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Revista :Estúdio

versão impressa ISSN 1647-6158

Estúdio vol.3 no.6 Lisboa dez. 2012

 

EDIÇÕES

PUBLISHING

El camino como libro en Hamish Fulton

The path as a book in Hamish Fulton

 

Paula Santiago Martín de Madrid*

* España, artista visual. Docente en el Departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de Valencia e investigadora en el Centro de Investigación Arte y Entorno de la Universidad Politécnica de Valencia. Doctora en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia.

Endereço para correspondência

 

 

RESUMEN:
Si bien podemos encontrar diversas modalidades de libros de artista (ediciones únicas, libros objeto, publicaciones intervenidas, etc.) dada la pluralidad de registros creativos que engloba el término, en el caso de Hamish Fulton el peculiar uso que efectúa del diario y/o libro de viaje nos invita a reflexionar sobre el desplazamiento y su vivencia. Esta vivencia quedará recogida a través de un conjunto de pequeños fragmentos que, en su diversidad referencial, aluden al paisaje natural. Así, la experiencia del camino y del horizonte, con sus evidentes connotaciones, quedará recogida en las páginas de los múltiples libros llevados a cabo por Fulton.

Palabras clave: camino, horizonte, paisaje, libro, arte, naturaleza.

 

ABSTRACT:
While we can find various forms of art books (single editions, object books, intervened publications, etc.) because the plurality of records includes the term creative, in the case of Hamish Fulton's peculiar use made of the daily and / or travel book invites us to reflect about the movement and his experience. This experience will be collected through a set of small fragments, in their diversity referential, alluding to the natural landscape. Thus, the experience of the road and the horizon, with its obvious connotations, be reflected in the pages of many books held by Fulton.

Keywords: road, horizon, landscape, book, art, nature.

 

 

Introducción

Para el filósofo Otto Friedrich Bollnow el camino "no es un lugar de estancia arbitrario, ameno, sino que designa una situación fundamental – y quizá la decisiva – del hombre en su mundo, por lo que el camino se convierte en uno de los símbolos primitivos de la vida humana". A partir de esta consideración la vida es concebida como un recorrido vital y el hombre como un viajero, por lo que queda transformado en Homo viator.

De este planteamiento se desprenden importantes consecuencias en relación al acto de caminar. Para Hamish Fulton (Londres, 1946), el camino quedará relacionado con la vivencia, el avance y la penetración en un espacio natural. Paralelamente, desplazarse constituirá una pieza artística que, convertida en experiencia física y emocional, permitirá no sólo medirse con uno mismo, sino también medir la naturaleza con las propias pisadas. Para nuestro artista, que comenzó a andar por diferentes lugares del planeta a principios de los años 1970, la idea básica reside en una doble mezcolanza basada en el respeto y en la libertad: por un lado, la que se produce sobre la naturaleza y, por otro, la que ésta provoca en el propio caminante. A partir de ello, el viaje y su documentación –especialmente, mediante la fotografía y el libro de viaje – generan una nueva manera de enfrentarse y de concebir el arte, hecho que posibilita que el camino quede transformado en libro.

Numerosos han sido los recorridos realizados por Fulton que han dado lugar a una amplia cantidad de libros de artista. Entre los mismos podemos citar títulos como: Hollow lane (1971), Skyline Ridge (1977), Roads and Paths (1978), Fleurs Sauvages (1981), Song of the skylark (1982), Horizon to horizon (1983), Twilight Horizons (1983), Camp fire (1985)(Figura 1), Ajawaan (1987), One hundred walks (1991) o Hill walk-Bergwanderung (1999). Libros artísticos en los que las imágenes dialogan con textos que actúan como evocaciones de un estado de ánimo o, incluso, como mero registro emocional derivado del encuentro con la naturaleza.

 

 

1. Hacia el horizonte.

Junto a la noción de camino, encontramos en la obra de Fulton la presencia persistente de la idea de horizonte. Si atendemos exclusivamente a aspectos de carácter físico o geográfico, podemos señalar que el horizonte alude a esa línea imaginaria que se sitúa entre el cielo y la tierra. No obstante, sabemos que dicha línea limita paisajes en todas las direcciones posibles de nuestro campo visual y que no podemos alcanzarla. Esto hace que el horizonte nunca quede atrás y que todo cuanto hallamos en nuestro caminar se encuentre enmarcado por el mismo. Desde esta perspectiva la marcha realizada por Fulton en 1983, recogida en el libro Horizon to horizon(Figura 2, Figura 3), supone un recorrido infinito e imposible en el que el caminante se encuentra consigo mismo en el intento de trasladarse desde un horizonte a otro. Al respecto de esta obra, Tiberghien señala que se trata de:

Una experiencia mental, por supuesto, porque es físicamente imposible, pero que es una forma de alcanzar el tiempo en el espacio. Lo que Fulton dibuja es el retroceso del horizonte que produce el movimiento del caminante, la movilidad, la respiración misma de su cuerpo" (Tiberghien, 2001: 140-141).

