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Medievalista

versão On-line ISSN 1646-740X

Medievalista  no.29 Lisboa jan. 2021

 

APRESENTAÇÃO DE TESES

Las fortificaciones del Campo de Montiel (ss. VIII al XVI): historia, arqueología y análisis constructivo. Tese de Doutoramento em História apresentada à Universidade de Castilla-La Mancha (Espanha), Junho de 2020. Orientação do Professor Doutor Jesús Manuel Molero García

David Gallego Valle1
https://orcid.org/0000-0002-8215-8308

1Universidad de Castilla-La Mancha, 13001 Ciudad Real, España. davidgallegovalle@gmail.com


 

La comarca del Campo de Montiel se localiza al sur de Castilla-La Mancha (España), en una zona limítrofe entre las provincias de Albacete y Ciudad Real, en su límite con Jaén (Andalucía). Se trata de un espacio ciertamente excepcional desde el punto de vista arqueológico debido a su posición geohistórica como zona de comunicación entre el Alto Gualdalquivir, el extremo meridional de La Meseta y las tierras de Levante, lo que ha propiciado que exista un sustrato poblacional continuo desde la Prehistoria hasta la actualidad. Esta zona, por su posición estratégica en los distintos siglos de la Edad Media, estuvo densamente fortificada, tanto durante el periodo islámico como en el cristiano, identificándose más de una treintena de recintos militares de distinta tipología en un espacio histórico de unos 4.000 km² en el periodo que nos ocupa. Estos edificios, hasta la realización de este trabajo[1], no habían sido estudiados de forma conjunta, lo que había dado lugar a análisis principalmente vinculados a intervenciones de restauración en los inmuebles, lo que no permitía tener una visión clara de su evolución histórica ni de su relación con los territorios cercanos.

El ámbito cronológico de nuestro trabajo ha ido desde el siglo VIII, con los primeros momentos de la conquista islámica, y abarca todo el medievo hasta bien entrado el siglo XVI, momento en que gran parte de estas fortificaciones se abandonan o son alteradas morfológicamente asumiendo nuevas funciones. El estudio de un periodo tan amplio viene marcado fundamentalmente por la naturaleza de las fuentes arqueológicas, ya que en muchos de los yacimientos nos hemos encontrado ante grandes secuencias de ocupación que había que analizar en toda su extensión de cara a poder comprenderlas correctamente. A pesar de este gran marco histórico, nos interesaba investigar especialmente los periodos menos conocidos o estudiados, que coincidían especialmente con la etapa islámica y con la reorganización del territorio por parte de la Orden de Santiago durante el siglo XIII. Además, para algunos momentos históricos como el primer cuarto del siglo XIII, nos encontrábamos que existían importantes diferencias entre lo que nos decían las fuentes históricas y la realidad material, con muchos más asentamientos en uso de los que habíamos rastreado en la documentación, en especial para los momentos previos a la conquista cristiana.

Desde el punto de vista territorial hemos incluido en nuestro trabajo todo el Campo de Montiel histórico (Fig. 1) cuya delimitación y extensión ha sido motivo de estudio a lo largo de las últimas décadas, en especial desde el análisis de la documentación escrita, utilizando tanto las diversas fuentes islámicas como, principalmente, los diversos deslindes realizados tanto entre las Órdenes Militares como aquellos con los concejos, en especial con Alcaraz a lo largo del siglo XIII. En nuestro estudio hemos querido aportar una visión más material, centrada en el conocimiento empírico del territorio a través de la prospección arqueológica y la interpretación de la documentación escrita, prestando especial atención a aquellas zonas más fluctuantes como fueron los puntos fortificados en los límites con el concejo de Alcaraz, en el este, y las encomiendas de la Sierra de Segura en el sur.

