidad de que muchas guarniciones en territorio catalán habían quedado aisladas y sólo podían ser abastecidas por mar42. Mientras tanto desde Málaga se despachaban de manera continua grandes cantidades de grano a Orán, plaza muy amenazada por el bloqueo turco43.

Desde finales de 1642 la ciudad de Tánger había padecido la falta de provisión, algo que intentaba remediar con la intervención del ministro que la ciudad había despachado a la corte de Felipe IV. Ya a comienzos de año la miseria empezaba a pasar factura, multiplicándose las quejas, debido a que en cuatro meses el asentista no envió suficiente trigo, cumpliendo con las 3.000 fanegas mensuales que se necesitaban. Para intentar paliar la carestía la ciudad había actuado por su cuenta consiguiendo géneros a crédito gracias a uno de sus naturales que vivía en Cádiz. Pero no era suficiente, de ahí que Tánger intentara que la Corte pusiera remedio, recordando a Felipe IV que la ciudad había procedido con gran lealtad y fidelidad tras la rebelión de Portugal. Por ello pedía que la plaza fuera considerada como el resto de las que tenía Felipe IV en África, y que la Corona se comprometiera con el envío de las raciones diarias (vino, aceite, legumbres…) para todos sus moradores, además de que los ministros reales de Sevilla –encargados de la provisión de otras plazas– colaboraran más activamente44. A crédito empezó a llegar a Tánger bizcocho con urgencia desde Cádiz durante los meses de febrero y marzo, aunque en cantidades insuficientes como para atender todas las necesidades –al enviarse menos de 1/3 parte de lo contratado–, por lo que en marzo se advertía que en Tánger se morían de hambre45.

Durante los meses siguientes las quejas hacia los asentistas de Ceuta y Tánger se multiplicaron, recibiéndose numerosas cartas de ambas ciudades y de su obispo. La Junta de Presidios se veía incapaz de dar una solución al problema, a pesar de que presionó para que los hombres de negocios cumplieran con sus contratos46. Pero el problema tenía difícil solución, ya que no había efectos de la real hacienda con los que intentar encontrar los recursos para aprovisionar las plazas, y lo poco que conseguían los asentistas debía ser transportado a cargo del dinero proveído desde Sevilla por los ministros reales47.

Tánger estaba padeciendo más la falta de provisiones que Ceuta, ya que el asentista de esta última al menos había podido proveer entre diciembre y enero 1.730 fanegas de trigo. Para paliar la falta de dinero del asentista, desde Sevilla se le habían cedido 8.000 reales que se debían dedicar a la defensa de la frontera con Portugal, para poder comprar granos con urgencia para Tánger, pero la medida era claramente insuficiente48. El asentista de Ceuta, Francisco Rodríguez de Villarreal, también demostró que no cumpliría con su asiento, y distintas autoridades enviaron cartas a Madrid indicando la poca satisfacción que éste mostraba para cumplir su contrato, ya que ni tan siquiera había entregado las fianzas económicas necesarias, por lo que en caso de incumplimiento éstas no se podrían usar para financiar la operación. Pese a ello se le suministraron con urgencia 1.000 ducados en Gibraltar para cubrir a corto plazo buena parte de las necesidades de trigo de Ceuta49.

En marzo el gobernador de Ceuta escribía afirmando que hacía más de 5 meses que la ciudad no recibía sus raciones por entero –ante el incumplimiento del asentista–, por lo que insistía en que –como crisis de años pasados– el único remedio era el envío de varios barcos desde Cádiz y Málaga con trigo, e impedir así los padecimientos de la ciudad, que era “la llave de España”. Tras repartir el trigo llegado en el último barco los naturales intentaron vender todo lo que tenían para conseguir pan en Castilla, haciéndose planes para realizar una salida de la guarnición para saquear los lugares circunvecinos y conseguir así alimentos50. El asiento estipulaba el envío a Ceuta de 1.800 fanegas mensuales, algo que más o menos se pudo cumplir durante los meses de abril y mayo, gracias a la intervención de los ministros reales que desde Sevilla y Cádiz consiguieron el dinero necesario para atender con urgencia la plaza. De hecho en abril se pudieron enviar dos barcos con 1.700 fanegas de trigo, y en mayo otros dos con 2.000, si bien se reconocía que todavía la ciudad estaba en riesgo, ya que no se esperaba que el asentista pudiera continuar con la provisión51.

Con la llegada de la primavera los problemas aumentaron al elevarse los precios del trigo, por lo que por esas fechas Ceuta también necesitaba con urgencia alimentos, si bien lo único que pudo hacer fue el envío de 10.000 ducados que debían disponerse para comprar grano52, cantidad a la que se sumaron otros 7.500 enviados directamente a Ceuta para atender a los sueldos de la guarnición53. Mientras tanto el gobernador realizó una salida a los campos de Tetuán el 23 de mayo con la intención de saquear los campos cercanos. Acción que se tradujo en la captura de 250 reses de ganado vacuno sin llegar a perder ningún hombre, algo que momentáneamente mejoró la situación en la ciudad54.

En mayo, Madrid intentó concertar un nuevo asiento para proveer todas las plazas de África, mediante uno de los banqueros más poderosos de la época, el marqués de Monasterio55, pero no había rentas libres a las que consignar el gasto, por lo que nada se pudo hacer56. En julio se volvió a pregonar en Sevilla el contrato de provisión, sin que se encontraran personas interesadas en asumirlo, lo que alarmaba a los ministros reales, ya que sin provisiones las plazas estaban en claro riesgo de perderse57.

A finales de mayo el gobernador de Tánger avisaba del miserable estado de la plaza, informando a Madrid de que la desesperación empezaba a cundir entre la población, ya que cada mes era necesario que llegasen 3.000 fanegas de trigo y el asentista estaba muy lejos de cumplir su provisión58. Al llegar el verano Tánger se hallaba en un gran aprieto, y según su gobernador ya no había qué comer sin lo que el rey les enviaba. Por aquel entonces la plaza contaba con 5.000 almas, de las que 1.000 eran soldados, siendo las restantes mujeres y niños, todos ellos (como recordaba su gobernador) fieles a Felipe IV59. La falta de provisiones enviadas a Tánger era evidente. Las certificaciones entregadas en Tánger, a mediados de 1643, indicaban que durante ese año el asentista sólo había entregado 2.656 fanegas de trigo, lo que equivalía a menos de un mes de provisión, además de 508.169 maravedíes en plata y otros 3.305.429 maravedíes en vellón, menos de la mitad de lo necesario60. El asentista Francisco López no estaba cumpliendo, a pesar de los esfuerzos de la monarquía por suministrarle dinero en efectivo, 17.000 reales, para que atendiera el suministro con rapidez61. Meses después se supo que el hombre de negocios estaba siendo acosado por sus acreedores, si bien reclamaba a la Hacienda Real una deuda de 110.000 ducados62.

La provisión de las plazas de Ceuta y Tánger competía también con las del resto del norte de África, muy especialmente con las de Larache y La Mámora, situadas en el Atlántico, y proveídas desde Cádiz y Sevilla. Desde comienzos de año se recibieron distintos informes de espías –algunos de ellos de Tánger, gracias a la acción de los informantes judíos– que afirmaban que ese año los musulmanes sitiarían Larache y Melilla63. Durante ese año el aprovisionamiento de Larache y La Mámora fue intermitente, por lo que en julio llegaron noticias de que si no se enviaban socorros ambas plazas caerían en manos musulmanas en 20 días, por lo que con urgencia se debían mandar suministros en barcos fuertemente artillados para evitar a los navíos enemigos64. La falta de alimentos había provocado que en Larache se extendiera una enfermedad infecciosa que provocaba fiebres y calenturas, por lo que más de la mitad de los hombres estaban en cama –incluidos el gobernador y la mayor parte de los oficiales y médicos–, por lo que no se podría cubrir la muralla, ni reaccionar ante cualquier ataque musulmán65 Ante ello la prioridad fue atender el suministro de esas plazas, por lo que el suministro de Ceuta y Tánger empezó a competir con otras prioridades, si bien a finales de julio salieron de El Puerto de Santa María cuatro barcos para cada una de las plazas. A Larache y la Mámora se enviaron suministros para 50 días, consiguiéndose un empréstito extraordinario de 4 millones de maravedíes. Mientras tanto en julio se despacharon a Tánger sólo 600 fanegas de trigo y otras 500 de bizcocho a Ceuta, cantidades insuficientes para dar de comer a toda la población. A mediados de agosto se despachó otro barco a Ceuta con 920 fanegas de trigo66, pudiéndose remitir otras 863 fanegas y media a finales de mes, si bien a esas alturas el precio del trigo había aumentado mucho, ya que aunque se había comprado a 24 reales la fanega en Cádiz ya valía 33 ante la carestía67.

Lo más importante en esos momentos fue la reacción de la Corona. En vista del incumplimiento de los asentistas emitió una cédula real –firmada por la reina, al estar ausente Felipe IV de Madrid, debido a su asistencia personal al frente aragonés– en la que se daba orden para que el dinero de las tercias y otros impuestos que se cobraban en las ciudades de Carmona y Córdoba se destinasen a sufragar el envío de trigo a Ceuta y Tánger. Este dinero hizo que los envíos de grano se multiplicasen, lo que permitió que a la ciudad de Ceuta llegase el suficiente grano, si bien ya era tarde para Tánger. Como esta medida sólo podría ser un parche temporal, en otra orden real se imponía que el marqués de Monasterio ofreciese dinero a crédito, sacado de su factoría, para sufragar a largo plazo los envíos de grano68. Eso contribuyó a que con brevedad se pudieran reunir más de 13.000 ducados para proveer la plaza con trigo, obteniéndose el dinero en Andalucía por la intervención del marqués de Monasterio y sus agentes, pudiéndose enviar a Ceuta incluso un barco cargado de patatas y otro de lienzos69. Gracias a ellos las plazas se pudieron abastecer mejor, y entre septiembre y noviembre se enviaron a Ceuta –sólo desde Cádiz– más de 6.865 fanegas de trigo y otros géneros, cubriéndose de sobra las necesidades alimenticias. Mientras tanto a Tánger se enviaron 4.275 fanegas de trigo, si bien la ciudad ya había jurado fidelidad a João IV70, lo que no quitó para que varios de los barcos fueran capturados al llegar a Tánger, aprovechando los portugueses el trigo que llevaban71.

