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Revista Portuguesa de Educação

versão impressa ISSN 0871-9187

Rev. Port. de Educação vol.32 no.2 Braga dez. 2019

https://doi.org/10.21814/rpe.17200 

ARTIGOS

 

La deriva paralela pedagógica. Un hilo educativo invisible entre Porto y Paris a través de narrativas personales1

The pedagogical parallel drift. An invisible educational thread between Porto and Paris through personal narratives

A deriva paralela pedagógica. Um fio educativo invisível entre o Porto e Paris através de narrativas pessoais

 

Ricard Ramoni
https://orcid.org/0000-0003-1009-2589

Amparo Alonso-Sanzi
https://orcid.org/0000-0002-1965-820

iUniversitat de València, España

 

Endereço para Correspondência

 

RESUMEN

Partimos de la deriva como práctica artística contemporánea, con reconocidos antecedentes históricos. El objetivo principal es experimentar las potencialidades pedagógicas de la observación de entornos urbanos de forma colaborativa y mediada por las TIC a través de la deriva, como artistas/investigadores/docentes encargados de la formación del profesorado, para poder introducir este tipo de iniciativas en el entorno educativo. La A/R/Tografía como método de Investigación Basada en las Artes facilita usar la deriva simultáneamente como práctica artística, proceso investigador y experiencia de aprendizaje docente. Los resultados se exponen a través de narrativas personales que muestran reflexiones sobre el proceso de comprensión compartida en torno a las ciudades de Porto y Paris. Las conclusiones establecen los requerimientos de lo que acuñamos como deriva paralela pedagógica: establecer filtros cognitivos para focalizar el proceso de enseñanza-aprendizaje; promover una actitud y mirada hacia la ciudad centrada en la experiencia estética y crítica; garantizar, para el aprendizaje colaborativo, la interdependencia positiva, la responsabilidad personal, la evaluación compartida y la interacción cara a cara final. Los valores que promueve la deriva paralela pedagógica, como el autoconocimiento, la empatía y la creación de lazos con otras personas, tendrían implicaciones positivas en su implementación en procesos de internacionalización educativa.

Palabras-clave: Deriva; Ciudad; Narrativas personales; Educación artística

 

ABSTRACT

This research starts from the drift as a contemporary artistic practice, which has a recognized historical background. The main objective is to experience the pedagogical potential of the observation of urban environments in a collaborative manner mediated by ICT through the drift, and thus, as artists/researchers/teachers in charge of teacher training, to be able to introduce these kinds of initiatives in the educational environment. A/R/Tography as an Art-Based Research method facilitates the simultaneous use of the drift as an artistic practice, an investigative process and a teacher learning experience. The results are presented through personal narratives that show thoughts on the process of shared understanding in the cities of Porto and Paris. The conclusions set out the requirements of the pedagogical parallel drift: to establish cognitive filters to focus on the teaching-learning process; to promote an attitude and way of looking toward the city centred on the aesthetic and critical experience; to ensure positive interdependence, personal responsibility, shared assessment and face-to-face interaction for collaborative learning. The values that are promoted by the pedagogical parallel drift, like self-awareness, empathy, and the creation of bonds with other people, would have positive implications if implemented in education internationalization programs.

Keywords: Drift; City; Personal narratives; Art education

 

RESUMO

Partimos da deriva como prática artística contemporânea, com reconhecidos antecedentes históricos. O principal objetivo é experimentar as potencialidades pedagógicas da observação de ambientes urbanos, de forma colaborativa e mediada pelas TIC através da deriva, como artistas/investigadores/docentes responsáveis pela formação de professores, para podermos introduzir este tipo de iniciativas no ambiente educativo. A A/R/Tografia como método de Investigação Baseada nas Artes permite utilizar a deriva, simultaneamente, como prática artística, processo de investigação e experiência de aprendizagem docente. Os resultados são apresentados através de narrativas pessoais que mostram reflexões sobre o processo de compreensão partilhada, em torno das cidades do Porto e de Paris. As conclusões estabelecem os requisitos do que apelidamos de deriva paralela pedagógica: estabelecer filtros cognitivos para focalizar o processo de ensino-aprendizagem; promover uma atitude e um olhar sobre a cidade centrado na experiência estética e crítica; assegurar, para a aprendizagem colaborativa, a interdependência positiva, a responsabilidade pessoal, a avaliação partilhada e a interação cara a cara final. Os valores que promove a deriva paralela pedagógica, como a autoconsciência, a empatia e a criação de laços com outras pessoas, têm implicações positivas na sua implementação em processos de internacionalização na educação.

Palavras-chave: Deriva; Cidade; Narrativas pessoais; Educação artística

 

Introducción

Como profesorado de educación artística creemos que el arte contemporáneo es una de las principales fuentes de las que debemos proveernos de recursos pedagógicos. La pareja de artistas formada por Frans van Lent y Elia Torrecilla el 12 de octubre de 2016 desarrolló una performance que vendría a llamar Parallel Walks. Uno en Holanda y la otra en España, salieron a pasear durante una hora de forma paralela (Lent & Torrecilla, 2016). Estas derivas son paseos simultáneos deambulando según las directrices que dos personas se envían de una ciudad a otra a través de mensajería instantánea, mientras se produce el intercambio de fotografías de los lugares atravesados. “De esta manera, el recorrido que se realiza tiene ‘lugar’ en una tercera ciudad resultante de ambas y, por lo tanto, desconocida”(Torrecilla & Molina, 2017, p. 95).

La ciudad ha sido y es un lugar de interés para artistas vinculados al arte contemporáneo en una lista muy extensa de la que podemos destacar a algunos como: Antoni Abad, Francesco Jodice, Rachel Whiteread, Guillermo Kuitca, Hannah Collins o Guy Debord. La ciudad también incumbe a muchos docentes desde una mirada educativa y patrimonial (Bandeira & Oliveira, 2017; Huerta, 2014); a nosotros, especialmente como formadores de educación artística en el Grado de Maestro y en el Máster en profesor/a de educación secundaria. Esta práctica de paseos paralelos que hibridan lo físico y lo virtual, al ser, además, registrada mediante aplicaciones de geolocalización, es una oportunidad para experimentar otros modos de educar a través de la ciudad y en la ciudad (Huerta, 2010) mediante tecnologías de la información y la comunicación. Por lo que convenimos que debíamos experimentar este tipo de derivas para analizar las oportunidades pedagógicas que ofrece y así hacer propuestas formativas a nuestro alumnado, quienes serán futuros docentes de infantil, primaria y secundaria.