 

 

Una vez marcados los límites territoriales y cronológicos, debemos mencionar que el principal objetivo de este trabajo de tesis doctoral ha estado ligado al estudio de los procesos constructivos de las fortificaciones medievales del Campo de Montiel como base para la reconstrucción histórica de los edificios de una manera particular y del periodo medieval en general. Nuestra hipótesis de partida estaba basada en que, para ámbitos geográficos concretos y con una coherencia histórica bien definida, se podían encuadrar cronotipológicamente los distintos esfuerzos edilicios en cada fortaleza, de cara a alcanzar secuencias constructivas comunes ligadas a las grandes fases del medievo. En este sentido, intuíamos que los modos en que se erigieron estos edificios son un documento histórico de primer nivel que nos debía permitir avanzar en la compresión de las sociedades que los levantaron. Es decir, teníamos claro que analizando los procesos de obra en todas sus facetas (técnicas, materiales, artífices, etc.) dentro de su contexto histórico, podíamos tener una visión que iba más allá del análisis tradicional de las fortalezas, ya que éstas nos debían servir como fuente histórica primaria para el análisis del momento cronológico en que fueron levantadas.

Desde el punto de vista metodológico es importante matizar que este trabajo ha tenido un corte eminentemente arqueológico, con la aplicación de las distintas técnicas de investigación que hasta la fecha permitía la disciplina: estudio de paramentos, prospección a diversa escala y la excavación arqueológica. Se han usado, en este sentido, un amplio abanico de nuevas tecnologías aplicadas al patrimonio, como son la fotogrametría área y terrestre, los sistemas de información geográfica (S.I.G) y la reconstrucción 3d de algunos edificios a través de la arqueología virtual. No obstante, hemos tenido muy en cuenta el uso de las fuentes escritas, tanto la de origen islámico perteneciente a todo el periodo medieval, como aquellas ya plenomedievales cristianas ligadas a los momentos de la conquista y la configuración del territorio, las crónicas cristianas y la Primera Historia de la Orden de Santiago, los libros de visita de la Orden de Santiago de entre los siglos XV y XVII, los expedientes del Archivo Judicial de Toledo, las descripciones del territorio de la Edad Moderna, los inventarios de los eruditos decimonónicos, así como la documentación escrita generada por la arqueología y la bibliografía relacionada con el espacio de este trabajo.

Resultados y conclusiones

Los resultados de esta tesis doctoral nos han permitido constatar la importancia del estudio de los procesos constructivos como herramienta para el conocimiento de la evolución histórica de las fortalezas, en particular, y del periodo medieval, en general. Este método ha combinado el uso de disciplinas como son la Arqueología de la Arquitectura o la Historia de la Construcción, así como las herramientas más tradicionales de corte arqueológico. Su aplicación al estudio de los recintos militares del Campo de Montiel, donde hemos analizado más de una treintena de casos, nos ha permitido “deconstruir” cada edificio, mostrándonos la secuencia histórico-constructiva de los mismos y permitiéndonos encuadrar cada fase dentro de unos marcos cronológicos absolutos. Por otro lado, este sistema se ha demostrado muy completo, en especial para acercarnos a los periodos en que las fuentes escritas son poco relevantes o prácticamente inexistentes, ligadas en nuestro caso a los momentos islámicos y la primera ocupación cristiana del siglo XIII, pero también para contrastar la información proveniente de las fuentes escritas que, en muchos casos, había llegado sesgada o con interpretaciones discutibles.

Con los datos obtenidos en este trabajo hemos podido que ir reconstruyendo de una manera general los procesos evolutivos de los recintos fortificados, asociados en muchos casos a dinámicas más generales, que tendrán la función de núcleos centralizadores de la organización del territorio. En este sentido, dentro de nuestros resultados podemos destacar una serie de conclusiones principales, sobre las que volveremos a continuación, como han sido la documentación de las primeras fortificaciones de época islámica y el surgimiento de las mismas tras el Emirato Andalusí y su consolidación en el Califato; o la importante huella dejada por los Imperios Norteafricanos hasta la conquista del Campo de Montiel por parte de la Orden de Santiago, a partir de la batalla de Las Navas de Tolosa. Será esta institución militar la que marque las bases organizativas de este espacio creando una red castral muy tupida, desarrollando importantes programas constructivos de fortificaciones a la cabeza de las encomiendas, así como en los lugares donde la Orden tiene marcados especialmente sus intereses, ya sean económicos o jurisdiccionales, frente a otros poderes cristianos.