Al mismo tiempo la monarquía ordenó que desde Málaga también se enviaran socorros a Ceuta, tanto 8.000 fanegas de trigo para paliar la carestía, como la pólvora, balas y cuerda que se necesitaban, llegando los géneros entre los meses de septiembre y noviembre72. Los sucesos de Tánger también conllevarían que algunos ministros del rey se interesasen en paliar otros defectos de la provisión de la plaza de Ceuta, como eran la carencia de ropas y de dinero. En el caso de los sueldos, el dinero enviado estaba siempre por debajo de lo comprometido, algo bastante habitual en otros presidios. De hecho en esos momentos se debía mucho más a otras tropas, y por ejemplo, a los soldados que defendían Ibiza se les debían 32 pagas73. Pero la llegada de dinero para pagar los sueldos no parecía la cuestión más grave, ya que según el informe enviado por el marqués de Asentar –antes de su llegada–, insistía en que hacía por lo menos cuatro años que no se remitían las partidas de ropa comprometidas. Ahora éstas eran necesarias para que todos los soldados vistieran decentemente74. Incluso se enviaron otros 59.386 reales a los moradores de la plaza75, además de leña, carbón, dinero y medios para los hospitales76.

Todos los esfuerzos económicos, y los envíos de trigo desde Sevilla y Málaga, fueron abundantes y muy puntuales durante el resto del año, alcanzando a proveer la plaza sin problemas, lo que mejoró las condiciones de vida77, por lo que incluso la ciudad dio las gracias por la continuidad en el envío de provisiones78.

 

3. CEUTA EN 1643: LOS PROBLEMAS POLITÍCOS Y LA LLEGADA DE LA NUEVA GUARNICIÓN CASTELLANA

A nivel político la situación en Ceuta se había complicado mucho ante la actuación del gobernador –el marqués de Miranda de Anta–, siendo numerosas las quejas que avisaban de su mal gobierno79. A su llegada no supo lidiar bien con los problemas que surgían, ante su limitada experiencia, ya que hasta entonces se había dedicado a residenciar a los corregidores de Málaga. Su práctica para fiscalizar y castigar acciones y delitos –y no para buscar soluciones o consenso–, hizo que se creara muchos enemigos, algo a lo que contribuyó el hecho de que tomó partido por algunos sectores de la ciudad, frente a otros. Su excesivo celo a la hora de castigar a los pocos a los que se descubrió que podían albergar algún apoyo a los Braganza hizo que se ganara el rencor de toda la ciudad, al desterrar a Larache a algunos caballeros de la ciudad, sin establecer sentencia o motivo. En julio de 1643 –poco antes de los sucesos de Tánger–, en Madrid se decidió su sustitución ante el miedo de perder la ciudad, valorándose distintas opciones tras los informes enviados por varios consejeros, entre los que destacaban varios nobles portugueses80. Se esperaba que el nuevo gobernador fuera una persona con autoridad y experiencia, particularmente un veterano de los ejércitos de Flandes o Milán, algo que el propio Felipe IV consignó de su puño y letra al margen de la consulta81. Además, se debía atender a la buena provisión de la plaza, enviando bastimentos y municiones con urgencia82.

Será también en julio de 1643 cuando distintos ministros de la monarquía insistan en enviar a Ceuta una guarnición castellana, en las opiniones que enviaron a las juntas de gobierno que regían en ese momento los destinos de la monarquía. El motivo eran los problemas introducidos por el gobernador, pero también el miedo a cualquier intento de asalto naval de las armadas –francesa y portuguesa–, que en ese momento operaban en el estrecho de Gibraltar. Para algunos la idea era introducir soldados castellanos para renovar la guarnición, al mismo tiempo que se sacaban soldados de Ceuta para reforzar otras plazas de la monarquía. La disposición no era nueva –ya que se había intentado antes–, siendo una vieja reivindicación para evitar que las guarniciones tendieran a naturalizarse y practicaran una vida más como civiles que como militares, ya que cobraban un sueldo del rey y debían estar disponibles para cualquier acción83. La orden final de Felipe IV también insistió en que se llevase a Ceuta una guarnición castellana, o de cualquier otra nación que no fuese portuguesa, para mudar la guarnición, si bien finalmente nada se dijo de sacar a los veteranos ceutíes, seguramente para evitar las quejas, o cualquier conato de motín, como había ocurrido en el pasado84.

Durante la unión de Coronas esporádicamente Ceuta recibió refuerzos desde España, especialmente con motivo de epidemias de peste (1594) o al temerse algún ataque musulmán o inglés (1625). Siempre se trató de socorros puntuales de varias compañías de infantería española, que en poco tiempo volvían a la península85, por lo que ni se asentaron soldados castellanos en Ceuta, ni la Corona española se inmiscuyó demasiado en los asuntos ceutíes. Sólo en contadas ocasiones hubo pequeñas tensiones, especialmente durante la década de 1630, cuando la Monarquía Hispánica necesitó más soldados que nunca. Esto supuso que las fogueadas tropas ceutíes fueran reclamadas en 1631 para socorrer Larache86, y que ante la escasez de tropas profesionales en la península, se intentara contar con los veteranos de los presidios norteafricanos especialmente a partir de la entrada en guerra con Francia en 163587, siendo éstos reclamados para luchar contra los holandeses en Brasil88. Tropas reclamadas para acudir a Pernambuco en 1636, tocándole a Ceuta contribuir con 100 hombres, “gente vieha y ejercitada, para la Armada de socorro que se preparaba89. Unos preparativos que afectaron a todo el reino90, y muy particularmente a Lisboa, a la que se pidió el reclutamiento de entre 400 y 500 hombres para la expedición91.

A finales de 1638 la infantería portuguesa sacada de Tánger y Ceuta enviada a Cádiz se embarcó en la Armada por un tiempo, a la vez que éstos eran sustituidos por el mismo número de bisoños españoles recién reclutados en Andalucía92. Toda esta colaboración militar, que no llegó a los 300 hombres, fue para los ceutíes traumática, surgiendo un leve motín en 163893. El motivo del mismo, más que la indefensión de la plaza o el incumplimiento de las promesas de las Cortes de Tomar de 158194 –que daban autonomía a las fuerzas portuguesas, que no podían ser movilizadas sino para defender su propio país–, era que muchos padres de familia que engrosaban la guarnición no deseaban salir de sus casas. Muchos temían que ocurriera lo mismo que hacía algunos años, cuando por orden del gobierno portugués algunos ceutíes se enviaron a luchar a Brasil de donde nunca volvieron. Los soldados ceutíes finalmente accedieron y fueron embarcados, pudiendo regresar a sus casas ese mismo invierno. Para sustituirles durante el verano se envió como refuerzo desde Cádiz una compañía de bisoños españoles95.

Ceuta y Tánger compartieron un destino común hasta que en 1643 una intriga palaciega96, unida a la carestía de alimentos, hizo que Tánger se decantase del lado portugués, ante la llegada de dos carabelas portuguesas con pertrechos97. La tardía llegada de refuerzos y alimentos desde el otro lado del estrecho no permitió volver a la situación anterior98. Tras comprobarse todas las sospechas sobre lo ocurrido en Tánger –al enviarse espías y confidentes para intentar averiguarlo99–, la monarquía intentó la recuperación.

En Ceuta estuvo lejos de pasar lo mismo, debido a que estuvo mejor asistida, y tras los sucesos de Tánger las autoridades españolas reaccionaron con rapidez para remediar la situación, ya que se tenía claro que la provisión de alimentos era una de las claves, afirmándose “que la falta del [de trigo] no sirva para disculpa en ningún accidente, como sucedió en Tánger”100. Si bien el envío de un nuevo gobernador se había decidido previamente, al final el elegido sería el marqués de Asentar, un noble portugués que disponía de un importante apoyo en la Corte. En Madrid se le veía como el hombre adecuado y capacitado para manejar la situación, e incluso intentar recuperar Tánger. Su viaje se preparó con cuidado, ya que la situación era complicada y él debía llegar acompañado de una pequeña escuadra ante el enorme peligro que suponía que la armada francesa –con 34 navíos– estuviera atracada en Tetuán101. Una armada que había derrotado recientemente a las fuerzas navales españolas102, y que se esperaba que se uniese a una Armada portuguesa de otros 21 navíos. Por ello se temía que la plaza pudiera ser asaltada por las fuerzas franco-portuguesas, haciéndose prevenciones para que Ceuta lograra defenderse de cualquier ataque, enviándose municiones y medios para encabalgar los 55 cañones de la plaza. Además, aunque el gobernador dudaba todavía en pedir refuerzos, se realizaban los primeros preparativos para enviar soldados castellanos para asegurar la plaza y reforzar el presidio103. En la carta del marqués de Miranda de mediados de octubre, el gobernador ya pedía abiertamente el envío de al menos 200 veteranos para reforzar la plaza ante el miedo a que las armadas de Francia y Portugal atacasen, ya que navíos franceses habían inspeccionado la plaza, necesitándose urgentemente madera de los montes de Gibraltar para reforzar las defensa y realizar encabalgamientos para la artillería104.

El almirante don Antonio de Isasi, con los navíos a su cargo, sería el encargado del socorro105, pero la búsqueda de soldados para reforzar Ceuta era una cuestión complicada, ya que en esos momentos el presidio militar más grande y cercano con una dotación profesional era Cádiz, en donde sólo había 304 oficiales y soldados, a pesar de que su dotación teórica ascendía a 1.365 efectivos, por lo que todos los veranos se debían sacar 2.000 hombres de las milicias cercanas106. De hecho a mediados de julio había sólo 40 soldados, por lo que se debió llamar a 1.000 milicianos sevillanos, estando en riesgo la plaza ante su falta de guarnición, no confiándose en las milicias de la ciudad de Cádiz, ya que se estimaba que las ¾ partes estaban formadas por portugueses y extranjeros107. El marqués de Asentar desembarcó en Ceuta el día 25 de octubre acompañado por una compañía de infantería de la Armada que se consiguió reunir en Cádiz, compuesta por 100 soldados a cargo del capitán Francisco Ruiz Estrada. Los soldados fueron bien recibidos por la población, aunque según el marqués de Miranda de Anta muchos eran portugueses, por lo que convenía que los restantes hasta cumplir con los 200 fueran castellanos108.