A priori, observamos un gran número de posibilidades didácticas. Por un lado, enseñar de forma experimental la deriva, considerada tanto una práctica artística como un método de investigación. Por otro lado, incorporar como competencia el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) durante la formación inicial del profesorado.

 

1. La deriva como recurso para la enseñanza e investigación

La deriva definida por Debord en 1958 se concibe como “a technique of rapid passage through varied ambiences. Dérives involve playful-constructive behavior and awareness of psychogeographical effects, and are thus quite different from the classic notions of journey or stroll”(s/p).

Bassett (2004) nos recuerda que la actividad de caminar, además de ser una forma fundamental de interactuar con el ambiente, ha atraído la atención de diversos colectivos artísticos. El autor destaca, entre las prácticas del siglo XIX, “the Dadaist ‘event’, the ‘deÂambulations’ of the Surrealists, the urban explorations of Walter Benjamin, the ‘deÂrives’ of the Lettrists and the Situationists”(p. 398); en el siglo XX, “the wanderings of the land artists of the 1960s, the experimental practices of groups such as the Italian ‘Stalkers’ in the 1990s”(p. 398); y, recientemente, las expediciones psicogeográficas de escritores como Ian Sinclair, así como la respuesta crítica desde el feminismo de Scalaway. Además, insiste en que trasladar estas ideas al campo de la práctica educativa supone un desafío para estudiantes, que deben involucrarse en el proceso de examinar críticamente el entorno como proponían los principios situacionistas, desarrollando las posibilidades prácticas ellos mismos.

En la formación inicial del profesorado, consideramos fundamental despertar el pensamiento crítico. El alumnado presenta, en ocasiones, dificultades para definir intereses educativos propios, asuntos sobre los que indagar en su labor investigadora para la innovación docente. Esta cuestión es importante durante sus estudios para elaborar trabajos finales de Grado o de Máster, y más relevante si cabe en el ejercicio profesional. Como opción pedagógica, un paseo por la ciudad, centrado en la búsqueda, tiene el potencial para mejorar la percepción y toma de conciencia de problemas que afectan a la población y deben ser abordados desde la educación. Entre los temas posibles de estudio destacan cuestiones como: aquellas relacionadas con el género, “surveillance, consumerism and safety in relation to men and women”(Bridger, 2013, p. 293); las letras, tipografía, relación con el patrimonio (Huerta, 2010, 2014); cultura popular, fiesta y etnografía (Bandeira & Oliveira, 2017); y el desarrollo de competencias educativas en entornos de educación formal desde una vertiente crítica y una mirada estética (Ramon, 2013, 2015).

A menudo, con los condicionantes temporales del Espacio Europeo de Educación Superior que limitan a cuatrimestres las oportunidades de enseñanza de las materias, resulta complicado enseñar a estudiantes sin conocimientos previos de historia del arte o de técnicas artísticas algunos conceptos propios del arte moderno y contemporáneo. No es conveniente iniciar al alumnado en el aprendizaje de conceptos como la deriva, la performance, el happening u otros modos de arte de acción desde un postulado exclusivamente teórico. Es necesario un aprendizaje constructivista (Reyero Sáez, 2019), basado en la experimentación. Utilizar la deriva como recurso pedagógico “involves students in an active and self-critical way in translating theoretical ideas into practical strategies on the ground”(Basset, 2004, p. 408).

Una alternativa interesante es considerar la deriva como lugar de confrontación con las emociones, basándonos en los postulados de los situacionistas y recordando que ellos “were a group of radical poets, artists and writers who were concerned with how environments affect how people feel and behave”(Bridger, 2013, p. 286). Como herramienta aplicada a la investigación, si combinamos las deambulaciones con la posterior elaboración de narrativas personales, podremos recoger las opiniones, temores, deseos o reacciones de las personas hacia el lugar donde habitan.

Existen interesantes experiencias educativas a través de la deriva en el contexto universitario. Bassett (2004) relata cómo sus estudiantes de la Universidad de Bristol experimentaron la deriva por equipos en París, tomando fotografías con las que elaboraron posteriormente psicogeografías. Bridger (2013) invitó a estudiantes de psicología, durante un seminario en psicogeografías, a “explore the emotional effects of the environment, disrupt the usual relations of movement across campus and to open up possible new ways of making sense of the University campus environment”(p. 292).

 

1.1. Las Tecnologías de la Información y Comunicación en la deriva

Las TIC suponen una potencial oportunidad de desarrollo de experiencias de interacción educativa (Reyero Sáez, 2019), que pueden ser intensificadas mediante el uso de uno o varios medios tecnológicos. En ningún caso suponen una finalidad en sí mismas. El uso de algunas de estas tecnologías supone una práctica inteligente y se encuentra enmarcada dentro de un humanismo tecnológico, de necesaria reivindicación en el marco de procesos educativos. Esto implica seleccionar previamente las herramientas más adecuadas a los fines pedagógicos, así como vincular la experiencia en la ciudad a aspectos y problemáticas intrínsecamente humanas, como son el acercamiento emocional, simbólico, estético y poético.

El vínculo más estrecho que hallamos entre las TIC, la deriva y la ciudad se encuentra en la cantidad de aplicaciones de geolocalización existentes. Son múltiples “the technologies used for obtaining accurate spatial infor- mation, such as GPS receivers and magnetometers (digital compasses), are now so widespread that they are considered as ‘standard’ sensors on mobile phones, which are themselves ubiquitous”(Coulton, Huck, Gradinar, & Salinas, 2017, p. 137). Los sistemas de posicionamiento global (GPS) son utilizados para registrar las derivas y contar con datos relativos a los recorridos realizados, sin necesidad de prestar atención a ellos durante el deambular.