 

 

En torno a esta experiencia con la línea imaginaria que bordea nuestros paisajes, Van Peursen afirma que el horizonte trasplanta al hombre al centro de la realidad. Pero no sabemos muy bien qué es la realidad y tampoco tenemos certeza sobre cuál es su centro o, incluso, sus centros. Sin embargo, lo que sí sabemos es que el horizonte nos permite situarnos en ella, es decir, ubicarnos paradójicamente en un espacio preciso en su propia imprecisión y cerrado en su propia apertura.

Para Fulton el horizonte nos sitúa en el mundo porque, aunque tenemos la certeza de que el horizonte es inabarcable, nos permite que lo hagamos nuestro – siquiera sea de manera simbólica – o que, al menos, lo intentemos desde la invitación a seguir caminando. El horizonte se configura, por tanto, como límite inalcanzable y espacio para avanzar, como aparente línea que separa el cielo y la tierra o, dicho de otra forma, como línea imaginaria que hace que la bóveda celeste toque la tierra. Decir aparente, nos traslada de manera inmediata, al mundo de la fantasía, de la ilusión óptica, de lo irreal e intangible.

Sin embargo, aunque sabemos que se trata de una línea imaginaria irreal, su irrealidad es extraña: no sólo existe en nuestra mente, sino que pertenece al mundo. Si bien el horizonte no se encuentra inserto en el mundo físico, sí que lo está en lo que se refiere a la espacialidad humana, ya que ayuda a organizar la relación de los individuos con el mundo. Fulton despliega su espacio desde su centro y desde el interior de un marco limitado por esa línea que genera unidad: el hecho de que el hombre no alcance su horizonte, sino que éste se mueva con él, confirma que ambos están ligados en relación mutua. En una entrevista realizada al artista, éste afirmaba:

Creo que caminar es sagrado. Es sagrado porque une la tierra, la mente y el cuerpo. Los humanos se unen con la naturaleza al caminar. Mi empresa consta de dos partes separadas: primero, el paseo y, segundo, las obras de arte resultantes. Aunque los paseos pueden repetirse, los días nunca pueden repetirse. El tiempo es como un río que fluye. En una sola dirección (Fulton, 2005: 233).

Al mismo tiempo conviene recordar que el horizonte surge como un término, o mejor como un concepto, que se encuentra unido a la existencia del ser humano y a su relación con el mundo. Nuestro vocablo deriva de la palabra griega orizon, cuyo significado remite a la idea de limitar. Si bien la idea de límite puede incomodar al ser humano, no cabe duda de que sin ésta, nuestro mundo no sería el mismo. Situarnos en un mundo limitado, siquiera sea por una línea imaginaria, nos permite encontrarnos en él como en casa. En este sentido, el horizonte nos da tranquilidad: ayuda a situarnos en un entorno seguro. Aunque sepamos que se trata de una frontera inexistente a la que hemos asignado nombre y a la que, por supuesto, hemos dotado de propiedades. De este modo, el término identifica la frontera entre dos mundos: el físico y limitado, sobre el que nos movemos, y el intangible e infinito, que nos lleva a lo desconocido (Figura 4, Figura 5, Figura 6).

 

 

No obstante, sean cuales sean las interpretaciones que hagamos al respecto del horizonte, hay algo que resulta constante en las obras de Fulton: el horizonte es un concepto que va más allá de lo meramente visual y que, pese a su quietud y distancia, invita de forma constante al movimiento: a un ponerse en el camino hacia un límite que siempre se desplaza con nosotros. Una experiencia ésta – junto a muchas otras surgidas del contacto con la naturaleza – que será trasladada al libro, mediante diversas y originales formas. Según señala Guillén al respecto de los libros de artista:

El artista encuentra nuevas fórmulas de asociación, y crea, con formas propias nuevos códigos de comunicación y de lectura […] El artista se apropia de esta manera con un nuevo equipaje instrumental, dilata su propia experiencia, usando el libro como lugar de búsqueda (Guillén, 2009: 76).

 

2. La experiencia del camino en el libro de artista.

Henry David Thoreau, al inicio de Caminar efectúa la siguiente afirmación:

Quiero decir unas palabras a favor de la Naturaleza, de la libertad total y el estado salvaje, en contraposición a una libertad y una cultura simplemente civiles; considerar al hombre como habitante o parte constitutiva de la Naturaleza, más que como miembro de la sociedad (Thoreau, 2010: 7).

