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Observatorio (OBS*)

versão On-line ISSN 1646-5954

OBS* vol.9 no.3 Lisboa set. 2015

 

¿Hacia una investigación estandarizada?

Towards a standardized research?

 

Manuel Goyanes*

* Investigador y profesor postdoctoral de la Universidad Carlos III de Madrid, departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, C/ Madrid 133, Getafe 28903, Madrid, España. (mgoyanes@hum.uc3m.es)

 

RESUMEN

El presente artículo analiza críticamente el sistema productivo y evaluativo de la academia en materia de ciencias sociales en general, y ciencias de la comunicación en particular. Partiendo de una específica interpretación de su estructura (la “práctica cultural académica moderna”), propone una tipología de investigadores contemporáneos así como deconstruye el discurso investigador estandarizado como razonamiento de validez único y absoluto.

Palabras clave: Estandarización, ciencias sociales, ciencias de la comunicación, ANECA, índice de impacto.

 

ABSTRACT

The present article critically analyses the productive and evaluative system of the academia in the field of social sciences in general, and communication sciences in particular. Departing from a specific interpretation of its structure (the “modern cultural academic practice”), it proposes a typology of contemporary researchers as well as deconstructs the standardized discourse research as a mechanism of universal validity.

Keywords: Standardization, social sciences, communication sciences, ANECA, impact factor.

 

Introducción

El presente artículo analiza el problema de la estandarización en ciencias sociales en general, y ciencias de la comunicación en particular así como su papel en el desarrollo de lo que conceptualizo como una “práctica cultural académica moderna”, esto es, la estructura académica organizativa y productiva que privilegia la creación científica incremental basada en preguntas de investigación orientadas a la detección de lagunas y métodos de evaluación instrumentales. El resultado de este proceso, bajo esta visión, es una creciente uniformidad en las publicaciones académicas, una gradual desaparición del estilo e imaginación así como el nacimiento de investigadores-tipo que el presente estudio articula en torno a las figuras de investigador-yonki, investigador-robot e investigador-ídolo.

Lo que discuto y describo es una (de las) visión(es) de lo que se considera “buena investigación” a través de la deconstrucción retórica de sus formas. Asimismo, presento una panorámica contextual en la que se desarrolla esta práctica cultural, mediante una descripción y análisis de su forma organizativa que la estandarización fomenta y privilegia. Además de la literatura académica que apoya esta visión, el artículo se fundamental en mi experiencia (observación) en este campo a través de la revisión y lectura de cientos de artículos en diferentes revistas indexadas y no indexadas.

El presente artículo describe una serie de procedimientos y razonamientos culturales académicos de ningún modo extensible a todas las disciplinas de las ciencias sociales. Lo que trato de analizar críticamente es un tipo práctica cultural específica, aunque ni mucho menos minoritaria. Por lo tanto, las categorías a continuación examinadas son dimensiones fundamentales para comprender este fenómeno cultural que describo. Sin embargo, el patrón apuntado a lo largo del trabajo no pretende reflejar ni generalizar su extensión a todo el campo social. Simplemente determinar sus carencias y su peligrosidad como razonamiento de validez único y absoluto.

 

La nueva práctica cultural académica: del homo-intelectus al mono-intelectus

El saber ha cambiado de rumbo. En las ciencias sociales, particularmente, hemos pasado del saber a los saberes. El saber tradicional era general, amplio y dilatado. Lo que hoy consideramos como un saber social es, por necesidad, algo altamente especializado (Laski, 2011). El saber tradicional se organizaba en torno a la cultura de la sabiduría limitada, es decir, un sistema de producción teórica y empírica en donde una élite conformada por el intelectual (persona instruida o pensador) manejaba, gestionaba, autorizaba y diseminaba el conocimiento a través de, fundamentalmente, el libro seminal. Las personas instruidas o intelectuales eran generalistas, estudiaban, analizaban y reflexionaban críticamente sobre un número suficiente de cosas importantes y con substantivo impacto social (Ortega y Gasset, 2006).

Actualmente, los intelectuales en la universidad son pocos y, generalmente, desdeñados y maltratados por el sistema de organización del saber académico de esta práctica cultural específica que describo: la organización del saber a través del journal y el paper. Este tipo de organización del saber privilegia la diseminación del conocimiento incremental mediante la utilización de la técnica (a través de una aproximación hipotético-deductiva)1 y el reduccionismo que implica la diseminación del conocimiento en un formato de entre 6.000 y 8.000 palabras: el journal. El investigador actual (yonki, robot, ídolo, o los tres) inmerso en esta práctica cultural se configura dentro de un campo hiper-espacializado mediante un escrutinio y laborioso control de la literatura existente para el subsecuente planteamiento de preguntas de investigación basadas en la detección de lagunas y resultados de carácter incremental y acumulativo. El intelectual tradicional poseía, sin embargo, un enfoque multidisciplinar basado en la educación humanista, es decir, los útiles necesarios para decir qué decir y cómo hacerlo (Drucker, 1993).

Estas tres tipologías de investigador de lo que denomino práctica cultural académica moderna que este acercamiento plantea, se articulan y diferencian mediante el nivel de compromiso y asimilación de la organización del saber, así como de su moral/crítica derivada de la longevidad en el campo hiper-especializado. De modo transversal, sin embargo, las tres tipologías practican y ejecutan una ocultación consciente de las problemáticas que el proceso de investigación plantea así como una construcción retórica de la literatura previa existente para la posterior generación de preguntas de investigación incrementales. La visión de las tres figuras se articular del siguiente modo:

1) En primer lugar, el investigador-yonki tiene como objetivo fundamental mantener su posición laboral adquirida (o lograrla) así como la promoción a través de la evaluación incremental que las agencias de acreditación permiten y privilegian. En su búsqueda de promoción y estatus su actividad investigadora se torna compulsiva, con conductas obsesivas en la publicación de sus trabajos a cuan mayor premura. Fruto del ansia personal y el estrés académico departamental, su producción se debilita a razón de la obsesión por incrementar su producción a costa de su calidad final. Esta tipología practica cierta crítica sobre el sistema imperante debido a, precisamente, su escasa asimilación de la organización del saber y su carácter rebelde en busca de notoriedad y promoción.