El empleo de estas tecnologías hace que las prácticas artísticas colectivas se vuelvan más accesibles y permiten experimentar nuevas posibilidades como son las colaboraciones a distancia, la translocalización o la simultaneidad: El flâneur deambula ahora por un espacio híbrido, cuyo cuerpo es el motor que le dota de movilidad, y sus sentidos navegan por el espacio físico a través de unos dispositivos que devienen ventanas portátiles con vistas a una capa digital. El uso de las calles ya no puede comprenderse sin la influencia de la información digital que consumimos y producimos en tiempo real. En estos paseos simultáneos, el empleo de los dispositivos móviles produce una intensificación de la experiencia sensible de la ciudad. (Torrecilla & Molina, 2017, p. 96)

 

1.2. Creando espacios de reflexión

La presente investigación forma parte del proyecto Transmaking. Dicho proyecto europeo pretende establecer una red multilateral de investigación e innovación activa en los campos del arte centrado en el entorno como un espacio para crear narrativas alternativas de renovación social, económica y democrática. Por ello investigamos y experimentamos con la creación de espacios de reflexión, para contribuir activamente a la democratización y el bienestar de la sociedad, educando a personas a través de la investigación y la producción, conectando el arte con las nuevas tecnologías.

El objetivo principal es experimentar las potencialidades educativas de la observación de entornos urbanos de forma colaborativa y mediada por las TIC a través de la deriva, como docentes/artistas/investigadores encargados de la formación del profesorado. Para poder introducir este tipo de iniciativas en el entorno educativo con garantía de éxito, conociendo las limitaciones y oportunidades que ofrece, es preciso:

  • valorar, desde la propia experiencia de aprendizaje, las posibilidades de la práctica artística de la deriva en la ciudad como recurso pedagógico;
  • generar narrativas personales que testimonien la experiencia de las derivas;
  • identificar y reflexionar los modos de trasladar la deriva a la formación universitaria.

 

2. Metodología

La epistemología subyacente a esta investigación se basa en un paradigma complejo que contempla los principios de flujo o deriva, la no linealidad, la aleatoriedad, la imprevisibilidad y otros relativos al azar que rompen con las epistemologías moderna y posmoderna.

A pesar de ser notablemente diferentes, ambas epistemologías, moderna y posmoderna, mantienen la realidad disociada del pensamiento, como si los seres humanos, una vez que han accedido a ese mundo simbólico siempre representable que denominamos cultura, hubieran abandonado para siempre el mundo de la naturaleza. Este paso otorga a la primera la distancia necesaria para el análisis, el salirse del escenario, y a la segunda, en su vertiente más radical, el desentenderse del mismo, y entregarse así a la gratificante tarea de la interpretación. Ninguna nos piensa como una parte intensivamente partícipe de esa realidad, de esa totalidad que creemos haber abandonado. (González Abrisketa, 2011, pp. 48-49)

Nos postulamos por una afiliación como seres humanos con el universo, donde lo azaroso es un elemento central de la realidad que atraviesa el proceso investigador mediante lo vivencial, la experiencia, la inmersión. Entendemos la realidad como una fluencia de procesos que nos afectan y que son por todos afectados, en permanente movimiento y no como un objeto exterior dado y analizable, lo que obliga a desplazar nuestra posición al investigar (González Abrisketa, 2011).

Considerando que tanto la identidad de quienes investigan como la de aquello investigado se encuentran en permanente cambio y afección, en movimiento, nos planteamos cómo, desde nuestra creatividad intelectual, podemos reelaborar la forma tradicional de investigar la realidad; cómo proponer un método de estudio más respetuoso con la diversidad sexual, racial, cultural, familiar, religiosa o de género, presente en quienes investigan y en aquello investigado. Porque coincidimos con la concepción de la educación propuesta por Feyerabend, defensor del pluralismo metodológico, quien establece que “education should not reiterate or reinforce the dominant beliefs and convictions of society —specifically of its dominant social and political groups— but should instead challenge and engage with them”(Ian, 2013, pp. 411-412).

La presente investigación se enmarca en las Metodologías de Investigación Basadas en las Artes (Haywood Rolling, 2018; McGarrigle, 2018; Sullivan, 2005). Concretamente, desde la A/R/Tografía (Irwin, 2006; Irwin, LeBlanc, Yeon Ryu, & Belliveau, 2018), que nos permite situarnos ante el problema de investigación en nuestro triple rol: de artistas (A de artists), investigadores (R de researcher) y profesores (T de teachers) del área de la educación artística.

La A/R/Tografía favorece que la educación artística se extrapole a cualquier campo académico reflejado en la práctica educativa, desde un posicionamiento transversal del papel de las artes en la educación. La A/R/Tografía da cabida a la dimensión subjetiva, ya que:

is a practice of living enquiry that combines life-writing with life-creating. It promotes artistic enquiry as an aesthetic awareness, one that is open to wonder while trusting uncertainty. Through attention to memory, identity, autobiography, reflection, meditation, storytelling and cultural production. (LeBlanc, Davidson, Ryu, & Irwin, 2015, p. 355)

La deriva como método de investigación ha sido particularmente útil en investigación autoetnográfica (Bridger, 2013). Entendemos aquí la deriva como método para la indagación, pero también como ejercicio artístico en sí mismo, y como medio de construcción de conocimientos. Esta investigación es necesaria para trasladar la deriva al ámbito educativo por las potencialidades que posee. Por tanto, la implicación personal de los docentes, el análisis de este proceso y la generación de una auto reflexión de este resultan ser pasos imprescindibles en una posterior puesta en práctica de experiencias pedagógicas similares, implicando a nuestro alumnado, pero con la certeza de una experimentación personal propia.

La recogida de datos se desarrolla en julio de 2018, durante la práctica de derivas paralelas que suceden simultáneamente mientras un investigador se encuentra de estancia en la ciudad de Porto (Portugal) y otra investigadora en Paris (Francia).

Los resultados obtenidos tras las derivas son narrativas personales que dan cuenta, de manera ensayística, de las impresiones que tenemos como artistas/investigadores/docentes durante la experiencia de deambular paralelamente. Porque, según Richardson y St. Pierre (2008),

The writing stories can be about disciplinary politics, departmental events, friendship networks, collegial ties, family, and/or personal biographical experiences. What these writing stories do is situate your work in contexts, tying what can be a lonely and seemingly separative task to the ebbs and flows of your life and your self. Writing these stories reminds us of the continual cocreation of the self and social science. (p. 975).

 

3. Resultados

A continuación, se transcriben las narrativas personales resultantes de las experiencias de deriva que demuestran el aprendizaje sobre nosotros mismos vinculado a experiencias vitales y artísticas compartidas pero alejadas geográficamente. Es el resultado de dos de las derivas realizadas durante este período de estancia investigadora que se establecen como un diálogo en sucesión y en relación entre los dos investigadores y las ciudades analizadas. Todo ello a partir de las acciones y los intercambios que se iban produciendo desde el teléfono móvil, que nos conectaba.