De Cádiz no podrían salir más soldados, por lo que los siguientes envíos de tropas salieron de Málaga, aunque se trataba de milicianos. Durante los meses de julio y agosto en Málaga se habían hecho las suficientes prevenciones para defender la ciudad de cualquier desembarco naval, ya que se temía la aparición de la armada francesa y de la portuguesa, y que ambas se unieran en el mediterráneo para atacar cualquier posición española. Por ello se dio orden para apercibir las milicias de la ciudad de Málaga y sus contornos, movilizándose todos los hombres hábiles para tomar armas de 18 a 60 años109. Poco después se aprovechó la coyuntura para que esos hombres pudieran enviarse a reforzar Ceuta, pidiéndose que de Málaga se enviasen 500, para que junto con el envío de algunas galeras y otros barcos se empleasen en la recuperación de Tánger. Pronto esa cifra debió ser rebajada hasta los 350, ante la posibilidad de que muchos de los despachados fuesen soldados mal armados o inútiles, por lo que los enviados debían ser gente escogida entre los milicianos más hábiles, lo que además evitaría mayores gastos y que los moradores se inquietasen110. La ciudad de Málaga se mostró en un principio muy colaboradora con la tarea, y esperaba remitir a Ceuta al menos 400 hombres en las dos galeras de la escuadra de España despachadas para el transporte, aunque advertía de que entre sus milicianos había muchos de origen portugués111. En cambio el ministro real encargado de la tarea reconocía que como mucho se podrían sacar 300 soldados escogidos de la ciudad de Málaga y las villas de su contorno –ya que se debía intentar que fueran solteros, y evitar a los portugueses–, debiéndose conseguir dinero con urgencia para poder embarcarlos. Aunque se pudieron sacar 87 de las villas cercanas y embarcarse en las galeras, cuando se intentó hacer lo mismo con los milicianos del casco de la ciudad, muchos se negaron a embarcar, rebelándose contra sus propios oficiales, matando a un hombre y huyendo muchos a los montes cercanos, por lo que por un tiempo se evitó el envío de más hombres112.

Al final pudieron desembarcar en Ceuta 75 soldados sin ningún oficial al cargo, de los que sólo 20 estaban armados, nombrándose como capitán a don Andrés de Segura, que había servido en la plaza de guión de la caballería y de ayudante de una de las compañías de la ciudad. Los soldados fueron bien recibidos por la población, incluso castellanos y naturales trabajaban codo con codo en las obras de fortificación, sin realizarse distinciones entre ellos. Para evitar problemas con los naturales se intentó que los nuevos soldados estuvieran socorridos, y en vez de estar alojados en casas particulares, se les albergó en uno de los baluartes, construyéndose varios cuerpos de guardia y garitas. A pesar del refuerzo se consideraba que los enviados eran pocos para defender la plaza, por lo que se dieron órdenes para que el corregidor de Málaga continuara reuniendo hombres para al menos llegar a reunir 300, valiéndose de los soldados mal entretenidos de la zona, lo que se esperaba que evitara los problemas anteriores113. Mientras tanto la ciudad parecía admitir con gusto a los soldados castellanos, como avisaban las misivas enviadas desde Ceuta114.

El dispositivo defensivo de Ceuta se debía completar con barcos, que a la vez que defendiesen la plaza de las armadas extranjeras, debían emplearse en aislar Tánger, evitar la llegada de socorros, y controlar el contrabando, para intentar recuperar la plaza con rapidez. La escuadra del almirante Antonio de Isasi –con 4 navíos de la Armada del Mar Océano–, fue la encargada de ello, llegando a capturar y desviar varios navíos portugueses que llevaban provisiones y trigo a Tánger115, al mismo tiempo que se capturaba un navío inglés que introducía contrabando en el estrecho, consiguiendo que hasta el mes de noviembre no pudiera entrar ningún socorro en Tánger. De hecho la ciudad padecía una fuerte carestía, lo que daba esperanzas a los españoles, que esperaban recuperar la plaza116, si bien esto nunca volvería a ser posible, ya que Tánger continuaría recibiendo trigo periódicamente desde Lisboa y Mértola117.

La llegada de estas tropas a Ceuta –junto con la habilidad de Asentar–, ayudaron a calmar los ánimos, estabilizándose la precaria situación, y abortándose cualquier intento de que la rebelión de Tánger contagiase Ceuta118. De hecho, poco antes de su llegada, el marqués de Miranda de Anta había incautado una veintena de cartas enviadas desde Tánger que trataban de urdir un complot119. Éstas iban dirigidas a varios personajes relevantes de la ciudad, y muy especialmente al obispo, un sujeto proclive a los intereses bragancistas al haber nacido en Portugal y tener aún una importante hacienda allí, la cual no podía utilizar, lo que le había dejado en una precaria situación económica120. A cambio de la colaboración, los cabecillas de la rebelión serían bien premiados por Portugal, prometiéndose que la ciudad sería mejor atendida, y que se proveerían víveres para evitar el hambre y las privaciones del pasado. A pesar de lo ofrecido no parece que en Ceuta nadie se viera tentado a cumplir lo que las cartas del nuevo gobernador de Tánger pedían: definirse de una vez, jurar al duque de Braganza, y desatar una revuelta popular que culminara con la captura del gobernador español antes de que desde Madrid se tomara la resolución de enviar tropas castellanas121.

Uno de los logros de Lope de Acuña a su llegada fue restablecer la situación de diálogo con la ciudad, que rápidamente expresó en varias cartas dirigidas a Felipe IV su total adhesión, declarándole su “rey natural”122. Igualmente consiguió que la misma ciudad pidiese de motu propio el establecimiento de una guarnición castellana de hasta 500 soldados, “pues los mismos moradores me dicen que aun para asegurar el pueblo en cualquier alboroto son necesarios”, según palabras del propio gobernador. De hecho será éste el que pida a Madrid la castellanización de Ceuta, algo que en ese momento era difícil de lograr, proponiendo para ello que los soldados y capitanes enviados se fueran casando allí, mandando 1.000 ducados para dotes. Además, el obispo, aunque no pudo ser acusado de nada, debió salir de Ceuta con otros frailes portugueses poco fiables, para evitar futuros problemas123.

Esta presencia militar, junto con la llegada de alimentos, fue lo que definitivamente frustró cualquier intento ceutí de jurar fidelidad a los Braganza. Durante los meses siguientes se enviaron más soldados, pudiéndose formar un total de cuatro compañías con los cerca de 330 soldados que llegaron entre octubre de 1643 y diciembre 1644, procedentes de la Armada Real, Málaga y Gibraltar124. El incremento de la dotación fue importante, ya que si tenemos en cuenta los datos aportados por Jerónimo de Mascarenhas, hasta el momento la guarnición de la ciudad consistía teóricamente en 420 plazas de infantería distribuidas en dos compañías (la nueva y la vieja) y otra de caballería con 130 jinetes, además de algunos artilleros más y las fuerzas navales de la plaza, compuestas por siete embarcaciones de pequeño tamaño125. Esto suponía que con la llegada de los nuevos contingentes castellanos la plaza doblaba su dotación militar, ya que el despliegue teórico de la guarnición ceutí estaba lejos de ser real.

 

4. LOS GOBERNADORES Y LA POLÍTICA DE TRANSMISIÓN DE LA GRACIA

La monarquía intentó casi siempre mantener un gobernador de origen portugués en Ceuta hasta bien entrado el reinado de Carlos II, tanto como signo de respeto a la ciudad como por recompensar al gran número de portugueses que se mantuvieron fieles a Felipe IV durante la Guerra de Restauración y tras la Paz de Lisboa. Junto con la conservación de las instituciones ceutíes y sus costumbres, la Corona respetó el idioma portugués, lo que en ocasiones supuso una traba para las relaciones con la península. A pesar de su origen, la mayoría de los gobernadores escribían sus cartas en castellano, y sólo el conde de Castel Mendo escribía en portugués126. En 1669 el marqués de Asentar quiso modificar el sistema, al intentar que los jueces y escribanos de la plaza utilizaran el castellano, cambio que no se consolidó, ya que la monarquía no quiso modificar el idioma para evitar la reticencia de los naturales127. Unos años después, en 1679, la medida sí que tendrá efecto, ante el apoyo prestado por los naturales. Al mantenerse el portugués como lengua escrita, tanto en las escribanías como en asuntos de justicia, se producían problemas de entendimiento y gastos innecesarios, ya que los ceutíes debían traducir los papeles que enviaban a la península para pretender nuevas mercedes. La sustitución del portugués como lengua escrita y administrativa, será a la larga uno de los factores más determinantes del proceso de castellanización128.

Una función importante de los gobernadores era cuidar de todas las necesidades de la plaza. Por un lado debían fomentar la reconstrucción de muros caídos y almacenes que necesitaran aderezo129, además de atender a la reedificación de las iglesias y conventos de la ciudad, para lo cual siempre contaron con el dinero enviado desde Madrid, y los fondos que sobraban del pago de la guarnición castellana, siempre inferior a la teórica130. Incluso era importante que atendieran el cuidado de los enfermos y que atrajeran a buenos médicos131. Igualmente debían potenciar el comercio con los musulmanes de Tetuán, al mismo tiempo que debían fomentar las conversiones al cristianismo de musulmanes y judíos, cuestiones por las que intentaban ser premiados por Madrid132. De hecho muchos gobernadores, tras su paso por Ceuta terminaron ejerciendo cargos de importancia en la Corte, y sus hijas tuvieron un hueco en palacio como recompensa por sus actuaciones133.