2) El siguiente nivel de evolución es el investigador-robot, es decir, el investigador que está totalmente socializado y ha adquirido y asimilado todos los mecanismos y razonamientos imperantes en la organización del saber de esta práctica cultural académica (hiper-especialización, objetivación, networking, etc.). Su estatus, fruto de su producción adquirida durante su etapa previa (como investigador-yonki), resta a su actividad académica ansiedad y obsesión. Ello le conduce a ser una persona clave en la formación y socialización de los elementos socioculturales de esta práctica cultural académica en los investigadores más jóvenes (yonkis). Debido a que su trayectoria académica se enmarca dentro, y sólo dentro, de los esquemas culturales y sociales de esta organización cultural, su conducta tiende a sectorizarse y a impedir y menospreciar un pensamiento y unas prácticas culturales académicas alternativas (Hooliganismo académico). Por ello, su entidad moral y su visión crítica se subordinan, en este caso, al know how del aparato productivo y a la supervivencia y promoción académica a través de su experiencia “en la calle”.

3) Finalmente, el investigador-ídolo es la evolución última, el creador y desarrollador legítimo de las bases de la organización del saber moderno hiper-especializado. Su trayectoria académica y vital ofrecida con devoción a la sustentación y crecimiento de las bases de la práctica cultural académica le convierten en uno de los referentes del sub-tema hiper-especializado del campo de análisis en cuestión. Sus investigaciones adquieren el nivel de textos sagrados, dogmas de fe sin contestación alternativa que los investigadores de los estamentos inferiores asimilan como hechos incuestionables. Derivado de ello, su obra intelectual es extensamente citada a la hora de verificar los razonamientos de los análisis empíricos de los estamentos inferiores.

El género humano del saber tradicional se consideraba homo-intelectus por sus coetáneos ya que su dilatado y amplio saber lo convertía en una especie única y diferente. Era difícil o prácticamente imposible de imitar y sus conocimientos respondían a preguntas de investigación generales y muy amplias en temas socialmente importantes. Del mismo modo, la calidad de su obra se medía como una función de la iluminación humana que sus ideas proponían a través de un uso excelso de la palabra. El género humano del saber actual bajo estas prácticas culturales, es decir, el mono-intelectus, destaca por su hiper-especialización en un único sub-tema de un área específica (mono) que afecta a un número muy limitado de personas (tribu), es decir, a mono-intelectus convertidos en escritores-lectores-revisores con un estilo narrativo estándar basado en la ingeniería estilística y la gimnástica retórica. El saber que hoy consideramos saber se demuestra con la acción. Los resultados están fuera de la persona, en la sociedad y la economía, o en el fomento del saber mismo (Drucker, 1993).

A lo largo de los siguientes apartados detenidamente analizaré como las agencias de evaluación, el factor de impacto y la estandarización estilística, teórica, metodológica contributiva e institucional han influido en esta práctica cultural académica: del homo-intelectus al mono-intelectus. Finalmente, en el último punto me detendré a estudiar y explicar el modelo estandarizado de publicaciones académicas en una parte fundamental de las revistas de investigación en ciencias de la comunicación.

 

La cultura del paper y el journal: La popularización del investigador-yonki, investigador-robot e investigador-ídolo

A lo largo de los últimos años se acentúa (dentro del ámbito de las ciencias sociales) una tendencia crítica formal e informal hacia el proceso de producción y diseminación de investigaciones académicas y el papel que en éste juega las revistas científicas (Alvesson, 2000). Muchas de las investigaciones actuales en el campo de las ciencias de la comunicación son catalogadas como poco o nada relevantes y/o interesantes, basadas excesiva y exclusivamente en una aproximación positivista, carentes de contribuciones teóricas significativas y con escasas implicaciones prácticas más allá de los lectores-tribu específicamente interesados. En este contexto, las reflexiones de académicos más allá de los foros formales de diseminación “intelectual” (como libros, revistas o congresos), acentúan una más que turbadora tendencia hacia el cinismo y la hipocresía respecto al rol que actualmente desempeña (¡desempeñamos!) el investigador en ciencias de la comunicación. El único y principal objetivo parece ser la publicación efectiva, no importa el qué el cómo y sus consecuencias. El lema principal parece ser “publicar o morir”, o mejor dicho, “publicar mientras se muere”.

La estandarización estilística, metodológica y contributiva de los trabajos académicos (y la carencia de creatividad narrativa y argumental que implica) es un fenómeno relativamente reciente que trata de constituirse como procedimiento único y absoluto de producción y descubrimiento científico en ciencias sociales. Conversaciones informales, sin embargo, reflejan, desvelan y enmarcan esta práctica y hábito cultural académico. En muchas ocasiones la hipocresía y el cinismo subordinan a los valores y a la concienciación moral de la práctica investigadora. De esto modo no resultan insólitas las conductas a continuación reflejadas:

“Es que estoy publicando por publicar”, “este artículo no tiene sentido pero lo puedo publicar en alguna revista”, “si no lo publico en la revista X lo publico en la Z”, “prueba en la revista Z podrían estar interesados”, “me lo han rechazo en la revista Z, voy a probar en X, H, V y sino en la Y que conozco al editor”.