 

3.1. Narrativas personales de la deriva paralela 1: 10 de julio de 2018

Paris: Esta deriva comienza frente a un bolardo como hito. Uno de esos postes de acero que, como una línea de hormigas, delimitan la acera, bien para que los vehículos no suban al territorio de los peatones, bien para que los viandantes no invadan la calzada. Concretamente, frente a uno con restos de pintura de espray, como testimonio de los residuos de grafitteros a los que la ciudad les pertenece. Junto a este hito, mis pies, enfundados en zapatillas fosforescentes de varios colores, y mis piernas, también vestidas en unas mallas multiestampadas.

 

Porto: Me sitúo frente a la ciudad al salir del metro para encontrar un punto del que partir. Había decidido iniciar el recorrido desde un espacio emblemático, pero que todavía no conocía, de la ciudad, tras algunas semanas en ella: la Casa de la Música de Porto. Salir del metro en un punto desconocido de una ciudad que no es la propia siempre es un momento estimulante y emocionante; pienso en lo que pueda sorprenderme de la ciudad y en las experiencias del recorrido que voy a acometer. Estoy pendiente de mi compañera en Paris, espero su mensaje para iniciar la deriva de forma paralela; mientras, me observo en mi propia sombra en el suelo y me fotografío. Un primer autorretrato como hito de inicio de una experiencia de aprendizaje compartido que se prevé intensa. La gente pasa frente a mí, es un espacio muy concurrido, aunque poco turístico. Recibo un mensaje desde Paris, empiezo a andar siendo consciente que en otra emblemática ciudad europea también se siente mi presencia.

 

Paris: Esta cuestión cromática determina mi deriva, aun cuando no ha sido una decisión premeditada o precisamente debido a ello. Mis primeros pasos buscan semejanzas en saturación y hallan en algunos escaparates similitudes en ese ejercicio comparativo. Una fachada grafitteada, para atraer la atención de compradores, llama también mi atención. Sobre el ventanal de una cafetería una cenefa de flores de plástico corona la imagen corporativa. Más adelante, las flores de un mercadillo me hacen avanzar entre los puestos de monocromáticos quesos, exuberantes frutas, o sonrosados pescados y mariscos. Todas estas atracciones están puestas para acercarme a comprar, en un ejercicio de seducción similar al de cualquier conquista amorosa romántica.

 

Porto: En los primeros pasos me detengo. Frente a mi, un escaparate que se repite casi como un calco durante tres veces en esa misma calle. Una denotación que indica algunas de las costumbres culinarias y urbanas de sus habitantes. Tres pastelerías o cafeterías con decenas de dulces, puede que sea la ciudad con más pastelerías que he visto nunca. La estrella es el croissant de mantequilla. Un cartel que anuncia que allí sirven los mejores croissants de Porto me lleva, curiosamente, a Paris y percibo de nuevo ese hilo invisible que ata las culturas de las ciudades de Europa. Sigo andando, deteniendo la mirada en las personas, los objetos, haciendo fotos de forma discreta. Pienso que todo el mundo está haciendo un trayecto, yo no tengo trayecto porque no tengo destino, al menos conocido. Miro, todos miran, pero nadie observa; entiendo que eso puede incomodar a los demás, cuestionados en sus rutinas y trayectos. Mi pequeña cámara me ayuda a construir también relatos visuales, en sintonía con mi experiencia de percepción sensible.

 

Paris: Para salir de ahí mi mente busca la sencillez, y son las letras en una vitrina antigua, paradójicamente enmarcadas por un cartel donde se lee moderne, las que me ayudan a escapar. Desde esa tranquilidad puedo darme cuenta de que algunas partes de la ciudad operan sobre mi como los brazos pegajosos que de adolescente me sujetaban para bailar en pareja. Pienso en la masculinidad de quienes habitan la urbe, la diseñan y construyen. Mientras sigo avanzando, pensando, descubriendo, subiendo la cuesta. Entonces, descubro un signo de diversidad, un arcoíris de sillas alineadas en la estrecha acera. Me recuerdan los signos de la manifestación del orgullo LGBTQI que todavía permanecen en el mobiliario urbano como testimonio del largo recorrido de unos días atrás. Se trata de otra contradicción, porque habitualmente ese típico alineamiento se encuentra repleto de personas que actúan como vouyers de quienes tratan de avanzar por el escaso espacio restante. Sin embargo, es la ausencia de personas mirando lo que capta mi atención, me extraña y me hace tomar conciencia de que yo no puedo observarles.

 

Porto: Cuando ya he recorrido un tramo deambulando por aquella calle, me detengo ante un hermoso mural pintado que refleja una escena de ciudad; no reconozco Porto en ella. El arte mirando a la ciudad de nuevo, pienso en nosotros y en nuestro objetivo investigador. Pronto mi mirada se detiene en un cartel que descansa sobre un poste justo sobre ese muro y casi integrado en la pintura: puedo leer Avenida da França. Mi mente vuela de nuevo a Paris y vuelvo a recordar que estoy acompañado en mi recorrido, a unos mil quinientos kilómetros de distancia. Informo a mi compañera de esto y de la extraña forma en que las ciudades y las distancias nos conectan de manera intermitente con nosotros mismos. Continúo andando sin saber hacia adonde, dejándome guiar por estímulos y sensaciones, a veces siguiendo el paso de las personas, deteniéndome en una parada de autobús para tener la sensación de no ser un extraño observando a los demás y no sentirme a la vez observado como un elemento ajeno a los ritmos urbanos. Pienso que romper los ritmos urbanos no escritos es incómodo y reflexiono sobre las leyes de fluidez que nos imponemos en nuestras relaciones como homo urbanitas. Pienso que hay días con licencia para romper esos flujos, pero hoy no es uno de ellos. Pienso en el tráfico, viendo alejarse el autobús, y en la publicidad que el autobús lleva y que se multiplica por todos los rincones. Alejo mi mirada de ella; genera estrés visual excesivo, ruido visual. Me detengo a observar unos graffitis de la pared de enfrente, un triángulo abstracto y repleto de colores que un artista anónimo me ha regalado. Pienso en la ciudad como un museo abierto y de infinitas posibilidades.