Muy pronto –en 1643– los ceutíes pidieron optar por conseguir cualquier merced en Castilla, y no sólo las particulares del reino de Portugal134. Un año después se les concedió la naturaleza castellana para poder ser considerados como tales, a lo que se sumó el compromiso del rey de que los naturales fueran “preferidos y mirados con singular atención en sus pretensiones”135. Las continuas peticiones de los ceutíes de pasar a España o la Corte para ir a reclamar sus peticiones, pensiones y ascensos, se mostraban peligrosas y perjudiciales para la defensa de la plaza, por lo que el rey –en una Cédula Real–, estimó que por el desorden que causaban debía ponerse freno a la práctica, y sin una licencia concedida por el gobernador ningún vecino ni soldado podía salir de Ceuta, teniéndose que enviar todos los memoriales al gobernador136. Desde entonces el gobernador se erigió como una correa de transmisión de la gracia, y todos los moradores de la ciudad debían comunicarle las peticiones que enviaban al rey, como mercedes, oficios o hábitos de las órdenes militares137. Con ello se consiguió que los militares no desamparasen sus puestos mientras que optaban a premios o mercedes, ya que en 1663 eran 83 los naturales que tenían hecha alguna merced de hábito a cargo de las tenzas, debiéndoseles las tres cuartas partes del pago, ante la imposibilidad de la monarquía para atender tan elevado gasto, debido a la enorme inflación de honores y concesiones que se habían hecho a los habitantes de la ciudad en los últimos años para motivar la fidelidad138.

 

5. LA DEFENSA DE CEUTA ENTRE 1644 Y 1665

Los problemas defensivos de Ceuta, y las posibilidades de que la plaza fuera socorrida durante las décadas centrales del siglo XVII, tuvieron una estrecha relación con las dificultades militares de la Monarquía Hispánica en Europa, y sus continuas luchas en Alemania, Flandes o Italia, que restaban fuerzas para combatir en los frentes peninsulares y norteafricanos. De esta manera el reemplazo de la dotación teórica de españoles que debía tener Ceuta –cuatro compañías con 400 hombres–, fue siempre un quebradero de cabeza para el gobierno, ya que desde el principio la dotación estuvo lejos de estar completa, realizándose repetidas instancias desde 1646 para reclutar el contingente de soldados castellanos139, todas ellas sin éxito, pese a la insistencia de los gobernadores de Ceuta por reforzar la plaza140. En septiembre de 1648 más de 50 hombres murieron en una refriega con los musulmanes en las proximidades de la ciudad, generando una notable alarma141. En octubre el Consejo de Guerra respondía ordenando el envío de 80 hombres como refuerzo142, por lo que en pocas semanas se pudieron enviar a Ceuta 52 reclutas andaluces, aunque la calidad de los mismos dejaba mucho que desear debido a los métodos expeditivos utilizados en el alistamiento143.

Durante la década de 1650 la monarquía cuidó de que llegaran a Ceuta los refuerzos imprescindibles para que la guarnición se mantuviera, aunque la necesidad de tropas en todos los frentes no siempre lo permitió. Todas las peticiones cursadas por los gobernadores fueron bien acogidas por el Consejo de Guerra, que intentó en lo posible que éstas se materializaran, aunque otras prioridades estratégicas, como el asedio de Barcelona, no lo permitieron144. En 1652 el Consejo de Guerra cambió el procedimiento. Atenazado por la necesidad de tropas veteranas en diferentes puntos, intentó formalizar una recluta de 400 nuevos soldados en Andalucía para así mudar la guarnición castellana de Ceuta, más experimentada, para que estos veteranos reforzaran el ejército de Cataluña145. En esta ocasión se pudieron lograr parte de los objetivos, gracias a la colaboración de las autoridades más representativas de Andalucía146, pudiéndose embarcar 200 soldados desde Cádiz y Tarifa con pertrechos y municiones. Su llegada no supuso la salida de parte de la guarnición, por lo que los nuevos reemplazos sirvieron para reforzar la dotación castellana de la ciudad147.

Desde comienzos de 1655 hubo un recrudecimiento de los combates contra los musulmanes en Ceuta y todo el norte de África148. De hecho el gobernador de Ceuta comunicó a Madrid la imposibilidad de cumplir las órdenes enviadas para socorrer Larache, en donde una riada había derruido parte de la muralla, por lo que necesitaba el envío de un socorro con urgencia ante su falta de soldados149. En la primavera de 1655 cerca de 20.000 moros atacaron las murallas de la ciudad, y tras intentar asaltarla durante todo el día se retiraron, perdiendo entre 4.000 y 6.000 hombres ante el continuo fuego de artillería y mosquetería efectuado desde la plaza. Al día siguiente se pactó una tregua para acudir al entierro de los muertos y el cuidado de los heridos, aunque por el bando ceutí solo habían muerto 14150.

Al mismo tiempo España entraba en guerra con la Inglaterra de Cromwell, agravándose los problemas de inseguridad en el Estrecho, ya que siempre se temió un ataque inglés151. Se creía que la armada inglesa podría desembarcar en Ceuta ya que contaba con la ayuda de Muley-Hacen, rey de Túnez, Marruecos y Tremecén, ya que su intención era establecer una base en el Estrecho para impedir el comercio con las Indias152. La presión militar norteafricana, y el miedo a un ataque marítimo inglés hicieron que desde Ceuta se pidiera el envío de más tropas y municiones ante el temor a cualquier ataque153. Por ello el Consejo de Guerra accedió a enviar pertrechos y 200 hombres154. Proyecto que no tuvo el efecto deseado, ya que los reclutados debieron quedar como refuerzo en Gibraltar y Cádiz ante el miedo a algún desembarco inglés155.

La muerte de João IV de Portugal cambió las cosas, ya que la regencia de Alfonso VI estuvo marcada por la inestabilidad interna, y por un fuerte belicismo que apoyaba una guerra total contra España para consolidar la independencia, y establecer un acuerdo de paz antes de que España pacificara sus frentes abiertos con Francia e Inglaterra156. En este contexto, al miedo a los ingleses en el estrecho, en 1658 se sumó el temor a que los portugueses intentaran recuperar Ceuta, ya fuera militarmente o a través del engaño o la negociación con los naturales, llegando la noticia al Consejo de Estado de que la duquesa de Braganza había intentado captar las voluntades de los ceutíes. Ante estas circunstancias el Consejo determinó el envío de hombres y medios157, si bien finalmente nunca se envió el refuerzo. Incluso al año siguiente se volvió a insistir en su envío, afirmándose que el reclutamiento podía pagarse sin problemas del dinero que sobraba del pago de la dotación castellana, que estaba por debajo de su dotación real158, lo que dejaba claro que la problemática de que no llegaran refuerzos se debía a la falta de soldados de la monarquía, y al agotamiento de Castilla como gran centro reclutador159.

Ante la reactivación de la guerra con Portugal, en Madrid se tenía miedo de que surgiera alguna confabulación interna que cambiara la situación ceutí. A partir de diciembre de 1656 el Consejo de Guerra fue mucho más estricto que en otras épocas, ya que se pensaba que había una fuerte colaboración con Portugal, y que la plaza comerciaba abiertamente con su antigua metrópoli. El resultado de las indagaciones realizadas contradijeron esos temores. Incluso desde Cádiz se envió a un sacerdote de origen portugués con poderes portugueses para cobranzas y pleitos, que intentó sin éxito hacerlos efectivos en Ceuta. Con ello, y gracias a otras diversas indagaciones, se demostró que hacía tiempo que no existían tratos con Portugal, y que aunque algunos ceutíes tuvieran familiares allí, no había indicios creíbles de confabulación alguna160. Una cuestión bien distinta era el contrabando, ya que fue frecuente que en Cádiz y otros puertos mercaderes portugueses contratasen barcos luengos para introducir mercancías en Tánger y en otros puntos del reino de Castilla, en perjuicio de la alhóndiga y el puerto de Ceuta, llegándose a procesar a varios mercaderes franceses en Ceuta, al igual que a algunos patrones de embarcaciones. Ese contrabando fue tan habitual, que se pensaba que si no fuera por ello Tánger podría haber vuelto a la soberanía española161.

En pocos casos la fidelidad ceutí estuvo en entredicho, y casi todas las acciones y hechos que tuvieron que ver con una hipotética vuelta al reino de Portugal tuvieron que ver con los religiosos asentados en Ceuta, la mayoría de origen portugués, algo que no fue impedido por el obispo, ya que desde 1644 los españoles no eligieron uno nuevo. En 1647 un canónigo y un padre que residían en Ceuta fueron desterrados a Castilla ante las sospechas de que eran los cabecillas del bando portugués en Ceuta, y mantener correspondencia con el cónsul francés, si bien nunca se pudo demostrar que prepararan una insurrección de Ceuta162. A mediados de 1658 surgió un pequeño alboroto entre soldados y civiles por el apresamiento de un clérigo local, al que se sacó a rastras de una iglesia –algo que molestó mucho a los ceutíes–, aunque al final la actuación del gobernador hizo que los ánimos se apaciguasen y que la cuestión no fuese a más163, decretándose que las cátedras de gramática y moral de Ceuta no debían ser ocupadas por sujetos portugueses164. De hecho las fiestas ajustadas en la ciudad a finales de 1657 con motivo del nacimiento Felipe Próspero –tercer hijo de Felipe IV y el primer varón–, demostraron a la monarquía la adhesión de la ciudad, que celebró el acontecimiento decretando indultos, concediendo limosnas, disparando una salva con las 70 piezas de artillería de la plaza y realizando fiestas de moros y cristianos, saliendo todos de la plaza vestidos “a la morisca y a la española”165.

Pero por encima de todo, la tranquilidad y sosiego de Ceuta venía condicionado por la protección prestada por la Corte a las provisiones económicas y de víveres que tanto necesitaba la ciudad para subsistir, las cuales quedaron siempre al cuidado del duque de Medinaceli como Capitán General del Mar Océano y Costas de Andalucía166. Mientras tanto, en Madrid, fue muy especial la atención dispensada por la Junta de Portugal, que presionó al Consejo de Guerra para que a Ceuta no le faltara de nada y que a la ciudad continuaran llegando refuerzos, dinero y pertrechos167. La situación excepcional de Ceuta hizo que la plaza fuera bien atendida, ya que, como se decía, era “la única almena que de Portugal ha quedado”168.