Este tipo de discurso oculta en sus entrañas la visión de las revistas académicas como objetos, es decir, trofeos que deben ser conquistados. Es precisamente en esta deriva intelectual donde surge la revista como objeto fetiche, esto es, cuando asume una importancia superior respecto a la propia contribución del artículo. El contenedor subordina al contenido y, en común con otros fetichismos, un poder sobrenatural parece ser atribuido al objeto, en este caso, el poder de la revista para garantizar la calidad del artículo. La calidad se mide como una función del factor de impacto, desconociendo, en cambio, que precisamente el factor de impacto mide impacto, es decir, el número de citas durante un estricto periodo de tiempo, y no calidad.

La continua presión para evaluar y establecer rankings de las instituciones académicas (bien sean universidades, escuelas, revistas o individuos) ha supuesto el incontestable incremento de publicaciones académicas en todas sus formas (revistas y artículos fundamentalmente). Asimismo, la proliferación de agencias de calidad (como la ANECA en el caso español), ha brindado el impulso necesario para expandir la asunción en el entorno universitario que los académicos deben (¡debemos!) publicar de modo continuado hasta lograr el retiro. Es observable, asimismo, el continuo incremento de artículos académicos en revistas con gran impacto, es decir, norteamericanas, en detrimento de las monografías, aun cuando la mayoría de las investigaciones seminales en ciencias sociales nacen de grandes libros. Derivado de esta gran expansión de la “cultura del paper y el journal”, a los investigadores les es (¡nos es!) cada vez más difícil seleccionar qué artículos consultar y en qué revistas, teniendo en cuenta asimismo la expansión digital. En este contexto, cobra mayor sentido la hipótesis por la cual la mayoría de académicos seleccionan (¡seleccionamos!) los artículos más citados y los incorporan(mos) a sus investigaciones de modo rutinario para dotar de veracidad a sus tesis. Del mismo modo, la lectura reflexiva y pausada de los artículos académicos destinada a la asimilación argumental, se subordina a la lectura frugal, pragmática, funcional e instrumental procedente de los abstract y de las justificaciones hipotéticas, lo que sugiere que la actividad escritora se ha convertido en una actividad más importante que la lectora.

El estrés académico provocado por la presión por publicar que incentivan las universidades y las agencias de evaluación (y el propio individuo en busca de promoción, status e identidad) ha desembocado en la tiranía de las citas como medidor, asimismo, de calidad productiva. La calidad de un trabajo académico se mide como una función del número de citas en el Google Schoolar: ¿Cuántas citas en Google Schoolar tiene tal o cual artículo? Su número, como indicativo de calidad, posiciona y privilegia a los investigadores. El status adquirido a través de esta configuración modela las relaciones sociales a la hora de establecer investigaciones futuras con investigadores-ídolo. Tal apreciación se hace todavía más evidente en congresos internacionales, donde los jóvenes investigadores (y no tan jóvenes) luchan (¡luchamos!) por un minuto de atención de los grandes gurús de nuestra sub-especialización con el fin de, algún día, poder colaborar en una investigación de modo conjunto. Esta tiranía se acentúa cuando el propio investigador-yonki o robot logra tal colaboración y es, generalmente, el conductor mayoritario del conjunto de la investigación y firma el artículo deseado tras del investigador-ídolo como favor.

Del mismo modo, la rotación de autores en la publicación de artículos académicos satisface el ansia y estrés productivo individual y rígidamente cumple las exigencias evaluativas de las universidades y agencias de calificación. En investigaciones de áreas específicas de las ciencias sociales como la sociología del consumo, ética del periodismo, economía de medios, etc., llegan a colaborar hasta cuatro, cinco o seis investigadores (generalmente yokis) en temas aparentemente sub-especializados e incluso, en muchos casos, marginales. ¿Cuál es la contribución de cada uno de ellos? El empleo de este tipo de procedimiento productivo podría llegar a ser procedente y oportuno en trabajos comparativos y extensamente generalizables, donde la contextualización y el propio estudio de campo deben ser in situ2. Sin embargo, en temas hiper-especializados, es observable asimismo una profusión de autores cuyo único objetivo es la efectiva rotación autoral (con fines productivos) y la división del trabajo, lo que podría sugerir una profunda e institucionalizada burocratización de la producción académica, donde el respectivo investigador-especialista estaría encargado de una especificidad concreta del trabajo final (investigador-teórico, investigador-cuantitativo, investigador-metodológico, etc.). Si actualmente un investigador (en cualquiera de sus tipologías) inmerso en estas prácticas culturales académicas específicas tuviese que escribir La División del Trabajo Social de Émilie Durkheim (1982), ¿cuántos investigadores-colaboradores necesitaría?

La presión institucional, pero también individual en la eterna búsqueda de estatus, promoción e identidad, queda patente de modo cristalino mediante la cuantificación del número de publicaciones por año académico en las páginas públicas de los perfiles individuales de Google Schoolar. Resulta inevitable su cuantificación para temerariamente sugerir el investigador-robot, es decir, aquel que habitualmente publica de media entre cinco y diez publicaciones al año durante los últimos cinco, diez o quince años de su vida académica en revistas con, o sin factor de impacto. ¿Un investigador serio, con procedimientos de investigación honestos y con un enfoque multidisciplinar mediante preguntas de investigación amplias y sustantivas, tiene la capacidad intelectual y el tiempo necesario para producir de media 5 o 7 artículos al año durante los últimos 10 o 15 años de su carrera académica? Es precisamente en este dislate académico donde cobra fundamental importancia las reflexiones y críticas de investigadores especializados en teoría crítica y sociología de la academia. Es este el caso de Christopher Grey y Amanda Sinclair en su excelente, bien escrito e inspirativo ensayo Writing Differently (2006), en donde los autores sugieren estrategias de producción académica, de modo general, escasamente asumidas por los investigadores de la práctica cultural académica moderna que describo:

“De ahora en adelante, ningún miembro académico podrá producir más de un artículo cada cinco años. Cada uno de estos artículos no podrá contener más de diez referencias. […] Estos artículos deben ser importantes no solo para vuestros miserables coautores de vuestras inútiles especialidades o sub-especialidades. Deben contener una idea original, no los puntos de vista recalentados de grandes pensadores o una contribución de carácter acumulativa. […] La obtención de citas en el Social Citation Index será mal vista y posiblemente castigada. [Texto traducido del inglés].”