 

Paris: El agua discurre por las veredas cada mañana. Como sistema de limpieza puede ser óptimo, pero para alguien que procede de una zona tan seca como Alicante (España) no deja de ser doloroso. No puedo evitar un pensamiento ecologista, cuidar la ciudad no puede pasar por descuidar el medioambiente. Mi mirada es la de una caminante, pero también la de una mujer educada para tener cuidado de los demás. El agua me hace pensar en mi compañero de investigación, que desde Portugal camina a la vez que yo; eso me hace sentirme acompañada. Recibo un mensaje suyo en el teléfono: avanza por la Avda. de Francia. Lo cual no deja de ser una casualidad. El acompañamiento es una forma de cuidado que requiere de mucha sintonía. Entonces escucho un fado de la mano de un músico callejero y le envío un registro del audio como regalo de nuestra deriva paralela. Otro audio de una disputa entre una mujer y un hombre en plena calle. Pocos metros más adelante encuentro banderas en la pared de un bar con motivo del Mundial de fútbol y le remito una fotografía donde se ve la banderita de Portugal ondeando bajo el nombre de una calle que homenajea a un sindicalista mártir de la resistencia: Jean-Pierre Timbaud (1904-1941).

 

Porto: Me llegan mensajes de Paris. El sonido de la música que oigo me recuerda a Portugal y me lleva de nuevo a ver lo sencillo que está resultando generar conexiones entre nosotros en tan solo unos minutos y recorriendo las dos ciudades de forma aleatoria. Escuchar el siguiente mensaje me perturba, solo distingo gritos de una mujer e intuyo que se trata de una situación de tensión urbana, tan propia de las grandes ciudades. Me vienen a la mente mis recuerdos de Paris y pienso que quizá Porto se percibe como una ciudad mucho más calmada, sosegada, puede que un poco a la par con el carácter portugués; todo el país me impregna de calma siempre que estoy aquí, muy lejos de los excesos de ciudades como Paris. Puede que sea verdad o puede que se deba a mis impresiones, pero el hecho de ver cómo la ciudad construye algo de mí y me permite conectar con ella construyéndome a mí mismo en esa relación me recuerda por qué estamos haciendo esto.

 

Paris: Los colores de nuevo como nexo en mi deriva, en las columnas de bobinas de hilo de una mercería dispuestos ordenadamente por tonalidades. También los colores en las flores del vestido de una dependienta, que acomoda las macetas de su floristería fuera de la tienda, y que me parecen reflejo de las mismas plantas llamativas que vende. Una persona choca conmigo porque en un cruce avanza en un sentido diferente al mío; no logro descubrir quién ha podido ser. Otro hombre trata de adelantarme y me golpea lateralmente. El problema es que no camino al mismo ritmo que el resto, mi ritmo es más lento porque ando a la deriva. ¿Por qué no acomodo mi paso al suyo?, pienso en ese instante. Me apresuro a seguirle el paso y así continúo durante un buen paseo, incómoda, molesta. Encuentro que estoy cruzando unos límites que no son éticos, que estoy invadiendo su recorrido, que pisar sus huellas es destrozar el avance que él genera.

 

Porto: Sigo andando, instintivamente hacia la derecha. Tras bordear una rotonda muy grande descubro uno de esos hitos arquitectónicos urbanos que marcan la identidad de las ciudades, símbolos artísticos definidos de lo que la ciudad es o le gustaría ser: el imponente espacio de la Casa de la Música, que se materializa frente a mí, más allá del nombre de la parada del metro. Pienso de nuevo en aquello que a la ciudad le gustaría ser, al ver frente a este contemporáneo edificio una hilera de viejas construcciones que han sido restauradas y renovadas, manteniendo la apariencia de la arquitectura más definitoria de la ciudad, repleta de azulejos. Incido en la diferencia con la mayoría de los edificios de la zona de Porto, donde resido temporalmente durante este mes, muchos en abandono, una zona alejada de allí y bien poco céntrica. Observo a una persona encargada de la limpieza urbana, reflexiono sobre esta figura y recuerdo cómo he fotografiado en mi ciudad, Valencia, muchas veces este oficio incluso sus instrumentos de trabajo, esos carros con cubos, enseres que de una forma extraña siempre me han parecido estéticamente maravillosos para ser fotografiados. Quizá porque definen perfectamente lo que es la ciudad, tan necesitada del servicio público, del trabajo anónimo de otros cuya existencia nos resulta invisible, tan diferente al concepto de comunidad propio de entornos rurales. Lo sigo hasta encontrar un semáforo, me detengo por la visión de un autobús turístico, idéntico a los de mi propia ciudad, pienso que estoy más cerca de ella de lo que parece. Decido cruzar por ese semáforo y explorar otras zonas más allá de la inmensa avenida que se abre frente a mi y que parece no tener fin. Giro a la izquierda esta vez.

 

Paris: Me encuentro a mitad de mi deriva tomando conciencia de los riesgos de la ropa escogida, me hallo siguiendo a un hombre y pienso que así no voy a pasar desapercibida, que pronto me descubrirá. Es un pensamiento semejante al que tengo de madrugada, cuando salgo a correr por la ciudad y temo ser atacada. En realidad, soy yo, esta vez, quien se encuentra al acecho, quien persigue. Esta reflexión me da náuseas, miro el reloj y es la hora de mi almuerzo, también puede ser eso. Afortunadamente me ofrecen un zumo, un alto en el camino, un camión con bebidas refrescantes que promociona diferentes sabores cítricos, ¿verde, naranja o rojo? El kiwi soluciona mis problemas, bebiendo un trago tras otro pasa mi malestar y le pierdo de vista. Así me libro de mi desafortunada decisión de seguir a otra persona.

