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Revista :Estúdio

versión impresa ISSN 1647-6158

Estúdio vol.10 no.25 Lisboa mar. 2019

 

ARTIGOS ORIGINAIS

ORIGINAL ARTICLES

Lo busco y no lo encuentro: dos films de Joaquim Jordà acerca de los trastornos cerebrales

I seek, but cannot find: two films by Joaquim Jordà about brain disorders

 

Marta Negre Busó*

*España, artista y profesora.

AFILIAÇÃO: Universitat de Barcelona, Departament d'Arts Visuals i Disseny. C/ Pau Gargallo, 4, 08028, Barcelona, España.

 

Endereço para correspondência

 

RESUMEN:

En esta comunicación presento los films Monas como Becky y Más allá del espejo, dos films de Joaquim Jordà en los cuales se da visibilidad a las enfermedades mentales y se reflexiona sobre ellas.

Palabras clave: cine documental / ensayo fílmico / enfermedades mentales / autorepresentación.

 

ABSTRACT:

In this communication I present the films Monas como Becky (Monas as Becky) and Más allá del espejo (Beyond the mirror), two films by Joaquim Jordà in which visibility and reflection on diseases and mental disorders are given.

Keywords: documentary film / film essay / mental illness / self-representation.

 

Introducción

Joaquim Jordà, en 1997, sufrió un ictus que le provocó daños cerebrales que fueron diagnosticados como agnosia y alexia. La primera patología conlleva una incapacidad para reconocer objetos, personas, sonidos, olores o tamaños. Las personas afectadas pueden ver, oír y oler, es decir, los sentidos no están alterados, pero el cerebro no puede interpretar la información. La alexia es una subdivisión de la agnosia que está asociada a la incapacidad para reconocer textos; padecerla significa tener dificultades para leer material impreso, aunque sí se pueda escribir. Jordà tuvo que adaptarse a esta nueva situación para seguir dedicándose a la producción audiovisual. De hecho, sus siguientes películas son escritas y dirigidas en colaboración con Núria Villazán o Laia Manresa.

Hasta ese momento, Jordà había sido director de cine, guionista, profesor y traductor. Siempre había tenido una actitud activista y su militancia política se ve reflejada en numerosos films. Ejemplo de ello es su relación con UNINCI, productora ligada al Partido Comunista de España; las películas realizadas para INITELE, productora del Partido Comunista Italiano; o los documentales Numax presenta… (1980) y Veinte años no es nada (2005). En todos ellos hay una voluntad de visibilizar lo real, de acercarse a los hechos huyendo de lo puramente informativo, inmiscuyéndose en la historia desde una mirada reflexiva que le permitía retratar la actualidad. Este compromiso político persiste en Monas como Becky (1999) (Figura 1) y Más allá del espejo (2006), pero hay dos cambios importantes. Uno de ellos es su implicación personal en los asuntos que se tratan y el otro, el hecho de entender lo político como algo mucho más amplio, que no solo afecta a las instituciones y a las luchas de clase, sino que tiene que ver con la vida misma, con lo cotidiano. En definitiva, con lo que llamamos biopolíticas. Precisamente, los daños cerebrales que sufrió Jordà le llevaron a indagar en algo tan habitual como las enfermedades mentales. En los dos documentales se intenta desvelar qué significa vivir con estos trastornos. Se analiza y expone cómo la sociedad, las instituciones o los especialistas asisten a los «pacientes» y, sobre todo, cómo las personas que los padecen sobrellevan su condición de «enfermos». En la ponencia que planteo, mi intención es presentar estas dos películas y ver cómo las vivencias personales de los personajes que aparecen muestran aspectos de nuestra sociedad muchas veces minimizados o silenciados.

 

 

 