La proliferación de artículos académicos sub-especializados con procesos estilística, metodológica y teóricamente estandarizados en revistas de relativo prestigio, ha supuesto la lectura de cientos o miles de investigaciones con escaso impacto en el modo de comprensión y análisis de los fenómenos objeto de estudio. El análisis alternativo mediante la proposición de teorías contra-intuitivas (que retan las asunciones asumidas por un sub-campo) a través del empleo de metodologías no-estandarizadas, se subordina a la tiranía del status quo imperante en esta práctica cultural, mediante la cuantificación, evaluación y privilegio de la producción académica de carácter incremental (generalmente con procedimientos que permiten el estrechamiento de plazos para la efectiva publicación). ¿Son necesarios tal cantidad de insípidos trabajos cuyo único objetivo ha sido convertirse en una mera publicación más en nuestro currículum vitae? ¿De todos los trabajos leídos en nuestra carrera académica cuántos nos influyen realmente? ¿Cuántos de los trabajos realmente influyentes quedan aplastados por el ruido académico de cientos de publicaciones en cientos de revistas que apenas se leen? ¿Sería apropiado sugerir que todos aquellos incapaces de publicar (en revistas con ningún o pocos lectores) fuesen liberados de la presión de realizar investigación y en cambio tener tiempo (y presión) para leer y dar clase? ¿Quizás es necesario escribir menos y de mejor calidad y leer más pero de mayor calidad (por ejemplo clásicos)?

Para dar respuesta a cada una de las preguntas que anteriormente planteo es necesario reflexionar de modo crítico, preliminarmente, sobre el origen de la controversia, es decir, ¿por qué publican (¡publicamos!) los investigadores en ciencias sociales? La respuesta más obvia, ética y técnicamente correcta sería “porque tienen (¡tenemos!) algo que decir”. Tener algo que decir significa aportar una idea, un concepto, un mensaje, una consideración empírica que destaca como una adición (a favor o en contra) al pensamiento y comprensión anterior, con alguna relevancia para la práctica (Alvesson, 2013). Tener algo que decir significa contribuir teóricamente a la literatura existente (negándola y proponiendo una alternativa o abrazándola e incrementándola), pero, ¿qué es una contribución teórica, y cuanto de significativa debe ser para ser considerada como tal?

Siguiendo la progresión histórica de las ciencias sociales, dos criterios destacan como fundamentales: la originalidad y la utilidad. En base a esta lógica, cobra fundamental importancia el inspirador artículo That’s interesting! Towards a Phenomenology of Sociology and Sociology of Phenomenology publicado en Philosophy of Social Science por el sociólogo norteamericano Murray S. Davids (1971). En él, el autor razona y ofrece luz sobre la lógica que convierte a una teoría en “interesante”, es decir, aquella que argumentativamente contradice a la intuición o cuestiona asunciones enfatizadas por la teoría prevaleciente. “El mejor modo de hacerse un nombre en una disciplina es ser interesante –negando lo asumido y afirmando lo no anticipado”–. La principal distinción aquí frente al avance del conocimiento mediante la perspectiva incremental (generalmente positivista) es que “un teórico está bien considerado, no porque sus teorías sean (necesariamente) verdaderas, sino porque son interesantes” (Davis, 1971:309).

Tener algo que decir es, a priori, la razón primaria y palmaria que debería primar para la efectiva publicación de un artículo académico. Sin embargo, me gustaría problematizar sobre esta asunción y proponer 3 razones (quizás 4) que, descaradamente, podrían subordinar (y generalmente subordinan) a la razón primaria y palmaria a un papel secundario en la mayoría de investigadores inmersas en estas prácticas culturales académicas: 1) promoción y sueldo, 2) status y autoestima, 3) trabajo y, con suerte 4) reducción de carga docente. Dentro del colectivo académico existe una tendencia cada vez más extensible y acentuada hacia la orientación académica individual, en donde la ansiedad por aumentar la producción y el record de publicaciones así como su evaluación instrumental trasciende los límites de la ambición y el deseo. Es obvio que este comportamiento dogmático del sistema de organización del saber de esta práctica cultural moderna mantiene su epicentro logístico en los jóvenes investigadores (yonki) que luchan por poder así mantener y promocionar en su carrera laboral. Sin embargo, no es menos cierto que determinados estamentos académicos con una carrera laboral senior, se incorporan a esta práctica cultural en búsqueda de mayor status, autoestima e identidad. La percepción de excelencia parece no radicar en el contenido sino en la mera aparición en una de las revistas consideradas por la tribu.

La gran cantidad de investigaciones exige, bajo mi humilde punto de vista, una profunda autorreflexión crítica acerca de su real y oportuna necesidad e impacto. Quizás esta perspectiva sitúe a la comunidad académica en una posición privilegiada y acomodada, sin necesidad de replantearse sus objetivos e incluso su existencia pero, ¿es realmente necesario y pertinente el gran corpus académico producido para la sociedad en su conjunto? ¿Quizás deberíamos reflexionar sobre la dedicación de grandes recursos para investigaciones académicas en ciencias sociales en detrimento de la inversión en bienestar social, educación o medicina? Una de las consecuencias de este tipo de políticas destinadas a la evaluación instrumental académica de carácter incremental es que la enseñanza en ciencias sociales está cada vez más en manos de profesores contratados sin carga investigadora alguna así como en doctorandos (sobre todo en el norte de Europa). Esta transformación académica es la respuesta institucional de la “des-carga” docente de los profesores permanentes con el objetivo de “buscar tiempo para poder escribir” y ascender en los rankings universitarios y de investigación. Es, efectivamente, en esta deriva de valores donde sugiero la temeraria posibilidad de que la excelencia en investigación sea a expensas o esté desconectada de la calidad educativa.