 

Porto: Continuo por una calle más estrecha, con caminar solo unos pasos, la sensación de cambio de lugar es poderosa. Mientras, todavía puedo girarme y ver la amplia avenida y el imponente edificio de la Casa de la Música. Frente a mí se alzan edificios más modestos cada vez y un enorme anuncio publicitario con la figura del jugador de fútbol Cristiano Ronaldo con la camiseta de la selección portuguesa. Ello me recuerda claramente determinados valores que son comunes a ambos países (Portugal y España) y que se está disputando el Mundial de fútbol esos días, uno de esos acontecimientos muy representativos de lo que implica esa falsa sociedad globalizada que dirime algunas de sus pugnas mediante este sistema simbólico de representación. Un ocio masivo, una catarsis colectiva y una identidad compartida, entre muchas otras cosas, aunque pienso que a veces estoy excluido de todo ello, porque no me gusta nada ese deporte. Esa sensación de exclusión social que incluso me llevaba, en mi época escolar, a sentirme también aislado. Me siento aislado y solo con ese recuerdo un instante, pienso en mi hijo, pienso en mi compañera en Paris y retomo el hilo invisible. Continúo andando y recibo un impacto visual importante, le envío un mensaje a mi compañera para sentir esa conexión de nuevo – bendita tecnología, en este caso – y le cuento que he encontrado un cementerio inmenso en medio de una zona urbana y rodeado de edificios por una parte tradicionales y por otra completamente vanguardistas. El contraste es tan brutal que no paro de hacer fotos, entro y paseo por el cementerio. Mi deriva me lleva junto a los muertos urbanos.

 

Paris: Son las doce cuando percibo algo especial en una mujer. La curiosidad me hace desear seguirla. Ya he descartado esta práctica porque no me parece respetuosa y, sin embargo, me encuentro ahí deseando repetirla. ¿Por qué me empeño en “perseguir a la gente, espiar, repetir las derivas de unos desconocidos durante un tiempo indeterminado”(García, 2009, p. 97), como si fuera la artista Sophia Calle? Seguramente porque, conocedora de sus prácticas, he creído que podía replicarlas. Me planteo cómo puedo descubrir más sobre esta mujer y sobre cómo me muestra la ciudad, pero sin invadirla a ella. Le sigo desde la distancia. Sin embargo, vuelvo a sentir que, aun con otra actitud, la acción es igualmente inaceptable.

 

Porto: Reflexiono sobre los contrastes, sobre la belleza estética que le damos a la muerte en ese tipo de cementerios.

 

Paris: Llego a un jardín, pinto una acuarela. Mi compañero me llama, avisándome de que mi deriva termina.

 

3.2. Narrativas personales de la deriva paralela 2: 16 de julio de 2018

 

Paris: Nuestra segunda deriva comienza como un juego, el que me explicó Elia hace un año. Una práctica de deriva paralela con un amigo suyo en Holanda y el uso de las tecnologías portables. Así que le propongo a mi compañero que nos vayamos indicando por WhatsApp hacia dónde avanzar: derecha, izquierda, recto… Hemos quedado a las 15:30 h, pero él tiene que llegar hasta otra parte de la ciudad de Porto en metro y todavía no ha llegado allí. Me pide que espere, pero alguien tan impaciente como yo no puede estar expectante y menos todavía quieta y sin nada que hacer. Así que le pido que me dé indicaciones de hacia dónde avanzar porque decido que, para no parar, nuestra deriva comenzará en metro y yo me subiré al primero que pase. En el metro me siento perdida, en una línea que me parecía no haber tomado nunca y sin saber cuándo me iba a poder bajar. Temiendo aparecer en la otra punta de Paris, media hora después, si mi compañero no me daba indicaciones pronto de dónde bajarme. Anoto en la libretilla mis sensaciones, semejantes a jugar con los ojos vendados como en la gallinita ciega.

 

Porto: La segunda deriva la inicio desde la parada del metro más cercana a mi residencia en Porto. Es importante situarse cada día en un entorno de la ciudad diferente, aunque sin pensarlo demasiado. Desde Paris me llega un mensaje y me pide que indique una dirección en función de aquello que va estimulando mi propio camino, para ver de qué forma mi mirada puede conducir su mirada y al revés. Decidimos trabajar de esta manera, con indicaciones que vayan generando nuevas conexiones y nos permitan profundizar en aprendizaje compartido y coparticipado. El metro de Porto es tranquilo, muy diferente al de otras grandes ciudades de ritmos frenéticos. La estación casi vacía, de espacios amplios, incluso escenográficos, me obliga a observar más de la cuenta, a detenerme y a hacer fotografías. El pequeño poste amarillo que sirve para chequear el billete me resulta un ítem fascinador, las simetrías descendientes de las escaleras vacías construyen en mí una imagen poética. Tras un tiempo de espera, subo al metro sin agobios y con calma. Tras pasar cuatro paradas, decido bajar, avisó a Paris de mi acción, que conlleva una reacción a casi dos mil kilómetros.

 

Paris: Cuando me bajo del metro mi ritmo ha descendido, me he acomodado a esperar y ya no avanzo deprisa. Ir a la deriva cambia mi actitud frente a lo que me rodea, me permite darme el tiempo que en otros momentos no me tomaría. La deriva me posibilita paralizar el impulso de la ciudad y avanzar a otro tempo, o al mismo, pero conscientemente, no empujada o contagiada.

Hacer deriva es tomar decisiones con relación a mi propia actitud para con la ciudad y, en consecuencia, es necesario descuidar la atención hacia la orientación. Por eso, cuando las reglas de juego me obligan a indicar a mi compañero hacia dónde debe avanzar, siento que me estoy perdiendo parte de mi propio recorrido. Estar pendiente del teléfono, para escribirle un mensaje e invitarle a cambiar de dirección o sentido cuando algo me atrae, me hace perder el espíritu meditativo. Dejo de estar aquí y ahora, en esta calle, ante dos ancianas que meriendan juntas, inhalando y respirando, para estar más allá, imaginando su ruta.

 

Porto: Salgo del metro. Salir del metro en medio de una ciudad que no es la tuya me vuelve a parecer fascinante otra vez. Nada más salir, una mujer con una bolsa de Parfois me lleva de nuevo a Paris. Cruzo una plaza muy amplia y la inercia me lleva a la derecha, miro despacio a mi alrededor, pero inquieto por el hecho de que mi decisión va a conllevar también un cambio de rumbo de otra persona en otra ciudad. Giro a la derecha al final de la plaza y doy indicaciones a Paris.

 

Paris: Esto no es malo por sí mismo. En realidad, es divertido que él halle resonancias de mi ciudad en la suya, cuando ve franceses por Porto; o cuando yo escucho un fado en Francia. También es bonito que yo le mande audios cuando oigo mujeres chillar y enfadarse por la calle, porque así le digo a mi compañero de trabajo: “Ves, no soy la única que pierde los nervios de vez en cuando y, además, en un lugar inadecuado”. Esto conecta con nuestra relación laboral y personal. Como práctica lúdica, como digo, es muy interesante. Pero tal vez no en una zona de la ciudad donde los requiebros se producen con extrema frecuencia. Posiblemente, este tipo de deriva paralela, en la que jugamos a desviar a la otra persona, sea más apropiada para deambular por un paraje natural, más abierto, con menos obstáculos y donde los estímulos sensoriales no varíen con tanta celeridad.