1. Matamos la vida, para salvar la vida

Monas como Becky es un experimento fílmico donde Jordà y Villazán tratan el tema de la locura mezclando lo documental, lo ficticio y lo autobiográfico. El hilo conductor de la película es la historia de Egas Moniz, neurólogo portugués que obtuvo el Nobel de Medicina por, entre otras cosas, implantar la lobotomía a personas que padecían esquizofrenia. Cabe decir que el título proviene de Becky, un chimpancé al que se le aplicó una ablación en el lóbulo central para calmar su agresividad. Cierta leyenda dice que cuando Moniz asistió a un congreso en Londres, en 1935, tuvo conocimiento de este ensayo y, posteriormente, aplicó dicha técnica a humanos con la ayuda del cirujano Almeidas Lima. La historia oficial confirma que antes ya había iniciado este tratamiento. Es evidente que escoger a Moniz como figura vehicular del film no es arbitrario. Este científico simboliza una manera concreta de entender la psiquiatría, en un contexto determinado en que se buscaba una solución para la gran masa de población de los hospitales psiquiátricos. Para él, la finalidad era que estas enfermedades fuesen erradicadas sin tener en cuenta la voluntad de quien las padecía. La lobotomía, los comas de insulina, los electrochoques y otros métodos agresivos implicaban daños mentales irreversibles y propiciaban que la persona dejara de padecer, pero, a la vez, dejara de pensar y sentir. Este dilema persiste hoy. La lobotomía es una terapia obsoleta que ha sido prohibida y, por otro lado, el sistema psiquiátrico ha cambiado considerablemente. Aun así, sigue siendo problemático cómo enfrentarse a los desórdenes mentales: ¿qué significa sufrirlos?, ¿por qué aparecen?, ¿cómo curarlos?, ¿qué tratamientos son éticos? Jordà y Villazán plantean estas preguntas, pero no hay una voluntad de encontrar respuestas, porque es posible que no las haya. Lo que sí existe son vidas vividas y experiencias que pueden ser contadas y que despiertan empatía. En la película, los directores proponen a los residentes del centro de salud mental de Malgrat de Mar que representen la vida del neurólogo Moniz para un film. Esta situación permite crear un entorno próximo donde entablar un diálogo con ellos (Figura 2), sin estilismos, efectismos, ni guiones fijos; rompiendo así la distancia entre los directores y los personajes que aparecen en el documental. Toda esta naturalidad se entremezcla con elementos de ficción y con otros múltiples registros. En el trascurso de la película vemos entrevistas a especialistas (un filósofo, un sociólogo, neurocirujanos, psiquiatras, etc.) y a familiares de Moniz; una visita a su mansión; imágenes de archivo; la vida cotidiana de los residentes; los ensayos teatrales que estos llevan a cabo, y la interpretación y el posterior visionado de la película sobre Moniz que han realizado. También nos muestra unos monos gritando encerrados en un zoológico; la grabación de una operación que se le aplicó a Jordà y como él mismo nos cuenta esta experiencia; el actor João Maria Pinto interpretando a Moniz en el hospital psiquiátrico de Miguel Bombarda (Lisboa), y, finalmente, un diálogo con este actor diagnosticado como maníaco depresivo en el emblemático panóptico de dicho hospital. En definitiva, una amalgama heterogénea de material, que se va enlazando para hilar una narrativa dinámica, que permite exponer el tema manteniendo una mirada incisiva, mostrando su dureza, pero a la vez con humanidad, cierto divertimiento y, sobre todo, con un cariz vivencial.

 

 

De hecho, vida es la palabra que me interesa señalar. El filósofo Jorge Larrosa advierte que el problema será siempre qué entendemos por vida. Él nos recuerda que los griegos tenían dos vocablos para referirse a ella: zoé, la vida pura, la vida natural, y bios, que remite a la vida de alguien, a su biografía. Nos dice que el uso de fármacos es para salvaguardar la vida del paciente, porque hay que protegerle de sus impulsos autodestructivos, pero su tratamiento nos lleva a un callejón sin salida, en el que «matamos la vida, para salvar la vida. Matamos una vida con sentido, aunque duela y aunque dure poco, para crear una vida como supervivencia, una vida donde está ausente el dolor, pero donde también está ausente el sentido».

El uso de pastillas está presente en todo el film. Los enfermos nos hablan de sus tratamientos, el propio Jordà muestra la cantidad de comprimidos que toma cada día. Los historiadores médicos Enrique Jordà y Antonio Rey comentan que actualmente hay una «leucotomía social», pero no con cirugía, sino con fármacos, «ya que no estamos para tratar a los locos sino para tratar a toda la población» susceptible de ser diagnosticada. Todo ello contrasta con el ambiente desenfadado que se vive en el centro, con los relatos que los usuarios cuentan, incluso con las ilusiones que tienen. En suma, el film se convierte en una terapia para ellos. Uno de los residentes aconseja que se le cure hablando, dice que él es como una flor que debe ser regada y que los medicamentos no cumplen esta función, pero en cambio, hablar y ser escuchado, sí. Precisamente, el interlocutor, Jordà, es un paciente más, rompiendo así la frontera entre lo normal y lo anormal. La idea del «otro» se diluye y cobran importancia las historias de cada uno de los protagonistas.

Finalmente, es interesante remarcar que el film destila humor, a veces mordaz, a veces entrañable. El punto de partida ya da cuenta de ello. Me refiero al giro conceptual que plantea cuando los enfermos interpretan a su propio «verdugo». Pero hay momentos que son evidentemente cómicos, por ejemplo las exageradas escenas de ficción centradas en la vida de Moniz. En una de ellas se oyen en off gritos de chimpancés y en otra, con un estilo kitsch, una enfermera vestida con una desmesurada indumentaria anuncia que ha tenido un «sueño de gloria para el profesor», toda ella iluminada por un destello celestial (Figura 3). Esta última secuencia precede a las imágenes de una operación quirúrgica que se le realizó a Jordà. Lo sarcástico se confronta con lo dramático. Las explicaciones de los científicos se intercalan con momentos de la vida de los internos: una visita a un zoológico o el registro del día de la lotería nacional. Incluso es cómico, a la vez que poético, el hecho de que los médicos y académicos se pierdan en un laberinto mientras pretenden explicar qué son las enfermedades mentales. Porque, en definitiva, la película acaba mostrando que aquello que se uiere objetivar y catalogar es esencialmente escurridizo.