Particularmente en España, el nacimiento de la ANECA como agencia encargada de acreditar a los candidatos a los cuerpos docentes universitarios del estado, ha dado origen a la estandarización de los requerimientos de promoción y, en consecuencia, de su evaluación. Los términos concretos por los que se evalúa la actividad de los investigadores y docentes españoles están perfectamente descritos en el documento de “Principios y orientaciones para la aplicación de los criterios de evaluación” que la agencia estatal ha desarrollado. De este modo, basta con neurótica y estrictamente “imitarlos” para alcanzar la acreditación deseada a lo largo del tiempo3. Los investigadores se limitan al baremo establecido y simplemente cumplimentan (¡cumplimentamos!) cada uno de los requerimientos demandados (4 artículos, 3 capítulos de libro, 1 tesis dirigida, gestión, etc.) para lograr la posición universitaria deseada (ayudante doctor, contratado doctor, titular o catedrático). El resultado es manifiestamente observable, es decir, unos CV con unos niveles de isomorfismo extremo, diseñados y planificados previamente para cumplimentar específicamente cada uno de los requerimientos demandados. Replantearse o salirse del modelo institucional implica, generalmente, menor posibilidad de promoción y status.

Por otra parte, uno de los requerimientos necesarios para obtener la acreditación a catedrático es, efectivamente, la dirección y defensa de al menos una tesis doctoral (regla tácita). Su consecución provoca ansiedades y luchas interdepartamentales para lograr dirigir y finalmente defender un trabajo de este tipo, puesto que de ello depende la consecución, con mayor o menor premura, de una plaza. Este procedimiento implica la reducción del tiempo medio estimado de asimilación y realización de un trabajo doctoral, acortando por ello los tiempos de su defensa y en consecuencia su calidad. Es mediante esta lógica por la que, generalmente, no prima ni la calidad de la tesis doctoral ni el conocimiento adquirido y asimilado por el doctorando a lo largo del proceso, sino el estrechamiento de los plazos de su defensa como requisito previo a la presentación de una sumisión para la ANECA del director. El protagonismo fluye del propio doctorando al director. Defender una tesis supone, de este modo, un proceso más importante para el director que para el propio doctorando en el que ambos salen beneficiados, sin objeción, de la premura en su defensa.

Este tipo de procedimiento irregular y anómalo se basa, fundamentalmente, en el know-how del stablishment académico, ya que, de modo general, una parte importante de directores de tesis inmersos en estas prácticas culturales académicas aspiran, con el tiempo, lograr una plaza como catedrático. Por ello, las relaciones sociales de los directores de tesis son, en este caso, fundamentales para lograr la aquiescencia de cada uno de los miembros del tribunal (juego de favores). ¿Cuántas tesis en España en ciencias de la comunicación no han recibido una calificación Cum Laude? Este tipo de procedimiento mafioso podría dar origen a la conceptualización de las tesis doctorales como negocios de familia, donde la “contratación” de miembros adoctrinados para un tribunal se basa en el conocimiento estricto de las reglas de esta práctica cultural académica moderna con las que todos salen beneficiados y nadie pierde. Surge en esta demencia académica los excéntricos, es decir, aquellos académicos honestos (generalmente los mismos que presentan un CV polimórfico) que cumplen su función como miembro del tribunal y se resisten a este tipo de prácticas. Son por ello limitadamente demandados en tesis doctorales y acusados de “problemáticos”.

 

Estandarización del proceso de investigación

Los artículos académicos estandarizados son producto de una secuencia codificada e interrelacionada de prácticas formuladas normalizadas que implican investigaciones estándar, procesos editoriales estándar, revisiones estándar y, de modo general, esquemas mentales estándar, es decir, modos estandarizados de discurrir sobre lo que constituye la academia (Alvesson & Gabriel, 2013). El presente artículo se centra, exclusiva y detalladamente, en la estandarización del proceso de investigación a través del análisis y descripción de cuatro dimensiones que modelan este fenómeno sobre cómo, efectivamente, la producción del saber y el descubrimiento científico debe ser diseñado y desarrollado dentro de esta práctica cultural: 1) hiper-focalización y tribu, 2) detección de una laguna, 3) racionalismo y reduccionismo estadístico e 4) ingeniería estilística y gimnástica retórica.

-Hiper-focalización y tribu: Los investigadores dentro de esta práctica cultural académica planifican, diseñan y ejecutan una fuerte inversión en un tema hiper-especializado y no suelen abandonarlo hasta su efectiva y completa disección analítica. Este procedimiento académico permite el estudio, análisis y contribución incremental del impacto de múltiples variables y constructos sobre el objeto de estudio así como el diseño acumulativo de modelos empíricos. Como resultado, las investigaciones tienden a atesorar un profundo carácter idiosincrático a través de la utilización de una jerga reservada y unos procedimientos estilísticos, metodológicos y contributivos tribales. Aventurarse más allá de la materia hiper-focalizada implica, consecuentemente, una fuerte inversión en tiempo y esfuerzo en donde asimismo la producción académica es imprevisible, comprometiendo por tanto, la promoción y adquisición de status.

La hiper-focalización en un (sub)tema implica la creación de clústeres de investigadores especializados (tribus). Estos clústeres (que se modelan bajo la evolución académica anteriormente descrita, es decir, bajo las tipologías del investigador-yonki/robot/ídolo) provocan, asimismo, el desarrollo de revistas de investigación especializadas así como un campo de investigación endogámico (autores, revisores y lectores suelen ser siempre prácticamente los mismos) en donde el impacto o contribución masiva, se suele subordinar a los intereses académicos4 de la propia tribu.