No cabe duda de que son numerosas las similitudes que podemos establecer entre el libro y el viaje. Por otro lado, si bien podemos encontrar diversas modalidades de libros de artista (ediciones únicas, libros objeto, publicaciones intervenidas, etc.) debido, especialmente, a la pluralidad de registros creativos que engloba el término, podemos afirmar que el diario o libro de viaje es uno de los más comunes.

El desplazamiento como tema común de numerosos artistas que trabajan y viven con esa idea de constante movimiento, de búsqueda de la utopía, de actitudes vitales, como huida hacia delante o de un absoluto pragmatismo. Los cuadernos de viaje sirven al artista como soporte de pensamiento y memoria […] En ocasiones comienzan siendo diarios de viaje sin pretensiones, pero en las manos del artista se convierten en auténticas obras de arte (Alcaraz, 2008: 240).

En este sentido, podemos considerar que los libros de Fulton son cuadernos de viaje (Figura 7, Figura 8, Figura 9, Figura 10, Figura 11). No obstante y dada la peculiaridad de las marchas del artista –esencialmente en entornos naturales –, cabría señalar que los mismos no suponen tan sólo una recogida de datos y vivencias surgidas en el camino, sino la constatación de un hecho: la naturaleza está ahí. Ello hace que la misma enuncie la cercanía de su presencia y la premura que reclama gozar de su lejanía, un espacio que la contemporaneidad ha perdido y que el arte todavía puede recuperar. En palabras de Prete:

Y poco a poco, me fui dando cuenta de que me encontraba en el núcleo, en la urgencia, de una cuestión absolutamente contemporánea. Porque hoy la lejanía ya no está lejos […] La narración, la poesía, las artes mantienen abierto el espacio de la lejanía, porque representan la lejanía como lejanía (Prete, 2010: 14-15)

 

 

 

En los libros de Fulton, por tanto, el artista encuentra un medio para hablarnos de la libertad y de la energía y para hacernos leer lo que en ese mundo natural se encuentra escrito, algo que nos aproxima a la lejanía que reclama la experiencia directa del mismo.

Mi verdadera ambición sería no anunciar coches (hasta que llegue la tecnología de célula de combustible), sino pequeños pájaros, flores silvestres, ríos limpios, el olor del bálsamo […] De la contradicción surge la Energía. Y la Energía que hace falta hoy es Energía Espiritual (Fulton, 2005: 235).

 

3. Conclusión

Los libros derivados de las caminatas de Hamish Fulton, aunque puedan ser considerados obras artísticas, actúan en cierto modo como apuntes o borradores de otro libro, ya que no podemos olvidar que la obra, en palabras del artista, se halla en el acontecer del paseo y, por ello, en el lugar de la naturaleza. Lo fundamental del proyecto fultoniano no es la elaboración de objetos, sino la invitación a la lectura de un "modo de vida". Así, caminos, horizontes o cielos se transforman en líneas configuradoras de libros que en todos los casos nos aproximan a la naturaleza y su vivencia, ese texto que siempre resulta inabarcable.

En 1973 adquirí el compromiso de hacer: sólo arte derivado de la experiencia de cada caminata. Quería que mi arte tratara de la experiencia real, no de situaciones ficticias ni de una manipulación de los medios. Cuando comencé, no tenía ni idea de dónde me llevaría el camino. He pasado los últimos treinta años intentando desentrañar aquella decisión básica (Fulton, 2005: 224-225).

 

Referencias

Alcaraz, Antonio (2008). "El libro, espacio creativo" In VV. AA., El llibre, espai de creació, Editorial Biblioteca Valenciana, Valencia,         [ Links ]

Bollnow, Otto Friedrich (1969) Hombre y espacio, Labor, Barcelona,         [ Links ].

Fulton, Hamish (2005) "Si no se camina, no hay obra" In Maderuelo, Javier (Ed.), Diálogos Arte Naturaleza, Fundación César Manrique, Lanzarote,

Guillén, José M. (2009) "Del ciberlibro a los otros libros" In VV. AA., Sobre libros. Reflexiones en torno al libro de artista, Sendemá, Valencia,         [ Links ].

Prete, Antonio (2010) Tratado de la lejanía, Pre-Textos/Editorial UPV, Valencia.         [ Links ]

Thoreau, Henry D. (2010) Caminar, Ardora Ediciones, Madrid.         [ Links ]

Tiberghien, Guilles A. (2001) "Horizontes" in Maderuelo, Javier (Ed.), Arte público: naturaleza y ciudad, Fundación César Manrique, Lanzarote.         [ Links ]

 

 

Endereço para correspondência

Correio eletrónico: masanma6@bbaa.upv.es (Paula Santiago Martín de Madrid).

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