Durante los años siguientes el verdadero peligro fueron los ingleses, especialmente con su llegada a Tánger a partir de 1662169. Aunque virtualmente España estaba en paz con la Inglaterra que había restaurado en el trono a Carlos II, lo cierto es que el movimiento fue observado con mucha cautela por Madrid, que no vio con buenos ojos la cesión de Tánger a los ingleses. El duque de Braganza también había cedido Ceuta al rey de Inglaterra como parte de la dote para el casamiento de su hermana, lo que preocupaba a los españoles170. Incluso tropas británicas apoyaban al enemigo portugués en la frontera portuguesa, enviándose a Tánger una nutrida guarnición procedente de Dunquerque, hombres que habían luchado recientemente contra los españoles en Flandes171. Muy pronto el conde de Castel Mendo escribió a Madrid pidiendo que la dotación de la plaza se reforzase para prevenir cualquier complicación. El Consejo de Guerra –consciente del problema–, ordenó reforzar las guarniciones del estrecho, especialmente Ceuta y Gibraltar, y decretó el envío de 200 infantes a Ceuta172. Esta petición fue rápidamente atendida, aunque no se cumplió en su totalidad, ya que se enviaron 162 hombres en tres compañías, todos ellos veteranos de la Armada, que terminaron incorporándose a las cuatro compañías castellanas fijas de la plaza, edificándose un nuevo cuartel para alojarlos173. Además de reforzar la plaza, también se tomaron medidas extraordinarias, como la prohibición del comercio con los ingleses174, o el envío de dinero para mejorar las fortificaciones175.

 

6. ¿HUBO UNA CASTELLANIZACIÓN DE CEUTA ENTRE 1640-1660?

Aunque algunos autores hayan insinuado que la presencia militar castellana produjera desde 1585 una castellanización de la plaza176, no parece que la esporádica estancia de estos soldados lo permitiera. Ello no quitó para que en la ciudad se asentaran más españoles que durante el periodo portugués, aumentando dicha comunidad a partir de 1580177. La llegada en 1644 de las cuatro compañías castellanas la situación defensiva de Ceuta cambió, reforzándose la guarnición ante cualquier enfrentamiento con los musulmanes, a la vez que se aseguraba su lealtad. Pero esto no supuso una castellanización de la ciudad, algo que parece que en Madrid tampoco se pretendía.

La dotación de las cuatro compañías castellanas de Ceuta nunca llegó a conseguir la castellanización de la plaza178. Los motivos eran obvios, ya que por un lado el número asignado era escaso y nunca estuvo completo. Entre 1643 y 1663 no llegaron a Ceuta más de 750 reclutas para una dotación que debía tener 400 hombres. Parte de los oficiales terminaron uniéndose con la élite local por vía matrimonial, como Francisco Ruiz Estrada, dando lugar a uno de los linajes más representativos de la ciudad179. Los oficiales fácilmente pudieron encontrar un hueco en la ciudad y su entramado social. En cambio, los soldados castellanos no se integraron de igual manera. La mayoría eran jóvenes que no tenían familia, y formarla era difícil al depender exclusivamente de sus sueldos, que no siempre llegaban. Pocos pudieron desarrollar otros oficios civiles paralelos o cobrar las rentas reales, como en muchos casos hacían los soldados ceutíes. Esto significaba que los soldados castellanos recién llegados eran el sector más pobre de los militares, siempre propenso a la deserción, de ahí que la dotación castellana nunca estuviera completa, como podemos observar en la tabla, que nos indica que en muchos casos la dotación real no llegaba a los 250 oficiales y soldados.

 

 

Para 1659 disponemos incluso de un listado nominal de los integrantes de las cuatro compañías castellanas, en el que también se refleja su lugar de nacimiento180. Su análisis es sin duda revelador, ya que a pesar de las restricciones, las compañías tenían cada vez más naturales de Ceuta y portugueses entre sus filas. En esa fecha casi uno de cada cuatro soldados era de origen portugués –ya fueran los 34 originarios de Ceuta, 1 de Tánger y 17 de Portugal, incluido uno procedente de las Azores–, lo que supone el 23% del total. Desde el primer momento el Consejo de Guerra había regulado que no se permitiese sentar plaza en las compañías castellanas ni a los portugueses ni a los ceutíes. Pero muy pronto las cosas cambiaron, permitiéndose la entrada de éstos, e incluso algunos capitanes de las compañías fueron ceutíes181. De hecho fue común que muchos fidalgos naturales de Ceuta sirvieran durante su vida militar en ambos contingentes –aunque no al mismo tiempo–, esperando así un mayor reconocimiento de la monarquía182.

A finales de la década de 1650 algunos gobernadores –pese a ser de origen portugués– insistían en la separación entre los soldados naturales y los castellanos, que estaban alojados en cuarteles diferentes. Incluso se insistía en que los soldados de las cuatro compañías castellanas fuesen solteros, para que siempre pudieran acudir con rapidez a sus obligaciones, al estar a cargo de la artillería y de las obras exteriores de la plaza –los lugares más expuestos–, siendo un problema que muchos capitanes y soldados estuvieran casados en la ciudad. Tampoco se veía con buenos ojos que algunos alféreces de las compañías castellanas fueran portugueses, y que no se renovasen los nombramientos cada tres años como establecían las ordenanzas militares183.

Pero la realidad era bien distinta. En muchos casos los gobernadores tenían entre sus criados a personas nacidas en Portugal, que servían como soldados, además de que varios de los oficiales de las compañías castellanas eran de origen ceutí y portugués184. Un informe elaborado en 1661 informaba del número de soldados castellanos y portugueses pertenecientes a las cuatro compañías que estaban casados con mujeres de la ciudad. Los datos informaban que había 14 oficiales y 66 soldados castellanos casados, además de otros 23 oficiales y soldados portugueses185. Teniendo en cuenta que en la muestra de 1659 había 228 hombres, esto supondría que casi la mitad estarían casados. Además, podemos interpretar claramente que debido al elevado número de hombres de origen portugués –y el gran número de oficiales y soldados que se habían casado en Ceuta–, estas compañías estaban muy naturalizadas, por lo que la integración de los soldados era evidente, sin que el idioma o el origen fueran un verdadero problema. Incluso sabemos que en 1655 el contador de la infantería castellana –natural de Ceuta–, no sabía escribir en castellano, lo que era un notable problema administrativo186. Entre la marinería que servía en Ceuta, la diferencia nacional era todavía menor, ya que en 1655 había al menos cuatro embarcaciones menores –dos barcos luengos y dos fragatas–, cuyos dueños eran castellanos que se habían asentado en la ciudad, si bien la tripulación estaba formada tanto por portugueses como por castellanos, sin que eso fuera un inconveniente187.

Aunque desconocemos muchos detalles de las compañías de la ciudad de Ceuta, según un informe de 1654, la compañía nueva de la ciudad estaba compuesta por 165 oficiales y soldados. De ellos, 105 eran ceutíes, siendo otros 50 portugueses de distintos orígenes (algunos de Tánger, e incluso uno nacido en la India portuguesa). Además de otros 7 sujetos que decían haber nacido en Castilla, de los que al menos uno mantenía un apellido claramente portugués188. Esos datos inciden en que apenas se produjo una castellanización de las compañías, y que a pesar del aislamiento con el resto de Portugal había muchos portugueses, más del 30%, frente al escaso número de castellanos. Todo ello incide en el hecho de que en Ceuta no existiera todavía una castellanización, sino más bien una persistencia de personas de origen portugués, además de que muchos de los soldados enviados a Ceuta terminaron naturalizándose, por lo que lo más lógico sería hablar de una sociedad mixta –hispano-portuguesa–, mejor integrada de lo que tradicionalmente la historiografía ha reconocido.

 

7. CONCLUSIONES

Ceuta se mantuvo fiel a Felipe IV pese a los hechos acaecidos en Lisboa en diciembre de 1640. Como hemos podido comprobar, parte de esta fidelidad estuvo forzosamente motivada –y se vio fuertemente afectada– por la capacidad española de abastecer la ciudad de todo lo que necesitaba, y muy especialmente de trigo, algo que no sucedió en Tánger. Además, la decisión española de no trastocar los sistemas previamente establecidos en la ciudad, y las pensiones, a la vez que honraba a la ciudad y sus habitantes con importantes honores y gratificaciones de todo tipo, hará que la lealtad ceutí siempre se manifestase fuerte.

La llegada de la primera dotación castellana motivó con su mera presencia la lealtad ceutí, pero no significó –por lo menos en este periodo– la castellanización de la plaza, ya que se puede advertir la fuerte naturalización de los componentes de esas compañías. Entre ellos no sólo había muchos ceutíes y de origen portugués (1/4 parte), sino que además muchos oficiales y soldados se casaron con mujeres ceutíes, ayudando a que se conformara una sociedad mixta hispano-portuguesa ante la continua naturalización de los soldados castellanos que llegaban a Ceuta.

 

FUENTES Y ESTUDIOS

Fuentes Manuscritas

 

Archivo General de Simancas

Estado, legajos 2048, 2675, 4051, 7041, 7042, 7043.

Guerra Antigua, legajos 1132, 1218, 1347, 1404, 1473, 1474, 1493, 1496, 1497, 1498, 1500, 1501, 1506, 1507, 1509, 1510, 1512, 1514, 1515, 1518, 1616, 1690, 1697, 1747, 1784, 1808, 1875, 1878, 1890, 1893, 1898, 2020, 2023, 2051, 3167; libros 209, 216, 225, 234, 250, 281, 305.

Secretarias Provinciales, legajos 2544, 2643, 2644; libro 1556.

 

Arquivo Municipal de Lisboa

Livro 1.º de consultas e decretos de D. Afonso VI.

Livro 2.º de consultas e decretos de Filipe III.

Livro 2º de Cortes.

 

Biblioteca Nacional Española

Manuscritos 2371, 2375, 2385.

 

Fuentes Impresas Y Estudios

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submissão/submission: 23/10/2015

aceitação/approval: 29/11/2015

 

 

NOTAS

* Antonio José Rodríguez Hernández (Valladolid, 1979). Doctor en Historia Moderna por la Universidad de Valladolid. En su etapa post-doctoral ha trabajado en las universidades de Almería y el University College Dublin (Irlanda). Actualmente es Profesor dentro del Departamento de Historia Moderna de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid). Sus investigaciones se han centrado fundamentalmente en el estudio del ejército de la Monarquía Hispánica durante el siglo XVII, siendo galardonado con el Premio Ejército en Investigación en Humanidades 2006. Ha publicado cuatro monografías y más de una treintena de trabajos en revistas y publicaciones científicas. Correio eletrónico: ajrodriguez.uned@gmail.com

1 Trabajo realizado gracias a la ayuda del proyecto financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad: Conservación de la Monarquía y Equilibrio Europeo entre los siglos XVII y XVIII HAR2012-37560-C02-01.