 

Porto: Como no hemos establecido ritmos, solo direcciones, me permito detenerme en aquello que me ofrece oportunidades para generar discurso estético introspectivo. Cosas aparentemente banales que me fascinan y me interrogan sobre mí, mi pasado y mi futuro. La fachada de un restaurante chino, un tren turístico, una joven que fuma, un pequeño peluche enigmático que pende sobre una puerta de cristal y al que le falta un ojo. Pienso por un momento en las personas que habitan tras la puerta y en cómo la ciudad es una experiencia de puertas cerradas, de vidas y habitáculos que solo podemos imaginar a descubrir. Quizá es por eso tan estimulante. Continúo andando.

 

Paris: Me encuentro ante una calle porque le he pedido a mi compañero que gire y eso implica que yo hago el mismo movimiento. Avanzo por ella, continúo caminando, sigo andando, observando, registrando mentalmente, admirando cada detalle de las fachadas, escuchando las conversaciones en francés de las que no entiendo nada, prosigo. Me choco con un muro, he llegado al final de una avenida y tras cruzar una calle perpendicular he dado contra una fachada. Así son las zonas sin una planificación urbanística, un cruce continuo de líneas que se empeñan en interrumpirse unas a otras.

 

Porto: La deriva, el azar y las indicaciones que me llegan desde Paris me han llevado a un punto que había estado evitando durante toda mi estancia en Porto hasta ese momento, que se volvió inevitable. No podía girar, debía seguir recto, para no desafiar el juego ni traicionar la confianza de la otra persona. Uno de los aprendizajes que nos llevamos de esta experiencia será, sin duda, la necesidad de la confianza, la importancia de este gesto. La confianza en la otra persona nos lleva a superar nuestros propios miedos, a enfrentarnos a ellos, a conocernos mejor a nosotros mismos. Estaba en la parte más alta del puente Luis I de Porto, el espacio más emblemático y simbólico de la ciudad. Lo había atravesado varias veces antes, siempre por debajo, hasta ese día. Padezco algo de vértigo, y especialmente un puente de hierro con esa altura me provocaba bastante desasosiego. Sigo caminando, me detengo a hacer unas fotos a unos turistas, el miedo no puede vencer mi necesidad de comprensión visual del mundo. Me siento un poco intruso, pero estas imágenes me ayudan a entender mejor el mundo. La mano que sujeta la cámara tiembla literalmente, y solo estoy al principio del puente. Me siento tentado a abandonar, pero no puedo hacerlo. Pienso en Paris; pienso que, si no fuera por esa dependencia invisible, jamás hubiera cruzado ese puente. Camino hacia adelante, con mi cuerpo en tensión, lentamente y separado de la barandilla. El metro pasa junto a mí lleno de turistas curiosos. Pierdo la noción del tiempo, un tiempo que se hace muy largo. No puedo ver ni mirar nada. Estoy al otro lado, me relajo, lo he conseguido, vuelvo a la deriva. Necesito contar esto, comunicar mi angustia. Envío mensaje a Paris.

 

Paris: Si mi compañero no me da pronto una indicación, no sé qué voy a hacer. Pero justo en ese instante me da una orden que celebro por afortunada. De esas casualidades está llena nuestra deriva paralela, en un par más de ocasiones me indica girar justo cuando llego a una esquina. En otro silencio prolongado me informa finalmente que cruzaba un puente muy largo, entonces veo a mi izquierda unos puentes que conectan entre sí los grandes edificios de las Galeries Lafallette Haussmann.

 

Porto: Las indicaciones de Paris me llevan ahora a bajar por calles estrechas de Vila Nova de Gaia. Cruzar el río implica estar en otra ciudad, aunque solo a efectos legales. Eso resulta extraño y me hace pensar en las absurdas limitaciones que creamos frente a una realidad que compartimos. Me lleva a pensar también en lo diferentes que son las cosas, si avanzo tan solo unos pasos, de dónde me encontraba. Ahora camino relajado. De qué forma tan irracional reacciona nuestro cuerpo a los estímulos del entorno – otro aspecto que me apunto para investigar y profundizar en el alcance pedagógico de los entornos urbanos y de nuestra experiencia en ellos. El camino me lleva de nuevo a volver a atravesar el río, aunque esta vez por la parte de abajo, cosa que me tranquiliza. Me cruzo con un hombre envuelto en la bandera de Francia y mi pensamiento vuelve a conectar con Paris. La arquitectura vuelve a darme otra conexión hacia la ciudad que camina mi compañera. Hace años, cuando investigaba en el ámbito de la historia de la arquitectura, documenté un puente de la factoría Eiffel, muy pequeño, pero cuya metodología constructiva me llevaba al puente que estaba atravesando. Pienso si será de Eiffel también; más tarde confirmo que es de uno de sus discípulos y que su huella estética y formal está muy presente. Más hilos que unen mi experiencia con Paris. Continuo hasta salir del puente una vez más.

Calculo que el tiempo de deriva está terminado y, como culmen, decido entrar por un túnel de color rojo. Me parece sugerente, aunque terriblemente ruidoso y oscuro, teniendo en cuenta que venía de cruzar un puente expuesto al viento y a la luz del sol. Envío una foto final de mi mismo sobre el fondo rojo del túnel que parece llevarme a otro capítulo de mi estancia en Porto y me desconecta de nuevo de la ciudad de Paris y de los hilos que hemos tejido durante la experiencia.

 

Paris: El final de nuestra deriva también es coincidente. Me pide que me meta donde sea porque él va a entrar en un túnel. Me lo sugiere justo cuando estoy frente a la boca de un metro, así que desciendo las escaleras. Cuando llego al final de mi recorrido me encuentro frente a un túnel, el que comienza a cada lado del andén de espera. Me envía un autorretrato suyo con el túnel a sus espaldas, le respondo en espejo. Le informo que nuestra deriva ha acabado.

 

4. Discusiones y conclusiones

Esta experiencia genera una relación compleja y coparticipada por la tecnología, que permite establecer un lazo invisible, un hilo tenue de conexión humana. El hilo ha sido en las narrativas personales metáfora de compromiso, lazo, dependencia, conexiones, coincidencias y redes tejidas.