-Detección de una laguna: A pesar de la extendida preocupación respecto a la estandarización de las ciencias sociales y la falta de creatividad y originalidad en la contribución de nuevas ideas y teorías que implica, es justo asimismo afirmar la existencia de producciones académicas bien y honestamente elaboradas. La originalidad (reveladora o incremental) y la utilidad (práctica o científica) de una contribución teórica se constituyen como dimensiones esenciales para destacar su significancia. Este tipo de proposiciones sobre la práctica de la contribución científica colisiona frontalmente, sin embargo, con la producción hiper-especializada e incremental de la práctica cultural moderna descrita, fundamentada en la detección de lagunas para la formulación de preguntas de investigación. Su justificación teórica es, precisamente, su respuesta de carácter incremental.

La detección de una laguna para ser cubierta exige el profundo escrutinio de la literatura previa sobre el sub-campo hiper-especializado. Los investigadores leen, reproducen y asimilan asunciones e ideas dadas por hechas (que, generalmente, parten de los investigadores-ídolo de su sub-campo hiper-especializado) como si fuesen verdades absolutas o dogmas de fe sin contestación alternativa. El notable incremento de este tipo de investigación incremental (sobre relaciones entre variables o constructos específicos), ha provocado en el stablisment académico una cada vez mayor dificultad para proponer una laguna que no haya sido previa e empíricamente analizada. En este caso, la construcción retórica y social a partir de un ordenado y desordenado de la literatura previa, permite desarrollar suficientemente una laguna creíble para motivar otro estudio.

Si este tipo de investigación incremental basada en la detección de lagunas es particularmente fuerte en investigaciones empíricas sobre los procesos comunicativos (generalmente los antecedentes, consecuencias y sus motivaciones), o gestión y economía de medios, es, sin embargo, un procedimiento todavía no maduro en los estudios centrados en periodismo. En muchos casos, la escasa aplicación de teorías de la comunicación en estudios centrados en los procesos periodísticos (profesionales, organizativos, metodológicos, éticos, etc.) sugiere que es precisamente esta ausencia agónica lo que contribuye a que estos estudios sufran una falta de identidad que conduce a cuestionar si constituyen un campo de análisis soberano con derecho a sus propias instituciones y espacios o, por el contrario, son en última estancia unos estudios derivados y transitorios. Como consecuencia, lo que a priori incentiva la creatividad y una investigación paralela no-estandarizada, asimismo, cuestiona su identidad y soberanía como disciplina académica “seria”.

-Racionalismo y reduccionismo estadístico: Uno de los elementos clave a la hora de justificar la correcta opción metodológica es la utilización de un profundo ultra-racionalismo a través de una escritura no-crítica basada en premisas estrictamente cuantitativas (es decir, mediante la asunción de que los cuestionarios reflejan fielmente la realidad analizada). Este tipo de estilo metodológico se basa en el detalle extremo del procedimiento investigador, a través de una definición cristalina de los objetivos del artículo y una operacionalización de las variables siguiendo estudios previamente aceptados y publicados. La contribución empírica se basa en testar positivamente las hipótesis planteadas a través de técnicas estadísticas hiper-refinadas basadas en procedimientos de procesamiento de datos estandarizados y ampliamente adquiridos por el establishment. Con el fin de desarrollar una “gestión de datos” y un análisis estrictamente riguroso, los investigadores crean una historia ficcionada de sus actividades de investigación embelleciéndolas y racionalizándolas para situarlas a la altura de los ideales, muy lejanas, en cambio, del desorden y caos que caracteriza a la mayoría de investigaciones, buenas y malas.

El resultado de la operacionalización de constructos de modo uniforme y su continua replicación así como la asimilación no-crítica de asunciones de una sub-especialización, provoca, generalmente, la formulación de hipótesis o proposiciones triviales o tautológicas. De modo genérico, se tratan de formulaciones-tipo, es decir, al aumentar X aumenta Y o al disminuir Z aumenta J bajo unas condiciones específicas (en caso de que se planteen interacciones). En otros muchos casos, dado la amenaza que supone el infinito e ilimitado número de investigaciones que empíricamente analizan una relación hiper-concreta (por ejemplo el impacto de la edad de una organización en su orientación emprendedora o los antecedentes del uso de Facebook), los investigadores tienden (¡tendemos!) a plantear interacciones de carácter triple (aun cuando los manuales de estadística tradicionales advierten que es prácticamente imposible encontrar más de una interacción doble) para justificar su contribución. Del mismo modo, puesto que los paquetes estadísticos permiten una cada vez mayor ingeniería de datos, se tiende a experimentar con relaciones no lineales (exponenciales, cuadráticas, etc.). Sin embargo, deliberadamente se olvidan (¡nos olvidamos!) que la distribución normal es la más “normal” para la explicación de un fenómeno. Por lo tanto, la profusión de otro tipo de lógicas así como sus interacciones, sugieren una más que probable y notable manipulación y transformación de datos en aras de la efectiva publicación.

Una consecuencia de este tipo de trabajo de carácter incremental basado en el refinamiento de las relaciones (lineal, cuadrática, exponencial, etc.) y sus interacciones (doble o triple) es la excesiva dependencia en bases de datos para la proposición de modelos estadísticamente significativos. Este tipo de planteamiento investigador ha supuesto la tergiversación intencionada y deliberada5 del método-hipotético deductivo, basado en razonar teóricamente para el posterior planteamiento de hipótesis y demostración de modelos a través de un método. El modelo incremental basado en relaciones hiper-concretas sugiere que se testan empíricamente las hipótesis, se diseña el modelo y se (re)“construye” teóricamente el manuscrito para dotar a la contribución incremental de veracidad mediante la sustracción de citas inconexas de grandes “estrellas” de la sub-especialización (ídolos).