2 VALLADARES, Rafael – La conquista de Lisboa: violencia militar y comunidad política en Portugal, 1578-1583. Madrid: Marcial Pons, 2008.

3BRAGA, Isabel M. R. Mendes Drumond; BRAGA, Paulo Drumond – Ceuta portuguesa (1415-1656). Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 1998. p. 41-43.

4 FARINHA, Antonio Dias – História de Mazagão durante o periodo filipino. Lisboa: Centro de Estudos Históricos Ultramarinos, 1970. p. 159.

5VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio – Seminario erudito. Madrid: Antonio Espinosa, 1790. tomo XXXII. p. 58. Avisos del 14/5/1641.

6 Archivo General de Simancas (AGS), Guerra Antigua, legajo. 1347. Junta de Ejecución, 20 de febrero 1641.

7 Sobre las negociaciones con Marruecos por parte del duque de Medina Sidonia: SALAS ALMELA, Luis – Medina Sidonia: el poder de la aristocracia. Madrid: Marcial Pons, 2008. p. 357-358.

8 VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio – Seminario erudito. Madrid: Antonio Espinosa, 1790. tomo XXXII, p. 257. Avisos del 25/12/1640.

9AGS, Estado, legajo 7043. Relación que han hecho Fernando y Thomas Martines Fagundes, naturales de Ceuta, venidos de Portugal, Ceuta, 24/5/1643.

10 LUXÁN Y MELÉNDEZ, Santiago – Política ceutí de Felipe IV (1641-1644). Hispania. Madrid: CSIC. Nº 132 (1976), p. 175-190.

11 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 230-233. Original del siglo XVIII.

12 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Resumen de lo esencial que contienen las cartas importantes de las plazas de Tánger y Ceuta, 16/1/1641.

13 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Junta de Ejecución, 31/1/1641.

14 VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio – Seminario Erudito. Madrid: Antonio Espinosa, 1790. tomo XXXII, p. 5. Avisos del 19/2/1641.

15 AGS, Guerra Antigua, legajo 1404. Carta del conde de Sarzedas, Tánger, 13/2/1641. Carta del duque de Ciudad Real, Cádiz, 15/2/1641.

16 VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio – Seminario Erudito. Madrid: Antonio Espinosa, 1790. tomo XXXII, p. 75-76. Avisos del 11/6/1641.

17 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Carta de don Francisco de Almeida, Ceuta, 22/12/1640. Junta Particular, 11/1/1641.

18 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Junta de Ejecución, 15/1/1641. Carta del duque de Medina Sidonia, Sanlúcar de Barrameda, 26/12/1640.

19 AGS, Estado, 7041. Junta de Portugal, 19/9/1642.

20 AGS, Estado, 7041. Junta de inteligencias de Portugal, Madrid, 23/6/1641.

21 AGS, Guerra Antigua, legado 1473. Carta de Torres Vedras, Palacio Real, 24/7/1643.

22 AGS, Estado, legajo 7041. Relación sumaria de lo que contienen los papeles remitidos por el marqués de Miranda, Ceuta, 18/9/1641.

23 CARMONA PORTILLO, Antonio – Ceuta española en el Antiguo Régimen (1640-1800): análisis demográfico y socioeconómico del segundo periodo de la presencia española en la ciudad. Ceuta: Consejería de Cultura,1996. p. 97-98; CARMONA PORTILLO, Antonio – Historia de Ceuta. Málaga: Sarriá, 2007.

24 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 232 y ss. Original del siglo XVIII.

LUXÁN Y MELÉNDEZ, Santiago – Contribución al estudio de los presidios españoles del Norte de África: las dificultades de la plaza de Ceuta para abastecerse de trigo (1640-1668). Hispania. Madrid: CSIC. Nº 130 (1975), p. 321-342.

25 CASTILLA SOTO, Josefina – Algunas consideraciones sobre la lealtad de Ceuta a la Corona Hispánica en 1640. Espacio, Tiempo y Forma. Madrid: UNED. Serie IV Nº 4 (1991), p. 125-136, aquí: p. 132.

26 POSAC MON, Carlos – La última década Lusitana de Ceuta. Ceuta: Instituto Nacional de Enseñanza Media, 1967, p. 18 y 51. GOZALBES BUSTO, Guillermo – Entre Portugal y España: Ceuta. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2001, p. 283.

27 ERICEIRA, 2º conde da – Historia de Tánger durante la dominación portuguesa. traducción del R.P. Buenaventura Díaz. Tánger: Tipografía Hispano- -arábiga de la Misión Católica, 1940. Original Lisboa, Imprenta Ferreiriana, 1732. p. 165.

28VALLADARES, Rafael – Inglaterra, Ceuta y el Estrecho compartido: los inicios del asentamiento inglés en el mediterráneo occidental durante la guerra Hispano-portuguesa (1641-1668). In BAEZA HERRAZTI, Alberto (ed.) – Ceuta hispano-portuguesa. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 1993. p. 319-333, aquí p. 328.

29 ESAGUY, José de – O Livro grande de Sampayo ou Livro dos vedores de Ceuta, 1505-1670. Coimbra: Instituto de Coimbra,1941 p. 284-285.

30 LUXÁN Y MELÉNDEZ, Santiago – Política ceutí de Felipe IV (1641-1644). Hispania. Madrid: CSIC. Nº 132 (1976), p. 175-188.

31 Sobre dicha Junta: LUXÁN Y MELÉNDEZ, Santiago – La pervivencia del Consejo de Portugal durante la Restauración: 1640-1668. Norba. Universidad de Extremadura. Nº 8-9 (1987-1988), p. 61-86 y VALLADARES, Rafael – Felipe IV y la Restauración de Portugal. Málaga: Algazara, 1994. p. 174 y ss.

32 LUXÁN Y MELÉNDEZ, Santiago – Política ceutí de Felipe IV (1641-1644). Hispania. Madrid: CSIC. Nº 132 (1976), p. 180-182.

33 Biblioteca Nacional Española (BN), ms. 2371, f. 511. Representación hecha al Rey sobre el socorro de Tánger, 1641.

34 AGS, Estado, legajo 7041. Junta de inteligencias de Portugal, 2/9/1641.

35 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Relación de la infantería efectiva, Fraga, 11/2/1641. Carta de Fernando Dorado, La Mámora, 4/2/1641. Relación de los portugueses y catalanes que hay en la dotación de los presidios de Guipúzcoa y el ejército de Cantabria, San Sebastián, 16/1/1641.

36 AGS, Guerra Antigua, legajo 1347. Junta de Ejecución, 31/1, 16 y 20/2/1641.

37 BOYAJIAN, James C. – Portuguese bankers at the Court of Spain 1626-1650.New Jersey: Rutgers University Press, 1983.

38 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Carta de Juan de Alvarado, contador de la Contaduría Mayor de Cuentas, Madrid, 11/5/1643. Nota para verse en la Junta de Presidios sobre la provisión de Ceuta, 1643.

39 Algunas cuestiones sobre el abastecimiento en: SANZ AYÁN, Carmen – El abastecimiento del Estrecho durante la segunda mitad del siglo XVII: Asientos y asentistas. In CONGRESO INTERNACIONAL EL ESTRECHO DE GIBRALTAR, 1, GIBRALTAR - Actas. Ceuta: [S.l.], 1987. tomo II, p. 577-588.

40 AGS, Guerra Antigua, legajo1496. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 3/2/1643.

41 AGS, Guerra Antigua, legajo 1501. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 3/3/1643.

42 CAMARERO, Raquel – La guerra de recuperación de Cataluña 1640-1652. Madrid: Actas, 2015. p. 48 y ss.

43 AGS, Guerra Antigua, legajo 1501. Carta de Marcos de Peñavera, Málaga, 25/8/1643.

44 AGS, Guerra Antigua, legajo 1500. Carta del marqués de Sobreira Fermosa, Tánger, 13/1/1643.

45 AGS, Guerra Antigua, legajo 1510. Carta de don Alberto Pardo Calderón, Cádiz, 3/2/1643. Cartas del duque de Ciudad Real, Cádiz, 1/3 y 10/3/1643. Cartas de don Juan de Santelices, Sevilla, 3/3 y 17/3/1643.

46 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Junta de Presidios, 12/3/1643.

47 AGS, Guerra Antigua, legajo 1510. Cartas de don Juan de Santelices, Sevilla, 3/3 y 17/3/1643.

48 AGS, Guerra Antigua, legajo 1496. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 3/2/1643.

49 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 7/4/1643. Testimonio hecho con el asentista de Ceuta, Sevilla 7/4/1643.

50 AGS, Guerra Antigua, legajo 1510. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 14/3/1643.

51 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 4/5/1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 29/5/1643.

52AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Comisión de presidios, 5/6/1643.

53 AGS, Guerra Antigua, legajo 1515. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 7/4/1643.

54 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Junta de África, 26/6/1643. Comisión de Presidios, 13/7/1643.

55 Sobre su figura y sus actividades de provisión: SANZ AYÁN, Carmen – Un banquero en el siglo de Oro. Octavio Centurión, el financiero de los Austrias. Madrid: La Esfera de los libros, 2015. p. 190 y ss.

56 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Comisión de Presidios, 10/5/1643.

57 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Carta de don Juan de Otañez, Cádiz, 5/7/1643.

58 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta del marqués de Sobreira Fermosa, Tánger, 21/5/1643.

59 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Junta de África, 5/7/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de Guerra de España, 14/10/1643.

60 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Carta de Juan de Alvarado, contador la Contaduría Mayor de Cuentas, Madrid, 11/5/1643. Certificaciones del marqués de Sobreira Fermosa, gobernador de Tánger, 1643.

61 AGS, Guerra Antigua, legajo 1509. Carta del marqués de Asentar, Cádiz, 23/10/1643.

62 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Comisión de Presidios, 13/10/1643.