La deriva ha estado mediada también por los entornos a los que nos enfrentamos, por un cierto azar, pero controlado por las decisiones que vamos tomando y que van construyendo un recorrido vital, una metáfora de lo que supone el propio proceso de aprendizaje biográfico.

Somos conscientes, además, de la necesidad de que exista una complicidad entre personas para que cualquier práctica pedagógica genere realmente un proceso de conocimiento más completo y enriquecedor, un aspecto que viene favorecido por una relación profesional que se sustenta en una relación personal de amistad, que consideramos esencial para entender de qué forma una experiencia y un proceso de investigación de estas características puede resultar realmente significativo.

Estas derivas nos permiten corroborar los hechos en función de cómo van avanzando y cómo percibimos que el conocimiento de la ciudad y del entorno es sobre todo un conocimiento sensible sobre uno mismo y un conocimiento sensible sobre la otra persona que revierte en el propio autoconocimiento. Verificamos con la experiencia aquello que ya intuimos, que aprendemos de nosotros gracias a interactuar, experimentar, confiar y entregar parte de nosotros a otras personas. Por ejemplo, en estas narrativas son los temores, las reacciones del cuerpo o los recuerdos.

Al valorar las posibilidades de la deriva en la ciudad como recurso pedagógico colaborativo, identificamos diversos aspectos positivos:

A) La ciudad, repleta de estímulos multisensoriales, satura hasta el punto en el que es preciso establecer filtros cognitivos para focalizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estos pueden ser: los intereses de la otra persona, los propios intereses, un interés marcado por quien enseña.

La deriva paralela pedagógica intensifica el contacto e inclinación hacia la otra persona con la que se comparte simultáneamente el deambular y sus intereses. Esta experiencia fomenta que la mirada se dirija hacia determinados aspectos de la ciudad que vienen mediados por la experiencia o ciudad de la otra persona participante. De manera que se comprueba que la empatía, un valor pedagógico fundamental, se puede desarrollar fuera del aula.

Hemos comprobado que la mirada no solo está filtrada por los intereses de la otra persona, pero también por el propio recorrido biográfico. Focalizamos y seleccionamos aquello que queremos aprender; en nuestro caso, emergen temas como la igualdad de género, la diversidad sexual, la estética, la arquitectura, el urbanismo, el diseño, la publicidad o la historia del arte. Solo en estos puntos hacemos una observación intensa distinta de la mirada cotidiana; únicamente así se produce un proceso de aprendizaje diferente del proceso superficial ordinario. Por tanto, el aprendizaje desde la percepción reflexiva se sostiene sobre conocimientos previos de manera constructivista (Reyero Sáez, 2019).

Si el docente tuviera interés en fomentar nuevas áreas de conocimiento, sería preciso iniciar la deriva con un interrogante que actuara como incentivo de la búsqueda perceptiva durante la misma. La respuesta se encontrará durante el tránsito. Es precisamente la atención focalizada en esa cuestión la que favorecerá la pérdida de la orientación o, incluso, de la noción del tiempo. La preocupación en aquella pregunta que nos planteamos al comenzar a deambular va a dirigir la mirada del caminante a lugares, rincones y detalles imprevisibles.

B) La actitud para practicar la deriva paralela pedagógica es muy importante: es precisa una mirada hacia la ciudad centrada en la experiencia estética y crítica. En nuestro caso, lo comprobamos al encontrarnos al final de unas residencias de un mes en países y ciudades extranjeras, que nos permiten conocer ya el entorno, pero mantener la distancia de quien es ajeno. Como docentes, sería importante recordar al alumnado que la actitud debería caracterizarse por la frescura, dejándose sorprender, analizando sin prejuicios, predispuestos al descubrimiento.

C) Garantizar un aprendizaje colaborativo en la deriva paralela pedagógica dependería de respetar los cuatro aspectos fundamentales definidos por Johnson, Johnson, y Holubec (1999). En primer lugar, la interdependencia positiva puede facilitarse gracias al uso de las tecnologías portables y la comunicación instantánea, que, a través de técnicas lúdicas, favorecen la necesidad de conexión y de diálogos textuales, visuales y sonoros sostenidos. Las TIC, en este caso, también prevendrían el riesgo de aislamiento o falta de conexión con la otra persona implicada. En segundo lugar, la responsabilidad personal se garantiza en el momento en que los diseños lúdicos estipulan que una persona no puede avanzar sin las indicaciones de la otra. Saberte necesario para el aprendizaje del igual aumenta tu compromiso y auto exigencia. En tercer lugar, es precisa una evaluación grupal. Las narrativas personales actúan como forma de garantizar la reflexión compartida que permite hallar los lazos e intereses comunes. Finalmente, la interacción cara a cara al acabar el periodo de deriva paralela, para la elaboración de un producto final (en nuestro caso, este artículo), favorece los aprendizajes futuros.

Para concluir, destacamos como valores que promueve la deriva paralela pedagógica: el autoconocimiento, la empatía y la creación de lazos con otras personas (la pareja de deriva y la ciudadanía). Además, este trabajo nos ha permitido respetar y admirar el valor de culturas ajenas y limítrofes a la española: la portuguesa y la francesa. Si habitualmente los conflictos políticos y culturales tienen mayor riesgo con las culturas fronterizas, convendría desde el ámbito educativo resaltar, mediante este tipo de prácticas, aquello que compartimos entre comunidades diversas.

Como prospectivas de futuro nos planteamos las posibilidades que, para la educación multicultural, ofrece la deriva paralela pedagógica. Una posible propuesta de aplicación sería su implementación en procesos de internacionalización escolar y universitaria como es el intercambio de estudiantes y docentes, por ejemplo, a través del programa Erasmus.

 

Referencias

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Endereço para Correspondência

Toda a correspondência relativa a este artigo deve ser enviada para: Ricard Ramon

Camps. Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal.

Facultat de Magisteri.

Avda. Tarongers 4. 46022. València. España

E-mail: ricard.ramon@uv.es

 

Recebido em 20 de fevereiro de 2019

Aceite para publicação em 14 de junho de 2019

 

NOTAS

1Este proyecto ha recibido financiación por el European Union’s Horizon 2020 research and innovation programme bajo el acuerdo de la ayuda Marie Sklodowka-Curie n.° 734855.

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