Entrando ya en análisis de las conclusiones introducidas en el párrafo anterior, hemos documentado que la primera fase constructiva no se debió producir hasta el periodo Omeya (siglo IX), ya que en momentos anteriores pudieron seguir en uso las defensas que tenían los centros de población de origen iberorromano como Alhambra (Laminium), Almedina o Villanueva de la Fuente (Mentesa Oretana), elementos de los que no nos han llegado vestigios arqueológicos, salvo en el último caso, algo que nos aleja de otros ámbitos como la zona septentrional de la Península Ibérica donde sí está constante el surgimiento de nuevas fortificaciones en el periodo visigodo, muchas de ellas herederas de la tradición militar romana. Será a partir del Emirato cuando se produzca un importante proceso de edificación que tendrá su reflejo material en la incrementación de las defensas de los principales núcleos de población, como sucede en Villanueva de la Fuente, pero también con el nacimiento de los primeros husun, como son Eznavexor (Villamanrique) y Montiel. La instauración del Califato Cordobés conllevará una reorganización de los sistemas castrales, lo que tendrá su reflejo en el poblamiento y las vías de comunicación, vinculado a la preeminencia de los husun como elementos articuladores del territorio, apoyados en fortificaciones secundarias y alquerías (Fig. 2). Materialmente, durante esta fase, se introducen grandes obras de planta rectangular y torres de flanqueo, como vemos en Montiel o Eznavexor, y existirá una preferencia por la construcción en piedra y morteros de gran calidad en los que la cal y el yeso estarán presentes en una alta proporción, siguiendo modelos como los que se documentan en Gormaz, Cuenca, Uclés, etc.

 

 

Con el surgimiento de las primeras taifas y las sucesivas invasiones norteafricanas, que se producen en el siglo XII en el Campo de Montiel, asistimos a un proceso de centralización del poblamiento y construcción de nuevas defensas en las fortificaciones principales que, al igual que ocurría en el periodo anterior, tendrá dos momentos claramente diferenciados. El primero se extiende entre el periodo almorávide y las segundas taifas, donde hemos podido documentar un momento de construcción con la incorporación de fábricas de tapial hormigonado, localizadas, especialmente, en Montiel y Eznavexor, con la edificación de nuevas torres de flanqueo macizas y de defensa vertical, así como la posible introducción de algunas torres albarranas. Esta importante secuencia edilicia parece ligada también a un esfuerzo en los núcleos de población secundarios, pero de los mismos solo tenemos constancia por el referente cerámico. La segunda fase está asociada a la ocupación del territorio por parte del Imperio Almohade, especialmente ligada a un proceso de fortificación de la frontera tras la batalla de Alarcos. Asistimos ahora a un impulso constructivo vinculado nuevamente a obras en tapial, con una acusada homogeneidad en los procesos constructivos y una gran calidad en las mezclas de los rellenos a base de hormigón de cal, pero que en este caso tiene su plasmación en la presencia de torres huecas vinculadas a la defensa de los accesos a las fortalezas de Montiel y Eznavexor.

Tras la conquista del Campo de Montiel, finalizada entre 1226-1227, y hasta la ocupación santiaguista de toda la Sierra del Segura, completada en 1242, y la finalización del avance cristiano en el valle del Guadalquivir, que se culminará con la incorporación de Sevilla en 1248, no se produjo un importante esfuerzo constructivo por parte de la Orden de Santiago que se asienta en este territorio. En estos años iniciales la Orden se dedicó a readaptar funcionalmente los antiguos recintos islámicos y a reforzar las zonas más vulnerables con fábricas muy pobres ligadas a mampostería y mortero de baja calidad. No obstante, asistimos a la erección de las primeras parroquias que se localizan en el interior de las fortalezas, como hemos podido documentar arqueológicamente en Eznavexor, así como las cercas de numerosas pueblas en los casos de Peñaflor (Villanueva de los Infantes) o El Salido (Montiel).

Conforme se consolide la red comendataria de la Orden de Santiago, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, se hará realidad la configuración feudal de todo este espacio (Fig. 3), en un proceso continuo con la Sierra del Segura, que llevó a levantar más de una decena de fortificaciones de distinta tipología, muy influenciadas por los modelos islámicos existentes en el territorio, como los castillos en Alhambra o Rochafrida (Ossa de Montiel). Pero también se realizarán reformas en Montiel, o el caso de Albaladejo, además de en cortijos y torres como en La Solana y Ruidera. Estos elementos castrales tendrán una función clara en la organización del territorio, pero también militar ante la cercanía de la frontera con el reino de Granada, así como un poder simbólico y de residencia del poder señorial, en nuestro caso ligado a comendadores y alcaides de los freires santiaguistas. La técnica constructiva se decanta, a partir de este momento, hacia el uso generalizado de la piedra en las obras - sillarejo o mampostería -con un relleno de hormigón de cal interno, dejándose a un lado las obras en tierra, lo que conllevó una explotación mucho mayor de los procesos de cantería, como vemos en la construcción de la primera torre del homenaje del castillo de Montiel o en las obras de fortalezas como Alhambra o Alcubillas.