 

 

 

2. De muy diferente manera

En un momento del film Monas como Becky, Jordà narra su experiencia a partir del instante que tuvo el ictus. Nos dice que desde ese momento todo cambió y que, de golpe, se dio cuenta «que veía el mundo de muy diferente manera y además de muy deficiente manera». Las cosas que buscaba en su cerebro no las conseguía encontrar. Esta observación es la que repiten las diferentes protagonistas de la película Más allá del espejo, realizada en colaboración con Laia Manresa. En este film, se tratan los trastornos cerebrales, concretamente los que hacen referencia a lo cognitivo. El punto de partida de la película es un artículo que apareció en un periódico sobre Esther Chumillas, una joven que padecía agnosia, una afectación neurológica que, tal como hemos comentado, provoca problemas perceptivos. Cabe decir que su figura funciona como alter ego del director, ya que el ictus le provocó secuelas neurológicas similares. En este sentido, conocer las discapacidades de la joven le permite percatarse de lo que le sucede a sí mismo y, simultáneamente, adentrarse en los misterios de la mente. Si bien la película gira entorno a cuatro años de la vida de Chumillas (Figura 4), también narran su situación otras mujeres: Rosario Villaescusa, a la que operaron de un tumor cerebral; Yolanda Cañameras, que se quedó ciega entre los 21 y los 24 años, y Elvira del Álamo y Paquita Ràfols, afectadas por alexia y/o agnosia. Todas ellas, incluso Jordà, padecen dolencias poco conocidas y muchas veces difíciles de comprender. La película informa sobre ello, de cómo adaptarse a un mundo que deben volver a aprehender y de la incomprensión que su situación causa. A su vez, habla de la muerte, del fin de una etapa, del inicio de otra. Rosario, de manera contundente, dice:

Tú ya no eres tú. Tú te quedaste allí, en quirófano y quien salió fue… otro. Y ese otro, pues claro, no entiende nada de su alrededor, y cuando habla con los que le rodean, los otros no le entienden, porque habla diferente. Y yo que estaba tan contenta porque ¡anda, estoy viva! Y no era verdad. Había muerto, pero no lo sabía. Ahora es cuando empiezo a estar viva. Y claro, quería seguir viviendo como vivía Rosario Villaescusa, y ella se murió.

 

 

Con todo, es un film optimista. Son historias de superación personal y de amistad, como la relación que une a Jordà y Chumillas. Formalmente, aparecen muchas veces dos personajes en un mismo encuadre, reforzando la idea de complicidad, pero también insistiendo en el hecho de que hay otra gente que participa de la grabación, otros interlocutores posibles, interpelando así al espectador.

Por otro lado, a diferencia de Monas como Becky, aquí no hay casi escenas de ficción; las únicas imágenes que rompen el formato documental son las carátulas que van interrumpiendo las entrevistas y que muestran un tablero gigante donde avanzan unas piezas de ajedrez con el rostro esculpido de Jordà y de las protagonistas, aludiendo a la novela de Lewis Carroll (Figura 5). Esther, exactamente como Alicia, avanza en el tablero para ser reina y, como en el libro, todos viven un mundo que funciona al revés: el antiguo sistema de interpretación se ha derrumbado y deben crear uno de nuevo. A fin de cuentas, la película habla de la representación, de los signos y de las convenciones del lenguaje. De cómo percibimos la realidad y de si hay un modo normal de hacerlo.

 

 

 

4. Conclusión

Jordà, con sus propuestas, hace evidente al espectador la fragilidad del cerebro humano, pero al mismo tiempo nos involucra en los miedos, los anhelos y las ansias de ser felices. Esther, con su discapacidad, consigue terminar los estudios, un trabajo y vivir de manera independiente con su compañero. Así, su patología no la define, la definen sus vivencias que con maestría el director consigue visibilizar y, con ellas, hacernos reflexionar. Sus ensayos fílmicos pueden parecer inacabados e incluso toscos, pero en ningún caso esto es un defecto, porque hablan de lo real y de la vida misma, y ni lo uno ni lo otro son perfectos.

 

Agradecimentos

Este trabajo es resultado de la investigación realizada en el proyecto I+D ARCHID, Cuerpos conectados. Arte y cartografías identitarias en la sociedad transmedia (HAR2017-84915-R).

 

Referencias

Más allá del espejo. Dirigida por Joaquim Jordà [grabación de vídeo]. Barcelona: Cameo Media, 2007. 1 DVD 105 min. Producción de la película original: Ovideo / Únicamente Severo Films, 2006. Depósito Legal: B.36630-2007.         [ Links ]

Monas como Becky. Dirigida por Joaquim Jordà y Núria Villazán [grabación de vídeo]. Barcelona: Cameo Media, 2011. 1 DVD 94 min. Producción de la película original: Els Quatre Gats Audiovisuals / Canal + España / TV3, 1999. Depósito Legal: B.329443-2011.         [ Links ]

 

 

Artigo completo submetido a 03 de janeiro de 2019 e aprovado a 21 janeiro de 2019

 

Endereço para correspondência

 

Correio eletrónico: martanegre@ub.edu (Marta Negre)

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