-Ingeniería estilística y gimnástica retórica: Los artículos académicos estandarizados siguen un patrón estilístico y estructural bien conocido. Aunque su procedencia y su originalidad se localiza en el desarrollo y refinamiento del método hipotético-deductivo propio de las ciencias naturales, su adaptación y popularización en las principales revistas en ciencias sociales de Estados Unidos lo ha convertido una de las aproximaciones más respetadas para la creación y desarrollo científico en ciencias sociales. Pese a que su intensidad y magnitud es menor en la vieja Europa que en Estados Unidos, su establecimiento dentro de la academia española se acrecienta, derivado, asimismo, de la incorporación de mecanismos de evaluación y acreditación académico como la ANECA.

Una revisión de artículos en muchas de las revistas con mayor impacto en el campo de las ciencias de la comunicación muestra un panorama de total isomorfismo estilístico, teórico y contributivo. De este modo, cualquier tipo de aproximación que problematice sobre un fenómeno y se aleje de esta práctica cultural académica imperante a través de una narración con una escritura creativa y diferente se ve cuestionada. Fruto de esta burocratización, se han extendido seminarios y workshops destinados a adoctrinar a los futuros investigadores en el arte de la publicación de artículos indexados en el JCR. “¿Cómo escribir un trabajo de investigación para una revista indexada en el JCR?” podría ser el título de uno de ellos. La fórmula industrial estandarizada se basa, generalmente, en los siguientes ingredientes: detección del problema, conocimiento de estudios previos, explicación de los objetivos y metodología y, finalmente, justificación del estudio. Este planteamiento se articula y estructura en torno a 4 preguntas clave:

1) ¿Cuál es el problema?

En este apartado el autor identifica el problema de la investigación que plantea. Generalmente, el problema se deriva de la falta de investigación previa hiper-focalizada en ese problema, con lo que el autor empieza a justificar “la necesidad empírica del estudio del problema”. Un ejemplo podría ser el siguiente:

“Sin embargo, estudios previos únicamente se han centrado en el análisis empírico de la orientación al mercado en el sector público, a pesar de que su estudio en la industria de los servicios financieros en transición económica resulta fundamental en una economía globalizada. En primer lugar, porque su estudio (justificación completa)”.

2) ¿Qué es lo que sabemos (hasta ahora)?

En este apartado el investigador referencia a la gran mayoría de investigadores-ídolo e investigadores-robot que asientan las bases de su (sub)campo hiper-especializado. El investigador inmerso en esta práctica cultural académica suele finalizar cada razonamiento con una cita a investigaciones previas con el objetivo de verificar su argumentación. Este procedimiento de referencias incluye fundamentalmente a los investigadores totalmente socializados en el sistema cultural descrito. Ello genera, como resultado, una profunda endogamia investigadora, en la que no se permite la entrada a investigadores u/o investigaciones ajenas a la aproximación cultural establecida por los investigadores de los estamentos superiores.

En este punto es fundamental destacar el “hasta ahora” ya que indica que las citas reflejadas en el estudio hiper-focalizado son actuales. Una consecuencia de esta hiper-focalización actual es que la competencia investigadora está orientada a la adición a la literatura a través del trabajo incremental fundamentado en la localización de una laguna. La utilización de fórmulas como “de acuerdo con la importancia de este asunto”, “bajo nuestro conocimiento, pocas evidencias empíricas han ofrecido un poco de luz sobre el estudio…”, “el artículo aborda esta laguna a través del análisis empírico de…” etc., son mecanismo estandarizados de constante utilización y repetición. Un ejemplo podría ser el siguiente:

“Hasta ahora, los estudios previos se han centrado en el análisis empírico de la orientación al mercado en el sector público. Sin embargo, bajo nuestro conocimiento, pocas evidencias empíricas han ofrecido luz en la relación al nivel orientación al mercado en servicios financieros en transición económica. El artículo aborda esta laguna a través del análisis empírico de una muestra de…”

3) ¿Qué es lo que vas a hacer y con qué medios?

El investigador en este punto argumenta de modo exhaustivo el proceso metodológico del que parte su análisis o modelo empírico. Un ingrediente fundamental para su desarrollo es el ultra-racionalismo en la representación del método. En el caso de diseños cuantitativos, la ocultación de contratiempos en la “colección” de datos y la representación de la asunción de que las respuestas del cuestionario reflejan fielmente la realidad estudiada a través de una profunda operacionalización de las variables siguiendo estudios previos, es fundamental. Por otro lado, en caso de estudios cualitativos, dar la impresión de un diseño claro, racional no ambiguo y con una profunda separación entre teoría y datos es clave. Un ejemplo podría ser el siguiente:

“El cuestionario ha sido adaptado de investigaciones previas centradas en el análisis empírico de la orientación al mercado en organizaciones financieras. La encuesta fue inicialmente creada en castellano y fue revisada y testada por cinco académicos. Sus revisiones acerca de la terminología empleada en los ítems, comprensión y repetición de términos fueron incorporadas al cuestionario final. La entrega de los cuestionarios se efectuó en las mismas instalaciones de las organizaciones estudiadas, en un lugar tranquilo y sin ruidos. Adicionalmente, el cuestionario contenía una carta de presentación en la que se indicaba el procedimiento de su realización y los objetivos de la investigación. La tasa de respuesta fue del 20.5%, una tasa que entra dentro de los límites en estudios de este tipo. ”

4) ¿Por qué es importante?

El autor del artículo justifica la importancia del estudio, aludiendo, generalmente, a implicaciones sociales, económicas u organizativas de los resultados obtenidos de sus hipótesis o preguntas de investigación. Pese que en la mayor parte de casos tales justificaciones son producto de firmes construcciones retóricas, tanto los revisores-tribu como los lectores-tribu (suelen ser los mismos) las aceptan y extienden siempre que se plasmen efectivamente y reproduzcan el estándar establecido. En caso de que el autor no justifique la importancia del estudio bien sea a través de una construcción retórica fantasiosa u honesta, los revisores generalmente exigen una revisión al respecto. Finalmente, el investigador remata la introducción del artículo explicando la estructura del estudio. Un ejemplo podría ser el siguiente:

“El artículo se estructura del siguiente modo: en el siguiente apartado se materializan los fundamentos teóricos que guían el planteamiento de las hipótesis. A continuación se analizan los resultados y, finalmente, se discuten las implicaciones sociales, económicas y organizativas que plantea.”