63 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Carta del marqués de Sobreira Fermosa, Tánger, 14/2/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1510. Copia de la carta de Mosse Pirimente, judío, lengua de la plaza, Tánger, 18/2/1643.

64 AGS, Guerra Antigua, legajo 1474. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 7/7/1643.

65 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Cartas de don Juan de Otañez, Sevilla, 22/2/ y 12/7/1643. Carta de Cristóbal de Urzueta, Larache, 8/7/1643.

66 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Carta de Manuel Ladrón de Guevara, Puerto de Santa María, 24/7/1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 18/8/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1493. Relación de lo enviado a Ceuta desde el 21 de agosto de 1643.

67 AGS, Guerra Antigua, legajo 1501. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 24/8/1643.

68 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Órdenes (dos de la misma fecha) de la Reina Gobernadora, Madrid, 2/9/1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 8/9/1643.

69 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Cartas de don Juan de la Calle, Sevilla, 8/10 y 10/11/1643.

70 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Relación de las cantidades de trigo que se han metido en Tánger y Ceuta por orden de don Juan de la Calle, del 21 de agosto al 17 de noviembre de 1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 22/11/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 5/10/1643.

71 ERICEIRA, 2º conde de – Historia de Tánger durante la dominación portuguesa. traducción del R.P. Buenaventura Díaz. Tánger: Tipografía Hispano- -arábiga de la Misión Católica, 1940. p. 171. Original Lisboa, Imprenta Ferreiriana, 1732.

72 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de don Marcos de Peñavera, Málaga, 20/9/1643. Carta de don Tomás de Mesía, Málaga, 6/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1515. Carta de don Marcos de Peñavera, Málaga, 2/11/1643.

73 AGS, Guerra Antigua, legajo 1498. Carta de Joseph de Villanueva, Ibiza, 18/9/1643.

74 AGS, Guerra Antigua, legajo 1509. Carta del marqués de Asentar, Cádiz, 23/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 10/11/1643.

75 AGS, Guerra Antigua, legajo 1506 y 1473. Cartas del marqués de Asentar, Ceuta, 3 y 16/11/1643.

76 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 29/12/1643.

77 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Cuenta de Pedro de Reies y Soto, a cuyo cargo está la cuenta y razón de la provisión de Ceuta, 1643.

78 AGS, Guerra Antigua, legajo 1506. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 26/11/1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 10/11/1643.

79 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Memorial del canónigo Gonzalo Pinto, Tarazona, 17/7/1643.

80AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta de don Miguel de Salamanca, Madrid, 28/7/1643. Carta de don Luis de Guzmán Ponce de León, Madrid, 29/7/1643. Carta del conde de Torres Vedras, Palacio Real, 24/7/1643.

81 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de Guerra de España, 2/8/1643.

82 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de Guerra de España, 21/7, y 2 y 21/8/1643.

83 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta de don Miguel de Salamanca, Madrid, 28/7/1643. Carta de don Luis de Guzmán Ponce de León, Madrid, 29/7/1643.

84 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de Guerra de España, 2/8/1643.

85 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 204-205, 211, 219-220, 225 y 228-229. Original del siglo XVIII.

86 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999, p. 225. Original del siglo XVIII.

GARCÍA FIGUERAS, Tomás; RODRÍGUEZ JOULIA SAINT-CYR, Carlos – Larache: datos para su historia en el siglo XVII. Madrid: Instituto de Estudios Africanos, 1973. p. 89 y 415.

87 AGS, Estado, egajo 2048 f. 211.Consulta del Consejo de Estado, 1/8/1634.

88 VALLADARES, Rafael – Las dos guerras de Pernambuco: la armada del conde da Torre y la crisis del Portugal hispánico (1638-1641). In SANTOS PÉREZ, José Manuel; CABRAL DE SOUZA, George F. (coords.) – El desafío holandés al dominio ibérico en Brasil en el siglo XVII. Salamanca: Universidad, 2006. p. 33-66.

89 AGS, Guerra Antigua, legajo 3167.Junta de Armadas, 25/7/1636.

90 AGS, Guerra Antigua, legajo 1132. Carta de Diego Suarez sobre los preparativos en Portugal, 15/11/1635.

91 Arquivo Municipal de Lisboa (AML), Livro 2.º de consultas e decretos de Filipe III, PT/AMLSB/CMLSB/CHR/0062, f. 40, 48 y 49. Órdenes y cartas sobre el reclutamiento, 7 y 22/11/1636, y 15/12/1636.

92AGS, Guerra Antigua, legajo 1218.Consultas del Consejo de Guerra, 10/8 y 30/11/1638, y Consulta del Consejo de Estado y Guerra en Pleno, 29/12/1638.

93POSAC MON, Carlos – Una página olvidada de la historia de Ceuta. El motín del 18 de agosto de 1638. In BAEZA HERRAZTI, Alberto (ed.) – Ceuta hispano-portuguesa. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 1993. p. 233-271.

94 Sobre la participación de la ciudad de Lisboa: AML, Livro 2º de Cortes. PT/AMLSB/CMLSB/CHR/0004, f. 29-30v. 2/1/1581.

95 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 225, 228-229 y 334. Original del siglo XVIII.

96POSAC MON, Carlos – La rebelión de Tánger en 1643. Cuadernos de la biblioteca española de Tetuán. Tetuán. Nº 5 (1972), p. 79-112.

97AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 6/10/1643. Declaración de Joseph de los Santos, Arráez de Ceuta, Sevilla, 6/10/1643. Relación de lo sucedido desde el 24 de agosto, Tánger, 20/9/1643. BN, ms. 2375 f. 158.

98AGS, Guerra Antigua, legajo 1518.Relación de lo sucedido en esta ciudad de Tánger tras la aclamación que hubo en ella el 24 de agosto de 1643, enviada al obispo de Ceuta. Cartas de algunos Padres de la Compañía de Jesús (1634-1648), noticias relativas a la situación de Tánger, agosto-noviembre 1643. In MEMORIAL HISTÓRICO ESPAÑOL. Madrid [s.n.], 1863. tomo XVII, p. 152, 340-341 y 349-250.

99 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta del duque de Ciudad Real, Cádiz, 20/9/1643. Junta de Guerra de España, 28/9/1643.

100 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de don Juan de Otañez, Cádiz, 11/10/1643.

101 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de Guerra de España, 3/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 5/10/1643. Carta de Malameted Mofadal al marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 4/10/643.

102 VELASCO HERNÁNDEZ, Francisco – El Otro Rocroi: la guerra Naval contra Felipe IV en el Mediterráneo Suroccidental. Cartagena: Aglaya, 2005.

103 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta de don Juan de Otañez, Cádiz, 4/10/1643. Junta de Guerra de España, 3/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Cara de don Juan de Otañez, Cádiz, 11/10/1643. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 13/10 y 3/11/1643.

104 AGS, Guerra Antigua, legajo 1497. Cartas del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 15 y 25/10/1643. Copia de la carta de Simón de Mendoza sobre las cosas de Tetuán y Tánger, 1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1512. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 24/10/1643. Copia de la carta de Simón de Mendoza Gobea, Tetuán, 21/10/1643.

105 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta de don Juan de la Calle, Sevilla, 5/10/1643.

106 AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta del duque de Ciudad Real, Cádiz, 31/10/1643.

107 AGS, Guerra Antigua, legajo 1501. Carta del duque de Ciudad Real, Cádiz, 19/7/1643.

108 AGS, Guerra Antigua, legajo 1497. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 28/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Cartas del marqués de Asentar, Ceuta, 5 y 8/11/1643.

109 AGS, Guerra Antigua, legajo 1501. Carta de don Tomás de Mesía, Málaga, 21/7 y 11/8/1643.

110 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Junta de guerra de España, 22/10/1643. Carta del marqués de Asentar, Ceuta, 16/11/1643.

111 AGS, Guerra Antigua, legajo 1506. Carta de la ciudad de Málaga al rey, 24/11/1643.

112 AGS, Guerra Antigua, legajo 1506. Carta de don Tomás de Mesía, Málaga, 24/11/1643.

113 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 10/12/1643. Junta de Guerra de España, 25 y 30/12/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1507. Carta del marqués de Asentar, Ceuta, 3/11/1643.

114 AGS, Guerra Antigua, legajo 1507. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 13/11/1643.

115 AGS, Guerra Antigua, legajo 1509. Cartas del duque de Ciudad Real, Cádiz, 1179 y 4/10/1643. Copia de la carta del capitán Lorenzo de Herrera, Conil, 1/10/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1506. Carta del marqués de Asentar, Ceuta, 23/11/1643.

116 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Cartas del marqués de Asentar, Ceuta, 16 y 19/11 y 19/12/1643. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 19/12/1643.

117 AML, Livro 1.º de consultas e decretos de D. Afonso VI,f. 110(PT/AMLSB/CMLSB/CHR/0082). Decreto en favor de D. João de Mascarenhas, Salvaterra de Magos, 16/11/1655.

118 AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Cartas del marqués de Asentar, Ceuta, 5 y 8/11/1643.

119 AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Carta del marqués de Miranda de Anta, Ceuta, 5/11/1643.

120 AGS, Guerra Antigua, legajo 1747. Junta de Presidios, 12/3/1643.

121 AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Relación de los puntos que se han de reparar en las cartas que han venido del marqués de Miranda de Anta. Copia de la carta de Andrés Díaz da Franca, Gobernador de Tánger, 7/10/1643.

122 La carta quedó firmada por más de 50 relevantes personajes de la ciudad. AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Carta de la ciudad de Ceuta, 7/11/1643. AGS, Guerra Antigua, legajo 1514. Carta de la ciudad de Ceuta, 17/10/1643. Carta del marqués de Asentar, Cádiz, 23/10/1643.

123 AGS, Guerra Antigua, legajo 1518. Cartas del marqués de Miranda de Anta y del marqués de Asentar, Ceuta, 5 y 8/11/1643.

124 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 242. Original del siglo XVIII.

125 MASCARENHAS, Jerónimo de – Historia de la ciudad de Ceuta: sus sucesos militares y políticos, memorias de sus santos y prelados y elogios de sus capitanes generales. Lisboa: Academia das Sciências de Lisboa, 1918, p. 15-16. Escrita en 1648.