 

 

En los primeros años del siglo XIV, fruto de una importante expansión económica y administrativa de las encomiendas de la zona, vamos a poder documentar la construcción de los grandes castillos señoriales de la Orden, que se convierten en auténticos centros de poder económico y de acumulación de rentas de todo tipo, por lo que asistimos a la creación de una complejidad de espacios para estas funciones: bodegas, torres-almacén, trojes, etc. No obstante, no se deja de lado la función militar ante la cercanía de Segura de la Sierra y la frontera con el reino de Granada, ya que las nuevas obras en los castillos de Montiel o Montizón (Villamanrique) incorporan nuevos elementos defensivos contra la artillería de torsión, como el engrosamiento de los muros, que llegan a alcanzar los 3 m., se redondean los ángulos de las torres, los accesos se realizan en codo, etc. La técnica constructiva usada en todos estos casos será la piedra, mediante encofrados perdidos de sillarejo o mampostería, pero se aprecia un mayor desarrollo en los procesos de obra y un especial cuidado en los espacios principales, como las entradas del castillo de Montizón, Montiel o Alhambra, que se realizan en cantería de arenisca. Por otro lado, asistimos a la erección de grandes torreones señoriales, como en La Puebla o la torre de La Higuera (Villamanrique), que además contarán con recintos anexos, siguiendo la evolución marcada por la torre del homenaje del castillo de Terrinches, construcción que marca la transición entre las fortificaciones feudales y los nuevos modelos señoriales de este periodo en nuestra área de estudio.

A partir de mediados del siglo XV las fortificaciones pierden cada vez más funciones, especialmente por el lamentable estado de conservación que presentan tras numerosos años de guerras intestinas en el reino de Castilla, desapareciendo algunas de ellas por completo al desmocharse sus estructuras como consecuencia de los conflictos militares, como sucederá con Fuenllana, Villanueva de la Fuente, Ruidera, etc.. En otros casos la pérdida de funciones a favor de las nuevas casas de las encomiendas localizadas en los pueblos supondrá, ya en el siglo XVI, el abandono de antiguas fortificaciones en altura, como el caso de Montiel, y la reutilización de los torreones urbanos con nuevas funciones más económicas que militares, como ocurre en Terrinches o Puebla del Príncipe. No obstante, durante este periodo se intentan introducir reformas artilleras, como vemos en Montizón o Terrinches, a la par que se llevan a cabo arreglos en todos los edificios, documentados claramente en las visitaciones, aunque asociados a obras muy puntuales de refuerzo en los muros o arreglos interiores, utilizándose en todos los casos materiales de menor calidad, muchos de ellos reaprovechados, y una profusión de los morteros con una alta dosificación de yeso.

 

Como citar este artigo | How to quote this article:

GALLEGO VALLE, David - Las fortificaciones del Campo de Montiel (ss. VIII al XVI): historia, arqueología y análisis constructivo. Tese de Doutoramento em História apresentada à Universidade de Castilla-La Mancha (Espanha), 2020. Orientação do Professor Doutor Jesús Manuel Molero García”. Medievalista 29 (Janeiro - Junho 2021), pp. 375-385. Disponível em https://medievalista.iem.fcsh.unl.pt .

 

Data recepção do artigo / Received for publication: 21 de Setembro de 2020

 

[1] Esta publicación se enmarca en los proyectos: Órdenes militares y religiosidad en el Occidente medieval y el Oriente latino (siglos XII-1/2 XVI). Ideología, memoria y cultura material, PGC2018-096531-B-I00, financiado por el MCIU/AEI/FEDER, UE; y La dimensión religiosa de las órdenes militares a partir de fuentes documentales y arqueológicas: La Mancha, Portugal, Francia y Tierra Santa (siglos XII1/2 XVI), SBPLY/19/180501/000071, financiado por la JCCM/FEDER, UE.

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