Los artículos estandarizados siguen un patrón estructural que refleja el modelo científico de las ciencias naturales. Por ejemplo, cada artículo publicado en la revista X (pseudónimo) del el año 2014 empieza con una introducción de 1-2 páginas, seguido de una revisión teórica de 2-4 páginas, luego los resultados de la investigación (entre 3-10 páginas), seguido de una discusión y conclusiones de 2-4 páginas. La bibliografía se extiende en las 2-4 últimas páginas. Los autores de las investigaciones, en este caso, pueden adherirse o no al modelo hipotético deductivo y la estilística imperante dentro de esta práctica cultural académica moderna, sin embargo, esta revista lo exige para la efectiva publicación de un artículo. De este modo, la estructura sigue siempre la misma fórmula: 1) introducción, 2) metodología, 3) resultados, 4) discusión y 5) conclusiones. Mis observaciones, no implican, sin embargo, que esta estructura esté únicamente destinada a las investigaciones hipotético-deductivas (aunque seguramente sean las mayoritarias), ya que esta división en secciones es prácticamente compatible con cualquier aproximación metodológica estandarizada.

En la revista Y (pseudónimo), azarosamente seleccionada en una de mis estanterías, la mayoría de los artículos tienen entre 16-22 páginas con unas referencias de 2-3.5 páginas. Del mismo modo, en la revista Z (pseudónimo), todos los artículos de investigación tienen estrictamente entre 5.000 y 6.000 palabras mientras que la estructura del artículo deberá respetar rigurosamente la fórmula estandarizada: 1) introducción, 2) método, 3) resultados, 4) discusión y conclusiones.

 

Una última reflexión

El presente artículo plantea una visión sobre una práctica cultural académica que se desarrolla tanto en las ciencias sociales en general como en las ciencias de la comunicación en particular. Este acercamiento, que no es universal, totalizador y extensible a todas las áreas del saber social ni a sus propios investigadores, representa, sin embargo, una posible (de las) interpretación(es) sociológica(s) de la de una parte de la academia moderna. El análisis de este proceso de construcción cultural, productivo y social sobre lo que constituye la producción y evaluación académica se modela en el manuscrito a través de la crítica sensible de los sistemas de acreditación, los índices de impacto y, fundamentalmente, la estandarización narrativa, estilística y metodológica que incentiva y desencadena.

La crítica al sistema de producción estandarizado, sin embargo, no oculta su validez como mecanismo oportuno para el diseño de determinados tipos de análisis (como la relación entre variables o constructos medibles específicos o mediante el planteamiento de modelos empíricos incrementales). En este sentido el presente artículo no asume que únicamente la ciencia “revolucionaria” (en términos Kuhnianos) en ciencias sociales es relevante o de calidad suficiente, mientras que la incremental y rutinaria no lo es. Precisamente, una de las principales aportaciones de Kuhn (2006) contra la imagen tradicional de la ciencia fue mostrar el importante papel de la llamada “ciencia normal”, es decir, la incremental y rutinaria. De este modo, el artículo no obvia el hecho de que una gran parte de trabajos influyentes sobre temas generales y socialmente importantes en ciencias sociales también se hayan publicado en revistas y, además, hayan tenido su origen en la detección de pequeñas lagunas, que luego han resultado ser de gran importancia.

Sin embargo, la conversión de este procedimiento productivo en el sistema de descubrimiento y producción científico paradigmático en ciencias sociales conlleva ciertos riesgos para el saber (generalmente la pérdida de la riqueza, ambigüedad y complejidad de los fenómenos objeto de estudio que implica la operacionalización y replicación de la medición de variables [entre otras]) que la academia debe considerar. Por lo tanto la presente investigación no niega ni rechaza esta visión sobre el descubrimiento y producción científica, sino que anima tanto a los editores como a los investigadores-revisores a abrir sus estándares editoriales a otras aproximaciones sobre cómo el descubrimiento y desarrollo teórico en ciencias sociales podría ser realizado. Sin embargo, esta demanda se ve limitada sin la incentivación activa por parte de las revistas académicas a través del diseño de secciones destinadas para tal efecto (por ejemplo).

 

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Ortega y Gasset, J. (2006). La rebelión de las masas. Espasa Libros: Madrid.         [ Links ]

 

Date of submission: November 15, 2014

Date of acceptance: June 22, 2015

 

NOTAS

1 Aunque su estructura también está abierta a cualquier aproximación metodológica estandarizada.

2 Por ejemplo un estudio de política comparada en donde se analizan varios casos a nivel europeo.

3 La puntuación recibida de una sumisión nunca puede ser menor a la recibida en una sumisión anterior, cualquier adición incremental (bien sea un artículo, una tesis dirigida, o la dirección de un congreso nacional) por ínfima, insípida o banal que pudiera llegar a ser (ya que el tribunal que concede la acreditación no evalúa calidad), aumenta, de este modo, las posibilidades de modo exponencial de lograr la posición deseada. Es observable, en consecuencia, como la investigación de carácter incremental se beneficia de la evaluación incremental de las agencias de acreditación. Quizás sonaría elitista sugerir la imposición de un número máximo de sumisiones para cada rango académico y una vez superada el investigador mantuviese, al menos, su desempeño actual de por vida. ¿Acaso no hacemos eso con nuestros estudiantes?

4 O incluso a los intereses individuales de los propios investigadores-ídolo.

5 Con fines productivos.

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