126 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2644. Carta del conde de Castel Mendo Ceuta, 11/10/1663.

127 Carta del Consejo de Guerra al marqués de Asentar, Madrid, 16/9/1670. AGS, Guerra Antigua, Libro 305, f. 23.

128 RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, Antonio José – La ciudad y la guarnición de Ceuta (1640-1700). Ejército, fidelidad e integración de una ciudad portuguesa en la Monarquía Hispánica. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2011. p. 56.

129 AGS, Estado, legajo 2675. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 17/9/1659.

130 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 30/7/1659.

131 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2644. Memorial de Simao de Porras, s/f. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 26/1/1661.

132 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 10/9/1654. Carta del escribano de Hacienda Real, Ceuta, 22/9/1654.

133 AGS, Estado, legajo 7042. Junta de Inteligencias, 20/2/1647.

134 AGS, Guerra Antigua, legajo 1473. Carta del marqués de Asentar, Madrid, 6/10/1643.

135 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 18/12/1654.

136 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Cartas del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 18/11 y 10/12/1655. AGS, Guerra Antigua, legajo 1875. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 775/1655.

137 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 16/5/1657.

138 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2644. Relación de Héctor de Andrada, Ceuta, 20/8/1663.

139 AGS, Guerra Antigua, legajo 1616 Consulta de la Junta de Guerra de España, 24/7/1647.

140 AGS, Estado, legajo 7042. Junta de inteligencias de Portugal, 15/7/1647.

141 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 248-251.

142 AGS, Guerra Antigua, Libro 209, f. 84. Carta del Consejo de Guerra al duque de Medinaceli, 6/10/1648.

143 AGS, Guerra Antigua, legajo 1690. Junta de Guerra de España, 5/11/1648. AGS, Guerra Antigua, legajo 1697. Cuentas de la factoría realizada por Manuel Cortizos. AGS, Guerra Antigua, legajo 1701. Carta del asistente de Sevilla, 27/10/1648, y Carta de Juan de Góngora, Sevilla, 14/10/1648.

144 AGS, Guerra Antigua, legajo 1784. Consulta del Consejo de Guerra, 25/7/1651.

145 AGS, Guerra Antigua, legajo 1808. Consulta del Consejo de Guerra, 28/2/1652. AGS, Guerra Antigua, Libro 216, f. 97. Carta del Consejo de Guerra al Gobernador de Ceuta, 17/1/1651.

146 AGS, Guerra Antigua, Libros 225 y 234, f. 85 y ss, y 13. Instrucciones al duque de Medinaceli, Capitán General del Mar Océano y costas de Andalucía, 29/1 y 17/3/1652.

147 AGS, Guerra Antigua, Libro 234, f. 36. Carta del Consejo de Guerra al duque de Medinaceli, 13/3/1652.

148 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 255-257. Original del siglo XVIII.

149 AGS, Guerra Antigua, legajo 1875. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 22/1/1655.

150 BARRIONUEVO, Jerónimo de – Avisos. Madrid: Imprenta M. Tello, 1892. tomo I, p. 364-365.

151 CASTILLA SOTO, Josefina – Las relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el protectorado de Cromwell (1656-1659). Espacio, Tiempo y Forma. Madrid: UNED. Serie 4 Nº 2 (1989), p. 111-124.

152BARRIONUEVO, Jerónimo de – Avisos. Madrid: Imprenta M. Tello, 1892. tomo II, p. 420-421.

153AGS, Guerra Antigua, legajo 1875. Carta del veedor Prudencio de Ugueta, Ceuta, 2/5/1655. Relación de las municiones de la plaza, Ceuta, 4/5/1655.

154AGS, Guerra Antigua, Libro 250, f. 145 y 177.Carta del Consejo de Guerra al duque de Medinaceli, 10/4/1656. Carta del Consejo de Guerra al duque de Arcos, 8/8/1656.

155AGS, Guerra Antigua, Libro 250, f. 165 y ss.Prevenciones en Andalucía con motivo de la Armada Inglesa, 19/6, 10/7 y 26/9/1656. AGS, Guerra Antigua, legajo 1893. Cartas de don Francisco Hurtado de Mendoza, Málaga, 3, 24 y 31/10 y 14/11/1656.

156VALLADARES, Rafael – La Rebelión de Portugal 1640-1680: guerra, conflicto y poderes en la Monarquía Hispánica (1640-1680). Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998. p. 161-162.

157AGS, Estado, legajo 2675. Consultas del Consejo de Estado, 5 y 8/10/1658.

158AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 10/1/1659.

159RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, Antonio José – Los Tambores de Marte: el Reclutamiento en Castilla durante la segunda mitad del siglo XVII (1648-1700). Valladolid: Universidad de Valladolid, 2011. p. 24-26.

160AGS, Guerra Antigua, legajo 1898. Carta del duque de Medinaceli, El Puerto de Santa María, 26 de noviembre de 1656. Consultas del Consejo de Guerra, 16 y 29 de diciembre de 1656.

161AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 13/9/1657.

162AGS, Estado, legajo 7042. Junta de Inteligencias, 28/3 y 10/4/1659.

163BARRIONUEVO, Jerónimo de – Avisos. Madrid: Imprenta M. Tello,1893. Tomo IV, p. 238.

164AGS,Estado, legajo 2675. Cartas del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 7/171644 y 19/1 y 6/5/1647.

165BN, ms. 2385 f. 177.Relación que el doctor Miguel de Roxas dio de las fiestas celebradas en Ceuta en 1657 con motivo del nacimiento del Príncipe. Impreso, Sevilla, Juan Gómez de Blas.

166AGS, Guerra Antigua, legajo 1890. Cédula Real, Madrid, 30/7/1656.

167AGS, Guerra Antigua, legajo 1878. Consulta del Consejo de Guerra, 2/8/1656.

168 AGS, Guerra Antigua, legajo 1616. Consulta de la Junta de Guerra de España, 24/7/1647.

169SÁNCHEZ BELÉN, Juan Antonio – La presencia inglesa en el estrecho a finales del siglo XVII. In CONGRESO INTERNACIONAL EL ESTRECHO DE GIBRALTAR, 1, GIBRALTAR - Actas. Ceuta: [S.l.], 1987. tomo I, p. 29-44. VALLADARES, Rafael – Inglaterra, Tánger y el estrecho compartido: los inicios del asentamiento inglés en el Mediterráneo occidental durante la guerra hispano-portuguesa (1641-1661). Hispania. Madrid: CSIC. Nº 179 (1991), p. 965-991.

170AGS, Estado, legado 4051. Minuta de despacho de Mariana de Austria al marqués del Carpio, 13/12/1667.

171 Sobre la llegada de los ingleses a Tánger: ABBEY, W.B.T. – Tangier under British rule, 1661-1684. Jersey: Bigwood, 1940. p. 38 y ss.

172 AGS, Guerra Antigua, Libro 281, f. 2, 10, 19, 30 y ss. Cartas del Consejo de Guerra al duque de Medinaceli, 17 y 22/5, 26/6 y 26/12/1662.

173 AGS, Guerra Antigua, Libro 281, f. 19. Carta del Consejo de Guerra, 26/6/1662. Carta del duque de Medinaceli, Puerto de Santa María, 17/5/1662. AGS, Guerra Antigua, legajo 2023. Carta del conde de Castel Mendo, Ceuta, 19/5/1662. AGS, Guerra Antigua, legajo 2051. Relación del dinero…, Ceuta, 1/6/1663. AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2544. Carta del conde de Castel Mendo, Ceuta, 11/10/1663.

174 AGS, Guerra Antigua, Libro 281, f. 26. Órdenes sobre la prohibición de comercio, 8/7/1662.

175 AGS, Guerra Antigua, legajo 2023. Cartas del conde de Castel Mendo, Ceuta, 19 y 26/5/1662. Cartas de fray Genaro María de Aflito, Ceuta, 26 y 27/5 y 17/6/1662. Parecer del marqués de Trocifal. También: RUIZ OLIVA, José Antonio – Fortificaciones militares de Ceuta: siglos XVI al XVIII. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2002.

176 CARMONA PORTILLO, Antonio – Ceuta española en el Antiguo Régimen (1640-1800). Análisis demográfico y socioeconómico del segundo periodo de la presencia española en la ciudad. Ceuta: Consejería de Cultura, 1996. p. 95-98.

177 BRAGA, Isabel M. R. Mendes Drumond; BRAGA, Paulo Drumond – Ceuta portuguesa (1415-1656). Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 1998. p. 65-66.

178 Véase RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, Antonio José – La ciudad y la guarnición de Ceuta (1640-1700): ejército, fidelidad e integración de una ciudad portuguesa en la Monarquía Hispánica. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2011. p 121 y ss.

179 CORREA DE FRANCA, Alejandro – Historia de la mui noble y fidelíssima ciudad de Ceuta. Ceuta: Ciudad Autónoma, 1999. p. 242 y 313. Original del siglo XVIII.

180 AGS, Guerra Antigua, legajo 2020. Relación de los ministros, oficiales y soldados que se hallan sirviendo a en las cuatro compañías de infantería castellana, Ceuta, 9/5/1659.

181 AGS, Guerra Antigua, Libro 234, f. 217 y 275, Libro 257, f. 146. Cartas del Consejo de Guerra a la plaza de Ceuta, 15/9/1653, 20/7/1654 y 19/8/1659.

182 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2643. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 13/8/1654.

183 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2543. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 10/1/1659.

184 AGS, Guerra Antigua<, legajo 1875. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 8/1/1655.

185 AGS, Secretarias Provinciales, legajo 2644. Carta del conde de Castel Mendo, Ceuta, 17/8/1661. Lista de soldados y oficiales que están casados, 1661.

186 AGS, Guerra Antigua, legajo 1875. Carta de Prudencio de Ugueta, veedor de Ceuta, Ceuta, 5/8/1655.

187 AGS, Guerra Antigua, legajo 1875. Carta del marqués de Arcos y Tenorio, Ceuta, 8/1/1655.

188 AGS, Secretarias Provinciales, Libro 1556. Pagamentos y listados de la nueva compañía de la ciudad de Ceuta, del capitán don Melchor de Torres y Mudarra, 1/12/1654.

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